Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 23 de febrero de 2003
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Editorial
 

ITALIA: LA DESOBEDIENCIA CIVIL EN ACCION

Hace una semana enormes manifestaciones llenaron las grandes ciudades en todos los continentes para expresar su oposición a la guerra. Las más numerosas se efectuaron en los países con gobiernos que se han sumado a la escalada bélica. En Roma, Italia, más de 3 millones de personas condenaron el belicismo de Estados Unidos y el servilismo de su primer ministro, Silvio Berlusconi.

Sin embargo, el clamor global por la paz no fue escuchado por los mandatarios que apuestan por las hostilidades. Ese fue el caso del primer ministro Berlusconi, quien cree poder hacer olvidar con una guerra al servicio de Washington las acusaciones sobre sus lazos con la mafia y sus condenas judiciales. Aunque al igual que Aznar se ha proclamado ultracatólico, no parece tener oídos para las exhortaciones pacifistas del papa Juan Pablo II, como tampoco los ha tenido para las manifestaciones populares que exigen el fin de la escalada armamentista.

Esta sordera ha llevado a una parte de quienes se oponen a la guerra a pasar a la acción. Ante la noticia -proveniente de los trabajadores ferroviarios- de que un tren cargado de armas estadunidenses para la agresión a Irak pasaría por la estación de Bolonia; en ésta, y en un desvío cercano, se formaron piquetes que interrumpieron el tránsito, en un trecho se quemaron durmientes y se levantaron las vías.

Se supo también que hay otros 25 trenes más, dirigidos a Roma, que los pacifistas y los ferroviarios también han decidido detener sosteniendo que no se autorizará al gobierno estadunidense la utilización del suelo italiano para una guerra que viola los principios mismos de Naciones Unidas.

Como ha sucedido en otros conflictos bélicos injustos del pasado, en esta ocasión la protesta social comienza a expresarse bajo la forma de desobediencia civil. Se trata de acciones voluntarias y públicas que violan leyes, normas y decretos para expresar el descontento que producen acciones del gobierno que se consideran inmorales, ilegítimas o injustas. Son una transgresión que persigue un bien para la colectividad, un acto de quebrantamiento del orden público por razones de conciencia. Se dirigen a la ciudadanía y buscan orientar a la opinión pública.

Al igual que sucede en España e Inglaterra, Italia está dividida entre una mayoría de la población claramente hostil a una guerra en el Medio Oriente y la minoría que aún apoya el belicismo de gobiernos que miran hacia la Casa Blanca y corren a ciegas hacia adelante mientras su consenso interno se restringe cada vez más. Cuando la protesta se transforma en desobediencia civil hace aparecer elementos de poder paralelo frente al poder oficial, el cual aparece a la vez como antinacional y sin legitimidad moral.

A esta acción contra el tren clandestino que llevaba armas para una guerra ilegítima le seguirán otras acciones -cerco a aeropuertos, boicot a industrias armamentistas y a la acción del Comando de Estados Unidos en el Mediterráneo meridional, con sede en Italia, y otras similares también posibles- que harán de Italia una base poco segura para Washington y pondrán al cavaliere Silvio Berlusconi en una situación sumamente difícil. La hora de la desobediencia civil contra la guerra ha llegado en Italia.
 

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