Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 8 de febrero de 2003
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Política
DESFILADERO

Jaime Avilés

La hora de las bestias

El Guernica de Picasso, símbolo de todo aquello que, más de medio siglo atrás, prometimos que no habríamos de repetir nunca

SE ACABO EL JUEGO. Tal como estaba previsto, el martes 4 de febrero llegó a Estambul la caravana de autobuses que partió de Londres el sábado 25 de enero, en la que viaja el reportero estadunidense John Ross junto con un grupo de pacifistas americanos y europeos, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, que han renunciado a todo en nombre de las más altas aspiraciones de la humanidad, y a su propia vida, para oponerse a la guerra de Baby Hitler contra el mundo.

Por despachos de prensa ahora sabemos que, después de una grata escala en la antigua Constantinopla, donde armó un gran revuelo mediático, la comitiva transita ya por los malos caminos del norte de la Mesopotamia rumbo a Bagdad. En ese lugar, sus integrantes se convertirán en escudos humanos ''para defender al pueblo de Irak, no a Saddam Hussein'', de la más inclemente lluvia de bombas convencionales que haya conocido jamás la historia de nuestro planeta, y que, según filtraciones del Pentágono, tendrá por sus efectos destructivos la misma potencia de una bomba nuclear.

Los pronósticos para John Ross, y por lo tanto, para sus amigos, y por lo tanto para millones de civiles iraquíes, desgraciadamente son terribles. Maniatado por la oposición activa de Francia, Alemania, Rusia y China en el Consejo de Seguridad de la ONU, Baby Hitler envió el miércoles a su secretario de Estado, el general Colin Powell, a ofrecer a la opinión pública del planeta las supuestas pruebas "irresistibles" que posee la Casa Blanca acerca de los "peligrosísimos" arsenales secretos de Hussein.

¿Qué mostró el veterano asesino de la guerra del Golfo? Mierda pura: unas grabaciones telefónicas que nada revelan, unas fotografías satelitales que en absoluto avalan sus acusaciones sobre los depósitos de armas químicas de Irak y un tubito de cristal que podría guardar, según dijo, suficiente ántrax como para aniquilar a millones de estadunidenses en una sola jornada.

De acuerdo con la aplastante maquinaria propagandística de Baby Hitler, después del show de Colin Powell, "61 por ciento de los estadunidenses" -o sea, apenas 610 personas entre mil que fueron encuestadas por teléfono en una población de 270 millones de habitantes- "respalda ya una ofensiva" contra la dictadura de Hussein. Así que, menos de 24 horas después, montado en esta nueva ola de "fervor patriótico", Baby Hitler irrumpió inesperadamente en todos los canales de televisión de su país y le dijo al tirano de Irak: "Se acabó el juego".

Al mismo tiempo, el secretario de Defensa de Baby Hitler, Donald Rumsfeld, comparó a Alemania con Cuba y Libia por su negativa a sumarse a los planes de guerra, desatando sobre el gobierno de Berlín una presión diplomática alarmante que puede sumergir al mundo en una espiral de consecuencias políticas y militares incontrolables. Estados Unidos -escribió el célebre novelista inglés John Le Carré, el jueves en La Jornada- ''ha entrado en uno más de sus periodos de locura histórica'', pero en esta ocasión, agregó, las perspectivas son más sombrías que nunca.

La conquista de Irak puede, en primer lugar, extender la guerra a todo el mundo árabe, pero sobre todo colocaría una bota sobre el cuello de China, cuyo futuro desarrollo en materia de energéticos y suministro de agua estaría condicionado por Washington. Para ninguna potencia de la Tierra la sangrienta jugada de ajedrez que planea Baby Hitler será más nociva que para China. Y China, que lo sabe y no oculta su preocupación, cuenta sin embargo con los alfiles nucleares de la pequeña Corea del Norte, que no ha dado ninguna señal de respeto a Estados Unidos.

Meses atrás, Corea del Norte disparó un poderoso misil, capaz de transportar una ojiva nuclear en su estructura, y lo hizo caer en medio del océano Pacífico. Cuando los expertos midieron la distancia que había recorrido el obús reconocieron, no sin caras largas, que si el proyectil hubiera sido lanzado hacia Oriente Medio habría podido impactar sobre Israel. Pese a este mensaje inequívoco, Estados Unidos respondió con suma cautela, pero intensificó sus preparativos para invadir a Corea del Norte, creando otro foco de tensión que debe preocuparnos a todos.

