Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 25 de noviembre de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas
  >

Mundo

Adolfo Pérez Esquivel*

Menem y la rascada en el palenque

Para los que no conocen el palenque, es un poste vertical en la tierra utilizado por los paisanos en el campo para atar los caballos y donde los animales se rascan, cuando pueden. En el Martín Fierro, el Viejo Vizcaya, ladino y sinvergüenza, enseña a los hijos de Fierro las mañas y recovecos para sacar algunas ventajas y les dice: "Hacete amigo del juez, no le des de que quejarse; pues siempre es bueno tener, palenque para ir a rascarse".

En la vorágine política de luchas internas en el partido oficialista del Justicialismo, los viejos Viscachas y los palenques están a la orden del día, como los jueces que esperan que los rasquen. No son los únicos que están pendientes de sacar provecho utilizando todos los recursos. Uno de los más mañeros es Carlos Menem, acostumbrado a rascarse en los palenques, nacionales e internacionales. Las declaraciones del ex presidente en su campaña electoral proponen que "si gana las elecciones presidenciales para lograr la seguridad a los ciudadanos, hay que sacar al ejército a las calles para combatir la delincuencia y poner orden."

Es como pretender apagar un incendio con gasolina. Guarda silencio de su responsabilidad y complicidad de llevar al país a la actual situación de saqueo, corrupción y pérdida del patrimonio nacional, y guarda silencio de los negociados durante su gobierno que vendió las empresas nacionales a empresas transnacionales, con total sumisión para rascarse en el palenque. Pretende desconocer que las fuerzas armadas no pueden intervenir en el orden interno; están inhibidas de hacerlo por su triste y doloroso papel durante la dictadura militar y los frecuentes golpes de Estado, con el trágico saldo para el pueblo argentino.

Es curioso cómo "pierde la memoria" como el Viejo Vizcacha, cada vez que le conviene, recurre a otras artimañas. No se da por vencido en su arremetida para implantar la pena de muerte. Es una de las pocas cosas en que está de acuerdo con su enemigo político y actual presidente de la nación, Eduardo Duhalde.

Al igual que el Viejo Vizcacha, tiene quien lo escuche, como el ministro de Defensa Jaunarena; más ministro de las fuerzas armadas, que ministro de la nación, quien sale a defender a los militares y afirma que; si se anulan las leyes de impunidad, como la de Obediencia Debida y Punto Final, provocará malestar e inquietud entre los militares. Su proteccionismo a los militares asesinos pone en evidencia su complicidad.

Un ministro que sabe rascarse en el palenque del poder de turno, para continuar en el Ministerio de Indefensión Nacional, que jamás pensó en el pueblo y nunca se le escuchó una palabra para esos miles de víctimas de la dictadura militar, y nunca reclamó el derecho de verdad y justicia. Rechazamos la hipocresía y complicidad con los genocidas. El Serpaj y como premio Nobel de la Paz rechazamos rotundamente las afirmaciones de Carlos Menem y su intención de involucrar a las fuerzas armadas en los asuntos internos del país. La seguridad debe ser social, basada en el derecho e igualdad para todos. La seguridad para un pueblo debe estar basada en la salud, educación, trabajo, vivienda y una vida digna para todos. Derechos que el gobierno ha abandonado y que viola los derechos humanos, sociales, políticos, económicos y culturales.

La violencia social y estructural genera la inseguridad provocada por el gobierno, el FMI, la deuda externa y las políticas erráticas y cómplices de los centros de poder. La responsabilidad recae sobre los actuales gobernantes y quienes le precedieron. Carlos Menem es responsable de la desintegración, el hambre y la entrega del patrimonio nacional a manos de las corporaciones extranjeras. Reclamamos la renuncia del ministro Jaunarena a su cargo porque no es digno de representar al país. Las fuerzas armadas necesitan de una nueva visión y pensamiento nacional, y latinoamericano, volver a las fuentes de su memoria e historia que dieron la razón de ser de esas instituciones. Necesitan despertar a la conciencia liberadora para caminar junto al pueblo y no al margen y enfrentados permamentemente con la sociedad y de espaldas a los problemas que hoy vive nuestra nación. Están sometidas a la doctrina de la Seguridad Nacional que adquirió nuevas formas, pero los contenidos son los mismos aplicados en la Argentina y en todo el continente latinoamericano. No es posible hacerlo en las actuales condiciones y con un ministro que sólo trata de ocultar la verdad proteger y buscar la impunidad para los genocidas.

Buenos Aires, 23 de noviembre de 2002.

* Premio Nobel de la Paz 1980, y director del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) de Argentina

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año