Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 11 de diciembre de 2002
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Economía

Alejandro Nadal

Revisar el TLCAN agropecuario

Un tratado internacional no está labrado en piedra para siempre. Es un instrumento que codifica rutinas y procedimientos en las relaciones entre naciones, y como tal debe estar diseñado para evolucionar. Ningún tratado internacional duradero permanece sin reformas. La dinámica de las relaciones internacionales impone la necesidad de transformarse. Por eso los tratados contienen cláusulas para adaptarse a los cambios.

Si esas cláusulas son ignoradas, un tratado se convierte en obstáculo para la evolución normal de una economía. En ese caso, la venganza es implacable: los cambios económicos, las transformaciones tecnológicas o las revoluciones se encargarán de hacer obsoleto cualquier tratado y lo enviarán al museo de convenios inservibles.

La coyuntura del arancel cero en el capítulo agropecuario del TLC para el año 2003 es motivo de movilizaciones de los productores mexicanos. El reclamo para revisar ese capítulo es justo y de gran importancia. Desgraciadamente el gobierno induce a engaño al afirmar una y otra vez que el TLCAN no se puede reabrir. Eso es falso.

Lo cierto es que, le guste o no al Presidente, el campo está en crisis y llegó el momento de invocar los capítulos que permiten adaptar el TLCAN a esta realidad. Hay varios apartados que permiten cierto margen de maniobra para el sector agropecuario: capítulo VIII sobre medidas de emergencia o cláusulas de salvaguarda, capítulos XIX y XX sobre controversias y, finalmente, el artículo 2202 sobre enmiendas.

Las medidas de emergencia permiten aumentos de la tasa arancelaria y suspensión del calendario de desgravación. Esas medidas se pueden decretar unilateralmente durante la transición y con el consentimiento de las partes una vez concluido dicho periodo. Hoy la transición en el capítulo agropecuario todavía no concluye, y en el caso del maíz (que representa alrededor de 60 por ciento de la superficie cultivada) la transición expira formalmente en 2008.

Claro, hoy ni siquiera se cobra la sobre tasa normal prevista en el sistema arancel-cupo del maíz. Así que hay pocas esperanzas de que se pueda aplicar una medida de emergencia de esa índole. Toca al gobierno de Fox explicar por qué su gobierno es el enemigo del sector maicero.

Las cláusulas sobre controversias en caso de subsidios ofrecen otra vía de acción. Los subsidios a la agricultura en Estados Unidos, superiores a 18 mil millones de dólares anuales, van contra la letra del TLCAN y el acuerdo sobre agricultura de la OMC. El gobierno mexicano debería proceder de inmediato a imponer una cuota compensatoria en los términos de los capítulos XIX y XX del TLCAN y abrir un procedimiento de controversia. La posibilidad de recurrir a los mecanismos previstos en los acuerdos de la OMC no está cerrada, a pesar de lo que dispone el primer capítulo del TLCAN.

La crisis en el sector agropecuario de México no es casualidad. Es la culminación de décadas de abandono y de una guerra decretada por los gobiernos neoliberales que siempre se opusieron a los apoyos para el campo. Por eso había que restructurar la agricultura, expulsando a unos 2 millones de productores para que el país pudiera aprovechar sus "ventajas comparativas" y reasignar los subsidios del campo para la esfera financiera.

En sus revelaciones sobre las negociaciones del TLCAN, Salinas afirma que la perspectiva de que se firmara el acuerdo sobre agricultura en el marco de la OMC fue determinante para incluir el sector maicero en el tratado. Pero no menciona que ese acuerdo mantenía una flexibilidad que su TLCAN negaba a los productores mexicanos. Entre otras cosas, considera aspectos de la agricultura no relacionados con el comercio, como son la seguridad alimentaria y el medio ambiente, y abre las puertas no sólo a mayores apoyos internos, sino a excepciones en materia de calendarios de desgravación. Ahora México debe buscar reubicar sus preocupaciones en el tema agrícola en el seno de la OMC en lugar de instalarse en el TLCAN.

El gobierno no tiene la estatura para ver más allá del pequeño jardín de delicias construido por su mercadotecnia. Se ha congelado en la parálisis, no sólo ante la apertura, sino también en materia de política monetaria y fiscal. Frente a la urgente necesidad de actuar en el sector agropecuario y de cara al TLCAN, sólo afirma que no se va a renegociar el tratado. Y Usabiaga únicamente alcanza a repetir las más desafortunadas frases del periodo salinista: "o los productores se vuelven eficientes con los parámetros internacionales o mejor se buscan otra cosa". Quizá lo que van a buscar es un sarcófago para el TLCAN.

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