Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 29 de enero de 2003
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Política

Arnoldo Kraus

Morir en Chiapas

El gobierno de Chiapas emitió después de la muerte de los recién nacidos un desplegado cuyo título ofende. Dice: Gobierno de Chiapas. Uno con todos. Elementos para comprender el deceso de niños en el hospital de Comitán, Chiapas. El final tampoco es afortunado e irrita. Dice: El presidente Vicente Fox ha demostrado un firme compromiso con el desarrollo de Chiapas y participa en los esfuerzos cotidianos para el bienestar colectivo.

La ofensa radica en la palabra comprender: es imposible entender la muerte de recién nacidos sobre todo cuando todos los decesos ocurren en el mismo sitio y al mismo tiempo. La comprensión tendría lugar si en ese hospital hubiesen fallecido familiares del gobernador Salazar Mendiguchía o de los ex mandatarios priístas.

Justificar la muerte de recién nacidos es una forma barata y light de aceptar el fracaso. La irritación radica en las alabanzas a Fox que se contradicen con las afirmaciones del mismo texto: "el problema de infraestructura, una de las causas reconocidas por la Organización Panamericana de la Salud en el deceso de infantes, no fue atendido por la Secretaría de Salud federal el año pasado. En 2002 no se destinó un solo peso para inversión en Chiapas". Enfada también porque concluye afirmando que los chiapanecos han integrado una cruzada por la salud.

Al Hospital General de Comitán no llegó la cruzada, pero sí sembró muchas cruces: un poco de suspicacia hubiese bastado para saber que los 32 niños no murieron por 32 causas diferentes, sino por una epidemia, ni reconocida ni aceptada ni entendida, y lo que es peor, ni pronunciable.

El corazón del manifiesto es también desalentador y permite concluir que quienes lo narraron no comprenden ni la magnitud del problema ni que fue una epidemia la que produjo las muertes.

Aducen los expertos:

1. Hubo un incremento importante en el número de recién nacidos que requirieron atención.

2. Estos recién nacidos presentaban una situación de gravedad.

3. Hubo un inadecuado control prenatal en la mayoría de los casos.

Para que los tres puntos anteriores tengan validez y peso suficiente "para comprender el deceso" de los niños, el gobierno debe demostrar que:

1. El "incremento importante" en el número de recién nacidos fue mayor en diciembre 2002 y enero 2003 que, por ejemplo, en julio 2002 o enero 2002. Es decir, que el hospital se saturó en esta época y no en otras.

2. Los niños y niñas que fallecieron y que "presentaban una situación de gravedad (sic)", seguramente padecían 32 enfermedades graves amén de que en meses o años anteriores el hospital no había confrontado situaciones similares. Es decir, las enfermedades de los recién nacidos presentaron una situación inédita en la vida del nosocomio.

3. Es de suponer que el control prenatal inadecuado en la mayoría de los casos fue también único y más grave que en meses o años previos, pues anteriormente no se habían presentado condiciones parecidas.

El elegante, impreciso, erróneo, inexacto, cuestionable y costoso manifiesto -una página completa en La Jornada del 17 enero pasado- evita hablar de epidemia. Desahoga su culpabilidad en verdades intocables -pobreza, hospitales sin recursos, falta de control prenatal, etcétera- de las cuales no son responsables ni el gobierno actual de Chiapas ni el presidente Fox, pero omite la verdad: omite confrontar el descuido, la negligencia y la irresponsabilidad. En eso, en la "epidemia de no reconocer", radica uno de nuestros mayores fracasos.

Por si fuese poco, el gobierno pretende subsanar sus errores exhumando a los recién nacidos para practicarles autopsias en condiciones deplorables. ƑCreen realmente los peritos, las autoridades y los médicos que las autopsias aclararán las causas de las muertes? ƑPor qué no mejor decir la verdad?

A pesar de que se han detectado bacterias patógenas en el área de pediatría, que son la causa de la epidemia, Salazar Mendiguchía sigue sosteniendo que no se tiene "ningún dictamen que indique que hay un problema sanitario" y afirma que los recién nacidos llegaron en condiciones graves al hospital. A estas alturas es lamentable y sorprendente la falta de sensibilidad del gobernador a quien remito a Rudolf Virchow.

Virchow fue patólogo, antropólogo y politólogo. Murió en 1902 y contribuyó, entre otras áreas, al desarrollo de la patología y de la teoría celular. Ejerció también la política y entendió que las enfermedades se vinculan con los fenómenos sociales. Ha pasado más de un siglo desde que escribió "si la enfermedad es una expresión de la vida del individuo bajo condiciones no favorables, entonces las epidemias deben ser indicadores de alteraciones en los propios humanos y en la vida de las masas".

El manifiesto y Salazar deben remitirse a Virchow y no a las conciliadoras opiniones de la Organización Panamericana de la Salud.

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