Nada de lo que ha leído usted hasta aquí es nuevo ni pretende serlo, pero la noticia más desalentadora que registró la bitácora de esta semana se produjo en el seno mismo de Naciones Unidas, donde alguien -¿por instrucciones de quién, con el permiso de quién, a título de qué?- ordenó el martes 28 de enero que fuera cubierta con sábanas y banderas la gran réplica del Guernica de Pablo Picasso que presidía el salón de sesiones del Consejo de Seguridad como un recordatorio de lo más aborrecible que hemos hecho.

Muy malos deben ser los tiempos que vivimos y muy negro el futuro que nos aguarda cuando el organismo que nació como expresión del acuerdo supremo de todos los pueblos de la Tierra, después de la Segunda Guerra Mundial, oculta con vergüenza, con hipocresía, calladamente, con repugnante disimulo, una obra de arte que es también el símbolo de todo aquello que, más de medio siglo atrás, juramos que no habríamos de repetir nunca.

Hoy, con el Guernica cegado para que no vea lo que viene, sólo nos queda preguntarnos, temblando, precisamente eso: ¿qué viene?

No que no, sí que sí

Confieso que leo este periódico y visito muchos otros diarios de México y del mundo por la Internet, y no entiendo nada. En Inglaterra, los sindicatos que son la base del Partido Laborista británico se han cansado de advertirle a Tony Blair que si acompaña a Baby Hitler en la carnicería de Irak renunciarán a esa organización política sin pensarlo, dejándola vacía, reducida a un simple cascarón, a fin de provocar una crisis en el Parlamento que a la postre suscitaría la caída del gobierno de Blair. Pero el primer ministro responde, sabiendo que se está jugando el pescuezo: ''tendré que ser más persuasivo".

En México, después de la gran manifestación campesina del viernes de la semana pasada, cuyo dato más estremecedor fue la cara de tristeza, de soledad, de desesperanza de sus participantes, el presidente Vicente Fox sube al estrado y afirma que en este país "no hay crisis en el campo". Al día siguiente, no una semana, tampoco un mes o un año más tarde, se desmiente y afirma, tan quitado de la pena, lo contrario: que sí hay crisis en el campo, pero que no la provocó su ''gobierno'', sino que fue consecuencia del programa revolucionario de la Constitución de 1917.

Por fortuna, a pesar de estos disparates, la movilización agraria parece avanzar con cierto éxito rumbo a la mesa de negociación auspiciada por la oficina de Bucareli; sin embargo, poco pueden esperar de ese diálogo las organizaciones que tendrán como interlocutor a los representantes de un Poder Ejecutivo sin pies ni cabeza ni memoria inmediata, que no recuerda lo que dijo la víspera y que no calcula tampoco lo que dirá mañana, porque carece de proyecto, de táctica y de estrategia, porque no sabe dónde está parado ni adónde pretende ir.

Fox ha elegido el peor momento para ausentarse de sí, un hecho que sería muy grave en cualquier circunstancia, pero que en las actuales condiciones del mundo, con un demente que conspira contra la humanidad al otro lado de nuestras fronteras, nos coloca a merced de la tempestad, como una lancha sin timón o remos, ante la furia de un mar enloquecido.

Pero gobernar es también el arte de prevenir. ¿Qué posición adoptará México si cualquiera de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU ejerce su derecho de veto contra Estados Unidos y Baby Hitler, no obstante, ataca a Irak? ¿Cómo reaccionaremos en el campo de la diplomacia si la tozudez estadunidense y británica destruye las reglas internas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, y Alemania y Francia se mantienen al margen de sus aliados europeos?

Rota la ONU, rota la OTAN, ¿obedeceremos como peones de rancho las reglas que nos dicte la Casa Blanca? ¿Qué mensaje transmitirá México al mundo si queda disuelta la legalidad internacional? No nos refocilemos con estas preguntas cuyas respuestas conocemos de antemano. Dado el alto vacío que impera en la cúpula del "gobierno" de Fox, no deja de asombrar el silencio que al respecto guardan los partidos políticos y las organizaciones de la sociedad civil.

Estamos ante la inminencia de una guerra que va a trastocar por completo el orden mundial que conocemos, pero esto no parece inquietar al PAN, mucho menos al PRI y no se diga al PRD, ni a las cámaras de Diputados y Senadores, ni a las ONG, ni a la izquierda extraparlamentaria ni a nadie. En las montañas del sureste mexicano, por ejemplo, Marcos dedica toda su energía a impulsar un debate sobre la pureza de la dirección perredista, como si no hubiera en la agenda del país y del mundo un asunto más urgente -y táctica y estratégicamente más provechoso- que tratar. Lo repito: confieso que no entiendo nada.

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