Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 8 de diciembre de 2002
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Capital

Angeles González Gamio

Recuerdos guadalupanos

Hoy es una fecha propicia para recordar hechos, sucedidos, monumentos y leyendas que rodean la aparición de la venerada imagen de la Virgen de Guadalupe, indudablemente la Patrona de México. Iniciando en los orígenes, cabe traer a la memoria que en un cerrito a las afueras de México Tenochtitlan, los aztecas veneraban a la diosa Tonantzin, la de las dos caras, dos bocas y ojos enormes, según la descripción de don Lorenzo Boturini. La impresionante figura estaba esculpida en una gran peña saliente. Allí mismo se le apareció la Virgen al indio Juan Diego.

Como todos sabemos, pidió al indígena que en ese sitio se le levantara un templo y le indicó que fuera con el obispo para solicitarlo. La prueba definitiva fue la tilma cargada de rosas, donde apareció la imagen de la virgen morenita, que habría de convertirse en la madre espiritual de los mexicanos. Es interesante señalar que todos los sitios donde se desarrolló esta prodigiosa historia-leyenda están allí, aún plenos de creyentes que los veneran como lugares sagrados. Una excepción es el antiguo Palacio del Arzobispado, a pesar de que allí apareció por vez primera la imagen de la Guadalupana en la tilma de Juan Diego, frente a los azorados ojos del obispo Zumárraga. Ahora ese majestuoso edificio está convertido en museo de la Secretaría de Hacienda.

En contraste, en la Villa de Guadalupe perviven varios lugares de veneración, comenzando por la capilla del Cerrito, obra del insigne arquitecto Francisco Guerrero y Torres. En estilo barroco, la parte central de la fachada es de cantera dorada y la engalanan columnas estípites; semeja una gran portada. A los costados, sustituye las torres por dos cuerpos de avinado tezontle que sostienen dos pares de campanas colocadas en sendos arcos, arquitectura extraña pero interesante, que nos habla de que el arquitecto, autor de algunos de los palacios virreinales más bellos, como el de los condes de Calimaya, actual sede del Museo de la Ciudad de México, aquí se permitió ciertas extravagancias, que alcanzaron su mayor expresión en la capilla del Pocito, considerada entre las 20 joyas de arquitectura barroca del país, de la que hablaremos en otra ocasión.

Ya hemos mencionado šun galeón! Sí, no es una fantasía, es un monumento que mandaron hacer unos marineros agradecidos de que la Virgen los salvó cuando perdieron el timón en medio de un fuerte temporal. Ellos prometieron que si llegaban a tierra le llevarían a su santuario el palo de la embarcación. Al llegar sanos y salvos a las playas de Veracruz, de inmediato se prepararon para cumplir su promesa, llevando en hombros hasta la Villa el conjunto de palos del navío, y colocaron su ofrenda dentro de la construcción de piedra para defenderla del paso del tiempo.

Como éste, hay miles de milagros que se atribuyen a la Virgen morena; de ello hay pruebas en los centenares de exvotos de distintos siglos que muestra el museo de la Basílica de Guadalupe, algunos verdaderas obras maestras del arte popular.

Resulta notable la actualidad que guarda la devoción guadalupana. Hoy, al igual que hace 350 años, acuden multitud de peregrinaciones, algunas que vienen de lugares remotos, para visitar el santuario, especialmente en estas fechas en que se conmemora el santo de la Virgen. En este evento nada se escatima: hay flores, música, danzas, cantos, velas y veladoras y tremendas malpasadas, pero poco importa, lo trascendente es festejar a la Madrecita que comparte penas y alegrías, más de las primeras que de las segundas, pero lo relevante es que para los peregrinos siempre esta allí, cobijándolos con su manto protector.

Esta zona constituye uno de los corredores turísticos que está impulsando la Secretaría de Turismo del Gobierno del DF, que dirige con talento la historiadora Julieta Campos, por lo que se realizan diversas obras que protejan esos tesoros y faciliten la visita a los millones de peregrinos y visitantes. Pronto va a haber una plaza gigantesca, que diseñó el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez y que va a estar decorada con esculturas de Javier Marín, joven y afamado artista que le va a imprimir un toque contemporáneo al recinto guadalupano.

Y ya se terminó el espacio, así es que compremos unas aromáticas y sabrosísimas gorditas de la Villa, envueltas en colorido papel de china, para degustarlas en casa acompañadas de un chocolatito caliente, lo mejor para los fríos invernales.

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