Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 20 de septiembre de 2002
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Cultura
Más que cuidar su arquitectura, la autoridad parece administrar demoliciones: Mendiola

La Condesa celebra su centenario en medio de la pérdida de identidad

El proceso afecta a las colonias Hipódromo, Hipódromo Condesa y Roma, señala el poeta

''La modernidad debe significar conservación y no alineación a un esquema depredador''

ANASELLA ACOSTA NIETO

En medio de los preparativos para iniciar mañana la celebración de los cien años de la colonia Condesa, el legendario lugar y sus alrededores atraviesan por un sutil proceso de modificación arquitectónica en el que la modernidad se empeña en erigirse sobre la destrucción del pasado y de lo que confiere identidad a un barrio.

Al Casino de la Selva, en Cuernavaca, demolido para construir en su sitio una tienda Costco; y a la amenaza al centro histórico de Oaxaca, donde se pretende la ubicación de un McDonald's, se suma el lento y casi imperceptible proceso de reconstrucción que en nombre de la modernidad se realiza en las colonias Condesa, Hipódromo Condesa, Hipódromo y Roma, señala el poeta Víctor Manuel Mendiola.

No obstante que la gran mayoría de las construcciones de esa zona son consideradas patrimonio arquitectónico por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) del Gobierno del Distrito Federal y la Coordinación de Arquitectura del Instituto Nacional de Bellas Artes, se han ejecutado demoliciones y la edificación posterior de conjuntos habitacionales con base en la especulación inmobiliaria, manifiesta Mendiola, habitante de la Hipódromo Condesa.

Especulación vs historia

Los que destruyen y construyen inmuebles con características ajenas al conjunto de la zona, abunda Mendiola, son arquitectos que ven una oportunidad para comprar casas y edificios art decó, funcionalistas o retrocoloniales destruidos y levantar construcciones con más departamentos para venderlos o rentarlos a precios más caros; ellos especulan, sin entender que suprimen parte de la historia de un lugar.

El poeta y defensor del patrimonio arquitectónico, refiere un caso reciente.

En el número 268 de la calle Amsterdam hace tres meses se inició la construcción de un edificio. En 1999, en ese terreno, había un inmueble con características que le daban un valor patrimonial. En ese entonces las autoridades aprobaron la demolición y los vecinos y la asociación civil Amigos del Parque México y España realizaron movilizaciones en protesta. El resultado, a diferencia de otras ocasiones, fue infructuoso.

Hoy la construcción que se erige no sólo es ajena al perfil del barrio. Los vecinos avizoran perjuicios en sus casas -también clasificadas con valor arquitectónico-, como son falta de iluminación, agua, aire y, en consecuencia, un cambio general en la atmósfera que eligieron para vivir.

La marcha de la modernidad

La experiencia enseña cómo la modernidad ha significado la desaparición de lugares como la Candelaria de los Patos, en cuyos alrededores Ignacio Manuel Altamirano vislumbró un inevitable nido de delincuentes derivado de la pobreza extrema.

Un caso no menos lamentable, al que Jorge Ibargüengoitia ya se refería en amenas crónicas, es la conversión de la funcionalidad de las aceras, cuya naturaleza fue abrir paso a los peatones, pero que hoy son usadas como estacionamientos esparcidos por toda la ciudad.

Para Víctor Manuel Mendiola la modernidad en este momento debería significar conservación y no alineación a un ''esquema depredador" derivado de un ''capitalismo salvaje" en el que impera la lógica de obtener el rendimiento más elevado por cada metro cuadrado, sin tomar en cuenta el carácter peculiar de cada lugar.

Explica que las demoliciones y nuevos edificios se hacen, por lo general, en nombre del crecimiento económico y de la modernidad, pero cuando se trata de sitios patrimoniales lo que está en juego es un bien cultural del país.

Si se revisan los datos históricos, el llamado del poeta para preservar la arquitectura del barrio no es mero escándalo.

La reportera María Rivera relató, a principios de año en estas páginas, que la demarcación de la otrora Hacienda de Santa Catarina del Arenal fue encuentro de importantes migraciones, como la judía, en la década de los 20; la de los españoles republicanos, en los 40, y la latinoamericana, en los 60 y 80; aquí también coincidieron destacados artistas e intelectuales.

En los años 80, relata Mendiola, ocurrió una nueva migración hacia la zona de la Condesa, pues muchos de sus habitantes abandonaron el lugar por los temores que dejó el terremoto de 1985, tras derribar numerosos edificios.

A la zona arribó una nueva ola de pintores, poetas, escritores e intelectuales, quienes preservaron y en algunos casos rescataron la arquitectura original del lugar, caracterizada por los estilos colonial y art decó.

Silenciosa demolición

Ante la silenciosa demolición de casas con valor arquitectónico o ambiental que hoy tiene lugar, Víctor Manuel Mendiola alerta:

''Las autoridades encargadas de preservar el patrimonio arquitectónico, lejos de hacerlo parecen administrar las demoliciones."

El poeta comenta que en el fondo existe un vacío legal, pues el reglamento que rige la construcción en la ciudad de México permite ''casi todo". Y ejemplifica: ''Si una persona compra una casa o un edificio con un alto valor arquitectónico y lo quiere destruir, lo puede hacer. Hay un desfase entre la ley, el reglamento y la preservación".

En una charla informal para solicitar información al respecto en la Oficina de Sitios Patrimoniales y Monumentos de la Seduvi, la arquitecta Beatriz Pérez manifestó que si las construcciones tienen cierto valor, ello ''no significa que tengan que ser permanentes", y agregó que si la demolición se realiza para construir un elemento de ''mejor calidad" la sustitución es legalmente viable, como ocurrió en el caso del edificio de Amsterdam 268, colonia Hipódromo Condesa.

Otro problema que se suma a las demoliciones y la actividad especulativa es, de acuerdo con Mendiola, el monopolio que los arquitectos detentan, pues ellos son los que quieren destruir las viejas construcciones para levantar nuevos y ''modernos" inmuebles ''estilo bodegas", copiados de los lofts neoyorquinos, y se otorgan permisos para hacerlo, pues están al frente de las oficinas encargadas de preservar los sitios patrimoniales.

Resulta increíble, expresa, que en medio de este proceso de modificación arquitectónica, la delegación (Cuauhtémoc) programe actividades festivas por los cien años de la colonia Condesa mientras permite la destrucción de su paisaje arquitectónico.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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