Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 30 de enero de 2003
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Cultura

Habla José Ramón Enríquez, autor y director de la obra Epifanio, el pasadazo

Recuperan las nuevas generaciones de teatreros el gozo por el hecho escénico

''El montaje es una especie de auto sacramental bastante heterodoxo, de risa amarga''

Intenta reflejar al país como un gran esperpento, carente de discursos congruentes

CARLOS PAUL

A partir de la picaresca y la mística que viene del teatro del siglo de oro mexicano y que pervive hasta nuestros días, el creador escénico José Ramón Enríquez pone en escena Epifanio, el pasadazo, obra en la que cuestiona los discursos sociales de los partidos políticos que no ofrecen alternativas, así como a la ''pequeña burguesía que rechaza a los jodidos".

Escrita y dirigida por Enríquez, el montaje retoma a dos personajes del texto La rodaja, también de su autoría, que son Cocolete y Armadillo, dos granujas de la ciudad de México, para representar ''una especie de auto sacramental bastante heterodoxo, de risa amarga".

La obra, ''como su nombre lo indica, es una especie de epifanía, una manifestación de Dios, que tiene como antagonista a Teofilita, la amada de Dios. Anécdota que surgió -explica Enríquez-, cuando al salir de una iglesia, cruzando la calle, se me acercó un pasadazo con los brazos abiertos. Yo me asusté y lo detuve con un gesto de la mano; el chavo a su vez se espantó y en su carrera se fue sobre un coche, el conductor entonces sacó una pistola y el cuate aún más asustado se fue corriendo por otra avenida.

''Esa situación real me impresionó", cuenta el dramaturgo.

''El joven, quién sabe qué estaría pensando cuando se dirigió hacia mí, pero yo en vez de atender lo que quizá era un grito de auxilio, lo rechacé. Luego de reflexionar sobre el hecho, lo convertí en la anécdota de la obra, es decir, por un lado planteo una epifanía en los más jodidos y, por otro, qué es lo que la pequeña burguesía hace al no reconocerlos o rechazarlos, para de alguna manera cuestionar el hecho de que se nos están acabando los discursos políticos y sociales y reflexionar sobre lo que les decimos a los jodidos.

''Ahora todo es rollo, tanto de izquierda como de derecha, y un poco la obra es eso, pero son ideas que se exponen mediante el humor negro del esperpento, el cual, como diría Valle Inclán, es ver la realidad en un espejo deformado; y como la realidad es deforme y el espejo está deformado, espero que el espectador saque en su mente una línea recta.

Doctrina de la fe, un retroceso

Epifanio..., abunda Enríquez, ''intenta reflejar al país como un gran esperpento, en cuyo fondo hay un gran dolor. Sin embargo -añade- creo que puede haber una esperanza, pues soy un hombre de fe que a final de cuentas piensa que de alguna manera vendrá una resurrección. Pero aclaro, eso me lo dice la fe, la razón me dice que no hay por dónde, que no hay discursos congruentes.

''Los partidos de izquierda se pelean migajas, la derecha no sabe ni cómo se llama, la democracia nos queda grande y parecería que están preparando el retorno del PRI. Veo un futuro lamentable, pero no es que me ría de ese futuro, sino que ese futuro lo veo reflejado en mí y me río de mí, de la incapacidad de mi generación para elaborar un discurso comprensible. Hoy más que nunca los elementos de la sociedad son islas que se comunican de una ribera a otra."

Como militante de izquierda, para Enríquez ''ni los partidos son una Iglesia, ni la Iglesia es un partido. En el terreno político -enfatiza- no puede haber respuestas religiosas, como algunas organizaciones con ese carácter quieren hacerlo.

''Está el caso -puntualiza-, de la nueva sagrada Inquisición que ahora se llama doctrina de la fe y que acaba de sacar el Vaticano -por medio del cardenal Ratzinger- como una serie de normas para elenriquez_cut03 político cristiano, y eso es espantoso, eso es regresar a los tiempos de la Inquisición. En esa carta (doctrina de la fe) el Vaticano se dirige a los políticos católicos exigiéndoles que no voten por ciertas leyes, como por ejemplo las que hablan del aborto o la homosexualidad, por mencionar el terreno moral. Nuevamente tratan de manejar la conciencia de los políticos y crear un partido católico, lo cual es un retroceso bárbaro.

