Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 26 de septiembre de 2002
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Capital

La presentación del libro se suspendió en la PGJDF

En México no todo está perdido: la ardua tarea de depurar a la policía

ANGEL BOLAÑOS SANCHEZ

Desde hace cinco años, tras la elección del primer gobierno de la ciudad, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal emprendió un proceso paulatino de depuración de la Policía Judicial, pero se trata de una tarea "gigantesca" que apenas se inicia, a decir del investigador Gustavo Cortés Campa, pues las mafias siguen arraigadas en la institución.

"Es obvio: años y años de moverse en el terreno permiten a los miembros de la mafia policial desplazarse en las sombras y hacerse invisibles", dice.

Por ello, su libro En México no todo está perdido se inicia con el secuestro del jefe general de la Policía Judicial, Damián Canales Mena, horas antes de asumir el cargo, que tuvo la intención de intimidarlo para evitar que lo aceptara. Este hecho no ha sido esclarecido, pero agentes de la corporación sospechan que fue una de las últimas operaciones de Jesús Carrola y sus hermanos antes de ser asesinados, al año siguiente.

El libro iba a ser presentado la tarde de ayer en el Instituto de Formación Profesional de la PGJDF, pero la dependencia canceló el acto sin explicación alguna. En entrevista, Cortés Campa refiere que al principio de su administración, Samuel del Villar y Bernardo Bátiz cometieron algunos errores, como fueron las designaciones del encargado de la corporación policiaca: Jesús Carrola, en el caso de Del Villar, y José Luis Aranda Zorriva, en el de su sucesor; ambos permanecieron en el cargo sólo unos días, ante el rechazo de diferentes sectores de la sociedad, principalmente de la Comisión de Derechos Humanos capitalina, por hechos violatorios de esas garantías en que estuvieron involucrados durante su carrera policiaca.

Pero estos tropiezos, precisa el autor, no fueron más que resultado del desconocimiento a fondo de una realidad a la que tenían que enfrentarse: "El sistema priísta necesitaba una policía que encajara en sus métodos y realizara el trabajo sucio que le permitía sostenerse en el poder".

Así, la contaminación política de las corporaciones policiacas plagaba las investigaciones de intrigas, complots y murmuraciones, donde el policía profesional no tenía cabida, "pues incluso al frente había jefes mitad policías, mitad políticos", y el más claro ejemplo de esto fue el ex titular de la Dirección Federal de Seguridad, Fernando Gutiérrez Barrios, quien llegó a secretario de Gobernación.

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