Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 14 de noviembre de 2002
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Espectáculos

Armando Bartra

México Cinema según Luna Córnea

Los mexicanos somos afortunados. Tenemos revistas de fotógrafos, como Cuartoscuro; de fotólogos, como Alquimia; y de fotófilos, como Luna Córnea. O quizá sería mejor decir fotófagos, pues a los hacedores y lectores de la revista nos aqueja una irrefrenable voracidad por las imágenes.

Y no sólo por las imágenes. Al estúpido apotegma según el cual "una imagen dice más que mil palabras", Luna Córnea opone una sabia combinación de palabras e imágenes: palabras que ilustran, imágenes que hablan.

De ser una revista decimonónica dirigida por Amado Nervo y no por Patricia Gola y Alfonso Morales, Luna Córnea se hubiera llamado Lux y verbo.

I

"Las fotografías pueden ser más memorables que las imágenes móviles", escribió Susan Sontag.

Así es. ƑQuién no ha tenido alguna vez el deseo de congelar un momento cinematográfico que le fascina? ƑDe transformar las fluyentes imágenes fílmicas en fotos fijas? Antes no se podía: aun si disponías de la película y un proyector, el fotograma pasmado se derretía en la pantalla como invadido por un virus maligno, como si una maldición castigara el intento de inmovilizar imágenes por naturaleza evanescentes.

Hoy, cuando vemos el cine en video o digitalizado, las reproductoras permiten detener, lentificar o regresar las escenas, y si uno tiene el equipo adecuado, también guardarlas para reverlas en pantalla o imprimirlas en papel. Pero durante la mayor parte de la centuria cinematográfica esto no fue posible con equipo casero. Y la compulsión por atesorar los momentos memorables y protagonistas cimeros hizo proliferar las fotos de cine y los retratos de artistas. Registros obtenidos de los fotogramas, de las tomas de filmación o de poses de estudio, que reconciliaban los dos grandes lenguajes icónicos mecánicamente asistidos del siglo XX, haciendo intercambiables en el imaginario colectivo las imágenes fijas y las fluyentes.

Tener la foto de Marlon con la camiseta rota, o de Marilyn con la pollera revoloteando, era tan importante como ver una y otra vez las películas. Coleccionar revistas de cine o recortar a los predilectos para llenar álbumes de familia vicaria devino tan trascendente como ir al cine.

II

En su entrega número veinticuatro Luna Córnea se transforma temporalmente en una revista fílmica. Una publicación abarrotada de imágeneslunea cornea-3 con que los cinéfilos podrán esquivar las trampas de la memoria.

šQue no le digan, que no le cuenten! šCompre México Cinema, con el tremendo teibol dans de Kyra en La mancha de sangre! šCompleto, sin censura, fotograma por fotograma! šQue no le cuenten, que no le digan! ƑQuién tiene razón: Salvador Elizondo, que la llama "leyenda secreta", o Adolfas Mekas, quien dice que "es mala como película y peor como pornografía"? šQue no le digan que no le cuenten, compre el número 24 de Luna Córnea! šCréame, no se arrepentirá!

Y por si fuera poco, Luna Córnea trae a Marilyn Monroe echándose uno de nana en El Taquito. Además viene la historia de cómo los cromotropos, fantascopios y estereopticones se transformaron en kinetoscopios en las salas de proyección de un tal Salvador Toscano. Y también la biografía de don Jesús Hermenegildo Abitia, que no conforme con tomarle las fotos al general Obregón, le cuidaba la imagen al general Calles y por si fuera poco hacía películas de argumento, edificaba estudios cinematográficos y en sus ratos libres fabricaba violines. Si. Escuchó usted bien: el autor de Epopeyas de la Revolución Mexicana, en secreto, se dedicaba a la laudería. Entérese de las borracheras que se ponían Hemingway, Siqueiros y Renau en plena guerra civil española. Conozca al vanguardista olvidado Emilio Amero. Sepa de las películas misteriosamente extraviadas de Agustín Jiménez, de Alvarez Bravo, de Nacho López... Entérese de que Redes, de Paul Strand, con música de Silvestre Revueltas, iba a llamarse Pescados -sí, Pescados- y a llevar música de Carlos Chavez. Y de cuelga: Ƒquién era Raflex, también conocido como El chaparrito; qué hacía Alex Phillips cuando se llamaba Alexander Pelepiock? Y de pilón el inframundo de Juan Rulfo, el México profundo de Alfonso Núñez, el mundo submarino de Ramón Bravo, los stills de Daniel Daza y la historia de un bache de la colonia Condesa a través de la cámara de Toni Kuhn.