''Ahora, como creador escénico y como lo escribí alguna vez -expresa el también poeta y autor de cerca de 20 obras teatrales-, hago teatro para participar en una liturgia laica que viene del pasado y busca afectar el mundo del futuro."

Sin esperanza, empieza el juego

Epifanio... ''quiere ser una especie de auto sacramental bastante heterodoxo, de risa amarga, pero de risa, en el que además -confieso- mi trabajo creativo se ve reflejado en el personaje de Teofilita, cuando ella dice: 'lo único para lo que sirvo y sé hacer es papirolas'. La metáfora hace referencia a lo que yo sé hacer, que son libros. La gran cuestión es si lo que hago -a mis 58 años- sirve para algo cuando conoces las cifras de las enfermedades y la pobreza, y cuando sabes que podrían detenerse esas situaciones con la décima parte con lo que se calcula van a costar las bombas que Estados Unidos quiere tirar en Irak.

''Ante esa realidad, mis papirolas, mis subidas al escenario, Ƒsirven para algo? Esa es la gran pregunta y no me toca a mí decir si sirve o no. Lo único que espero es que sirva para algo.''

Para Enríquez, ''la esencia del brutal neoliberalismo que vivimos es el capital especulativo, es decir, el capital que no existe, elemento con el que no contábamos cuando se reflexionaba en un cambio social. Ahora, de pronto, el capital no tiene nombre. Los corporativos no tienen un dueño. Y creo que ante la globalización del capital y los medios de comunicación, entre otras cosas, desde la izquierda ya se nos acabó el discurso y hay que reconstruirlo".

Sin embargo, añade, ''también es importante explorar y cultivar la liturgia laica de lo bello, el quehacer artístico. Parte de las obligaciones de esa labor es crear los elementos para que las personas gocen, no nada más para que se concienticen de algo, sino para que sencillamente gocen.

''Vengo de una generación en la que el amor era revolucionario. Fuimos, quizá, la única generación que cogimos sin miedo, no existía el sida; las anteriores generaciones -hasta las del Renacimiento- le tenían miedo a la sífilis.

''Confieso que he cogido y que me gusta rezar, que soy profundamente pícaro y hombre de fe, por lo que creo que hay ciertos espacios que se ganaron y se ganan por el gozo.

''Lo lúdico o litúrgico laico que se perdió con la Ilustración para convertirse en un razonamiento sicológico y otras cosas -expresa Enríquez- creo que lo están recuperando la nuevas generaciones de teatreros. Pienso que aun cuando todavía quedan reminiscencias del azote y la amargura como elementos de lo teatral, se empiezan a abrir al gozo de hacer teatro.

''Considero que mi generación es triste, porque fue alegre y las generaciones que vienen son alegres porque son tristes; esto a lo mejor se produce, porque cuando no tienes esperanza, empiezas a jugar. Vamos como a una especie de recuperación de lo barroco, del placer por el hecho escénico.''

Puesta en escena con estudiantes

José Ramón Enríquez reflexiona: ''Creo que les hemos implantado a nuestros actores un superyó terriblemente fuerte, un policía que los tiene siempre pensando si está bien o mal lo que hacen, y les hemos roto la seguridad. Pienso que debemos ofrecerles menos superyó y más suelo para pisar, mayor seguridad, porque si no, el teatro va a ser una tortura para el actor y para el espectador".

Epifanio, el pasadazo será puesta en escena por un grupo de alumnos del Centro Universitario de Teatro (CUT), de la Universidad Nacional Autónoma de México, como parte de su graduación. ''Es un trabajo en el que todos aportaron mucho" y que será estrenado el 7 de febrero, a las 20 horas, en el foro del CUT en el Centro Cultural Unversitario, en Insurgentes sur 3000.

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