Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 8 de noviembre de 2002
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Cultura

Ser ''telonero'' de la muestra sobre Luis Barragán es un honor, expresó en Bellas Artes

El futuro de la zona cero de NY debe decidirlo el tiempo: Gehry

Dijo sentirse ''eternamente optimista'' en cuanto a que el ser humano haga lo correcto

Los arquitectos que se vuelven seudofilósofos no están calificados para pontificar, advirtió

MERRY MAC MASTERS

El arquitecto Frank O. Gehry considera que el futuro de la llamada zona cero, espacio donde se encontraban emplazadas las Torres Gemelas derribadas el 11 de septiembre, todavía tardará una década o más en definirse. Piensa, no obstante, que la decisión deberá ser resultado de los sentimientos y el espíritu del tiempo, en vez de ''un gesto simbólico y artificial para mostrarle a Al Qaeda que Estados Unidos es fuerte. Si es tan fuerte como se piensa, no necesita de símbolos para demostrarlo".

Gehry, quien estaba en Nueva York el día del atentado, se dijo molesto ''con lo que ocurre en Estados Unidos y la actitud bélica de nuestro presidente (Bush)".

El arquitecto externó sus opiniones en una breve reunión ayer con la prensa, al término de su conferencia magistral, con motivo de la inauguración anoche de la muestra La revolución callada. Archivo de Luis Barragán, en el Museo del Palacio de Bellas Artes.

Hoy el tiempo es otro

Respecto de la arquitectura de los países tercermundistas, Gehry dijo sospechar que a estas alturas la economía de México es más fuerte que la de una nación en vías de desarrollo. Abundó: ''Tal vez parece que Estados Unidos se vuelve tercermundista. De cualquier manera la lucha de la gente pobre, tan bien representada en los murales de Orozco en San Ildefonso, sigue, y casi estamos igual en todos lados".

La arquitectura, sin embargo, no resuelve los problemas de tipo económico y social, ''a pesar de que muchos arquitectos se enamoran de la filosofía y se vuelven seudofilósofos. No están calificados para pontificar como lo hacen. Para mí, el arquitecto es una de las piezas de la sociedad, y si hay buenos clientes y buenos gobernantes, respondemos".

En Estados Unidos, continuó, no hay un buen programa social de vivienda. Y aunque su oficina acaba de empezar un proyecto de esa índole en Portland, Oregon, aseguró que hay muy pocas opciones que cuando aparecen ''no piensan en arquitectos, como yo, porque lo que hacemos suena muy caro". Gehry dijo seguir ''eternamente optimista en cuanto a que la naturaleza humana vaya a hacer lo correcto", pese a que no siempre parezca así.

Con la sala principal del Bellas Artes casi repleta y después de unas palabras de Sari Bermúdez, titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y un caluroso aplauso, Gehry dijo que era un gran honor ser el ''telonero" para la muestra de Barragán. Recordó haber conocido al arquitecto jalisciense en Estados Unidos. Unos años después, en una visita a la ciudad de México, la esposa de Gehry, que es panameña, platicó con Barragán por teléfono y dijo conocer y apreciar el trabajo de su colega. "Luego, no sé qué me pasó. Algo terrible. No creo que a Barragán le gustaría mi obra hoy día, pero ahora el tiempo es otro", expresó el artista.

Búsqueda de un lenguaje propio

Debido a las ''formas chistosas" de su arquitectura, Gehry debió hallar una manera de construirlas. Hace casi dos décadas se apoyó en la computación y creó un proceso para ''desmitificar y clarificar" sus proyectos. Cuando el cliente ve sus modelos, que apoda shrek, se pone nervioso, dijo.

Ante muchos estudiantes, manifestó: ''No creo que sea fácil copiar mi trabajo. Tampoco creo que se deba. Mi mensaje para los futuros arquitectos es buscar su propio lenguaje. Es difícil llegar, pero de no renunciar, se puede. Siempre es mejor hacer lo de uno y no preocuparse por lo que piensan los demás. Eso hace más feliz la vida. Les aseguro que me la paso muy bien".

A largo de una hora repasó sus trabajos más recientes y omitió mostrar el Museo Guggenheim de la ciudad vasca de Bilbao.

Desfilaron una recién terminada escuela comercial en Cleveland; la sala de conciertos Walt Disney, en la que trabaja desde hace 15 años; un gran laboratorio para el MIT; el Museo Herferd de Arte, en Alemania; un casa- club para enfermos de cáncer; el Museo de la Tolerancia, en Is-rael, que retoma el espacio de una mezquita; un conjunto hotelero con una terminal para lanchas en Venecia; un hotel en La Rioja, España; una biblioteca de la ciencia para la Universidad de Princeton, y una escuela de artes en California.

Al final el aplauso fue para Barragán y Gehry.

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