Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 15 de enero de 2003
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Política

José Steinsleger

Ushay (en quichua) es poder

Con los nombramientos de Nina Pacari en Relaciones Exteriores y Luis Macas en Agricultura, el gobierno del presidente Lucio Gutiérrez ha dado una vuelta de tuerca más a lo que usualmente se entiende por "izquierda" y "derecha", libertad y democracia, Estado y nación, cultura y sociedad.

Sin sangre, sin vanguardias ideológicas tentadas a conducir pueblos que no se enteran de su existencia, y sin la asesoría de intelectuales y tecnócratas de importación, la designación de la otavaleña Nina Pacari y el saraguro Luis Macas en el gabinete de Gutiérrez resume siglos de lucha y resistencia tenaz de los pueblos antiguos del Ecuador.

Ambos ministros simbolizan el espíritu opuesto del erudito indígena Francisco Eugenio de Santa Cruz y Espejo (1747-95), aquel hijo de indio y mulata, precursor de la independencia, médico, escritor, periodista y traductor de los Derechos del hombre que vivió, luchó y murió negando su condición mestiza.

La tragedia marginal y desdoblada de Espejo consistió en haber despreciado los levantamientos indígenas del Tahuantinsuyu, ubicándose al lado de la aristocracia independentista criolla, sufriendo persecución, destierro, cárcel y grillete en una mazmorra colonial de la que salió poco antes de morir. Pero la historia patria jamás cuestionó que su defunción fuese inscrita en el libro destinado a indios y negros.

Pacari y Macas, en cambio, son indios que en sus textos y opiniones han contribuido a romper el círculo vicioso y la confusión que anima la discusión de lo étnicamente puro, noción reaccionaria que a juicio de ambos surge precisamente de una intelectualidad mishu (mestiza), formada en la cultura prejuiciosa y colonizada del canon occidental.

Ex presidenta del Consejo Nacional de Planificación de los Pueblos Indígenas y Negros, integrante de la Asamblea Nacional Constituyente que elaboró la Constitución actual (1998) y vicepresidenta del Congreso Nacional (cargo que nunca había ocupado una indígena), Nina Pacari deberá explicar al mundo que Ecuador es un país plurinacional, pluriétnico y pluricultural, a más de renegociar el convenio de la base militar de agresión contra los pueblos andinos que el Pentágono tiene en la ciudad-puerto de Manta. Respecto al Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), proyecto de anexión de Estados Unidos, Pacari declaró a una agencia de noticias: "Sería un suicidio para Ecuador entrar al ALCA. Ni siquiera se garantizaría al gran empresariado nacional" (Ips, 06/01/03)

Por su lado, Luis Macas es un "príncipe de la política" que en primer lugar irradia un poder que sabe ejercer sobre sí mismo, sabiendo también reír y mantener distancia del encomio excesivo. Como titular de Agricultura, el líder histórico de los indios ecuatorianos tendrá la azarosa misión de revertir el proceso de altísima concentración de la tierra en pocas manos.

País castigado por el hambre y la desnutrición, la FAO ha observado que sólo la cuenca del río Guayas, región donde radica el núcleo más agresivo y entreguista de la oligarquía ecuatoriana, podría abastecer a 40 millones de habitantes. Sin embargo, la propiedad monopólica de la tierra articulada al capital financiero permite que 1.2 por ciento de los terratenientes y las trasnacionales de la agroindustria controlen 66 por ciento de la tierra cultivable, en tanto 90 por ciento de los agricultores pequeños posee parcelas no superiores a 10 hectáreas, la mayoría ubicada en laderas y pendientes pronunciadas de difícil cultivo.

Macas asegura que la participación en el gobierno de Lucio Gutiérrez es un desafío más para el movimiento indígena y los movimientos sociales del campo y la ciudad, y "sólo un paso más en la construcción de un país más equitativo y solidario". Explica: "Ushay, en quichua, es el poder para perfeccionar las condiciones de vida y la capacidad de desarrollarnos colectivamente. El gobierno puede ser una instancia más de seguir construyendo el ushay". Mientras Nina Pacari considera que "el hecho de aceptar cargos en el nuevo gobierno, no debe institucionalizar al movimiento indígena ni a los movimientos sociales".

Situados a años-luz de la cloaca de entreguismo y corrupción en la que devino la política ecuatoriana, los nuevos ministros indígenas del Ecuador respiran una sencillez, una simplicidad y un don de gentes que, sin duda, deberían servir de ejemplo y modelo de las generaciones presente y futura de polìticos latinoamericanos. Pero más allá de la suerte del nuevo gobierno, que hoy toma posesión en Ecuador y ya cuenta con poderosos enemigos, ambos nombramientos son muestra de una voluntad política extraordinaria: a 510 años del descubrimiento y 200 de la emancipación, la historia republicana de América jamás había delegado en los indios sus asuntos de Estado, palabra que en quichua no existe.

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