Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 30 de noviembre de 2002
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Cultura
Se abrió la cátedra extraordinaria Margaret Atwood-Gabrielle Roy en la UNAM

Las escritoras de AL dejaron ya el intimismo, señala Poniatowska

Ahora se adentran en la pobreza y la problemática de las minorías, opina la periodista

Elena Garro, Margo Glantz y Rosa Beltrán, entre las que se apartaron de caminos trillados

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

La literatura femenina latinoamericana ha abandonado la confesión de estados anímicos para adentrarse en la pobreza y las minorías, afirmó la escritora y periodista mexicana Elena Poniatowska durante la ceremonia de apertura de la cátedra extraordinaria Margaret Atwood-Gabrielle Roy en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con la que concluyó el encuentro literario Otoño canadiense.

Poniatowska, designada Premio Nacional de Literatura y Lingüística 2002, hizo un balance de lo que es la literatura escrita por mujeres. Las autoras latinoamericanas, dijo, son como las leonas de zoológico, ''feas, opacas, las que siempre están en segundo plano, las que quedaron como costales gastados después de la última camada", mientras que los escritores son como el león, que ''pegado a los barrotes, haga lo que haga, es el rey y de un solo bocado se traga al mundo. El león, en donde quiera que esté, impone sus condiciones, la leona jamás. Carlos Fuentes alza su magnífica cabeza de león de la Metro Goldwyn Mayer, sacude sus crines de oro y saluda a otro león también coronado, Mario Vargas Llosa, que a su imagen y semejanza enseña unos dientes tan atractivos como el gato de Cheshire".

Las escritoras, expresó, ''son las comparsas de la literatura latinoamericana (...) Salvo el caso de Isabel Allende, las mujeres que escriben muy pronto dejan de creer en sí mismas", y ejemplificó con el caso de la bailarina Nellie Campobello, que entregó el archivo de Villa a Martín Luis Guzmán, quien entonces escribió su libro Memorias de Pancho Villa, mientras que Rosario Castellanos vivió condiciones similares a las de Sor Juana Inés de la Cruz y se enfrentó a una realidad ''aterradora: la mujer no es igual al hombre, es inferior, por tanto no tiene la misma capacidad para pensar y mucho menos para crear".

Pertenecer al universo del libro

Tras abandonar la literatura intimista, se pueden encontrar nombres de distintas generaciones que ''rompen con temáticas tradicionales y caminos trillados", como Elena Garro, Luisa Josefina Hernández, Margo Glantz, Aline Pettersson, Beatriz Novaro, Carmen Boullosa, Rosa Beltrán, Beatriz Espejo, Mónica Lavín, Sabina Berman, Angeles Mastretta, Laura Esquivel, Rosario Ferré, Ana Lilia Vega y Mayra Montero, a las que se suman las escritoras chicanas ''que brincan la barrera".

Ahora, señaló, ''puede decirse que la literatura latinoamericana se ha ido de la confesión a la literatura de la pobreza, porque son las mujeres las que hablan de las minorías. Al ser minoría, muchas escritoras se han aliado a los que no tienen".

Y añadió: ''La literatura de las mujeres oscila entre la supervivencia y el hecho de que en mi país casi nadie sabe leer. Escribir, por tanto, tiene que ver con la locura" y es un oficio duro. Aquí citó a la escritora canadiense Marie-Claire Blais, al decir que escribir es un viaje al interior de uno mismo. ''Para escribir hay que amar la lucha y la disciplina, el análisis interior y la reflexión".

Las escritoras mexicanas, latinoamericanas y canadienses ''pertenecemos al universo del libro, vemos en un mundo que tiene los ojos fijos en la pantalla. A nosotras nos poseen los libros, esta posesión es lo que finalmente le da sentido a nuestras vidas".

Poco antes, Margaret Atwood (Ottawa, 1939) hizo un balance de la literatura canadiense y subrayó que, contrario a lo que sucedía hace 50 años en su país, ya se puede hablar de una literatura nacional, sea anglófona o francófona. ''Los placeres de leer y escribir pueden ser complejos y ambiguos, pero son placeres reales", finalizó la novelista, poeta y ensayista canadiense.

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