III

El pórtico del México Cinema de Luna Córnea es una cita de Platón. Aquella donde el filósofo expone su teoría sustancialista del ser, describiendo el interior de un cine de piojito. Curiosamente esta misma cita sirve de base a Susan Sontag para el ensayo La caverna platónica, con que arranca su célebre libro Sobre la fotografía.

"La humanidad sigue irremisiblemente aprisionada en la caverna platónica -escribe la Sontag- siempre regodeándose... en meras imágenes de la verdad..." "Será (este) un conocimiento a precios de liquidación; un simulacro de conocimiento, un simulacro de sabiduría...", "...nunca puede ser un conocimiento ético o político."

Sospecho, sin embargo, que es pura casualidad; que Patricia Gola y Alfonso Morales no se adhieren a la idea que descalifica el filo gnoseológico de la fotografía por ser un oficio de apariencias. Porque en rigor las imágenes no son sucedáneos de la verdad verdadera, sino uno de los modos del ser. Y los fotógrafos, cinematografistas y demás artesanos de la luz son demiurgos: introductores de una realidad trascendida que enriquece e ilumina.

Dice Platón en La República que nuestros ojos sólo perciben jirones de la verdad: sombras engañosas proyectadas por el fuego en el fondo de una cueva. De ser así, la imagen que dibuja la luz en el vientre oscuro de la cámara es el simulacro de un simulacro. Sombras de sombras, las fotografías son engaños a la segunda potencia, más perjuras cuanto más prometen fidelidad. Lo del verismo fotográfico es una patraña. Dibujar con luz es invención, no remedo. No es copia fiel sino mentira intencionada. No es el eco, es la voz.

Del modo en que los sueños hilvanan trozos de vigilia, los fotógrafos confeccionan fantasmas de papel con retazos de realidad acuchillada. Y cada quien tiene su mentira: sus mañas para zarandear la luz (šchilla, puta!), su manera personal de torcerle el cuello al mecanismo, a la química y a la electrónica.

Porque la fotografía no es fidedigna, pero tampoco falaz. La fotografía es mentirosa, que no es lo mismo. Tan previsible como lo verdadero es lo falso. La mentira, en cambio, es lo inesperado, el riesgo, la aventura. Lo falso es el reverso de lo cierto, la mentira es todo lo demás.

Quiero suponer, entonces, que la cita de La República, que prácticamente describe al cine antes del cine, no está en Luna Córnea con el fin de contraponer apariencia y esencia, sino quizá por una frase perdida en el largo párrafo filosófico, donde Platón se refiere a los espectáculos populares de la antigua Grecia. Pues el fondo de la cueva metafísica es -dice- "un muro semejante a las vallas que los charlatanes ponen entre ellos y los espectadores, para ocultar a éstos el juego y los secretos trucos de las maravillas que muestran".

šOrale! Según esto la celebre metáfora filosófica de Platón, que ha servido a Susan Sontag, a Luna Córnea y a mi, entre otros, para atribuirle profundidad metafísica a la fotografía y al cine que prefigura, fue tomada por el filósofo de los "charlatanes" de feria que mostraban "maravillas" a los "espectadores", mediante "juegos" de luz. Es decir, que el cine -o uno de sus precursores- es anterior a la metáfora del griego y de hecho la inspira.

Resulta, entonces, que los "trucos" con que los hombres han practicado siempre artificios de luz -desde las sombras naturales y artificiales de las cavernas prehistóricas hasta las "maravillas" de los feriantes griegos que recuerda Platón-, lejos de ser apariencias, copias, engaños o simulacros, remiten al ser. No al ser de las cosas que busca la ciencia, sino el ser del hombre: empedernido oficiante de tinieblas, demiurgo de mentiras luminosas, charlatán.

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