¿LA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Mano a mano en Polanco
SABIDO POR MUY pocos, el nombre de la colonia Polanco
tiene un origen taurino. En el tercer tercio del siglo XIX el afamado torero
mazatleco Jenaro Santacruz Polanco, denominado capitán de gladiadores,
como se conocía entonces a los matadores, adquirió un rancho
en las inmediaciones de la Hacienda de los Morales. Al paso del tiempo
el hombre fraccionó su rancho, que el público, para abreviar
nombre y apellido, comenzó a identificar como "los terrenos de Polanco".
Hoy, de algún modo, la tauromaquia vuelve a la sobresaturada zona.
SE CONOCE COMO mano a mano aquel festejo taurino,
corrida o novillada, con toreros de a pie o de a caballo, en que alternan
únicamente dos diestros para lidiar las reses anunciadas. Cuando
en México hubo criterios empresariales y ganaderos más lúcidos
en materia taurina, los manos a mano constituyeron apasionantes confrontaciones
no sólo de actuantes, sino de partidarismos, apasionamientos y auténticas
catarsis colectivas. Hoy, ni con ocho toros y cuatro pretendidos ases se
consigue la ansiada purificación del espectador.
POR ELLO HACE muy bien la Alianza Francesa de México
en ofrecer manos a mano de índole menos enrarecida que la actual
tauromaquia, en esta ocasión con la comparecencia de dos pintores
que a través de su arte, así sea en un esteticismo emergente,
recuperan el misterio que entraña el culto táurico, hoy ausente
de los ruedos por la ausencia del auténtico toro bravo.
ASI, A PARTIR del próximo 3 de diciembre
alternan en el Centro Polanco de la citada Alianza (Sócrates 156,
esquina con Homero), el mexicano Rafael Sánchez de Icaza, ganador
este año del concurso de pintura de la plaza de Las Ventas, de Madrid,
y colaborador en la sección taurina de La Jornada, y el francés
Gérard Saurin, originario de la taurinísima ciudad de Nimes,
antigua población de la Galia cuyos bares y cafés están
decorados no con carteles impresos sino con pinturas, dibujos y esculturas
originales, y cuyo anfiteatro romano fue convertido en acreditada plaza
de toros.
MANO A MANO parejo y natural, no forzado como los
actuales, entre un pintor con un lenguaje taurino de la ciudad de México
y un pintor con un lenguaje taurino de la ciudad de Nimes, ambos prudentemente
alejados del obsoleto cartelismo que aún prevalece en la fiesta
de toros de nuestro país, tanto por la poca iniciativa de los impresores
como por la chata imaginación de los empresarios, que mejor optaron
por promover poco y mal el mediocre espectáculo que ofrecen. El
mano a mano arranca con las obras colgadas en los muros pero continúa
en la obra que los dos artistas realizarán durante la inauguración
ante la mirada de los asistentes, lo que le añade un carácter
"vivo" a este singular cotejo pictórico internacional.