Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 28 de febrero de 2003
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Mundo
La estrategia de seguridad de EU lo llevará a mantener un poderío global: analistas

Irak es sólo el comienzo, el resto de la historia "será escrita por nosotros": Bush

Previo a la guerra justifica su política para "imponer libertad y democracia" mundial

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 27 de febrero. El presidente George W. Bush confirmó que la destitución de Saddam Hussein es sólo el inicio de un esfuerzo mucho más amplio para reconformar el mapa del Medio Oriente y demostrar que hoy Estados Unidos es el poder dominante del mundo.

En un discurso ofrecido el miércoles ante el conservador American Enterprise Institute, Bush inició su intervención afirmando que "este es un periodo crucial en la historia de nuestra nación y del mundo civilizado".

Reconociendo modestamente que buena parte de la historia del mundo había sido escrita por otros, agregó sin ningún matiz: "el resto (de la historia) será escrita por nosotros".

El presidente y sus asesores han articulado, de manera más pública y explícita que cualquier otro gobierno en el último medio siglo, una política de seguridad nacional sentada en la visión de un mundo unipolar donde Estados Unidos es el poder dominante.

En su documento sobre estrategia nacional emitido el año pasado, Bush afirmó sin reservas que su país debe ser el poder militar dominante en el mundo y que tiene que actuar de forma preventiva para asegurarse que ningún otro poder pueda surgir para desafiar al estadunidense.

Pero esta semana Bush dio otro paso, argumentando que este país no sólo derrocará al presidente Saddam Hussein, sino que está comprometido a reconstruir un Irak "democrático" y pro estadunidense que, a su vez, podría servir de catalizador para el cambio en otros países de Medio Oriente.

El derrocamiento de Hussein también consolidará, según esta lógica, a Estados Unidos como el poder supremo en el mundo. Con sus declaraciones de esta semana, Bush aplicó una visión neoconservadora de la política exterior estadunidense, articulada primero por algunos de sus más cercanos asesores hace casi una década en un borrador de una estrategia de seguridad nacional preparada para el gobierno de George Bush padre.

El vicepresidente Dick Cheney; el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y el subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, son todos promotores de esta visión de una política exterior que abiertamente busca derrocar a cualquier gobierno considerado no amigo y asegurar a toda costa la supremacía estadunidense.

En el borrador del documento de estrategia de seguridad elaborado poco después del fin de la primera guerra del golfo Pérsico, Wolfowitz argumentó explícitamente en favor de la acción "preventiva" y si fuese necesario, unilateral, para derrocar a gobiernos de Estados que poseen armas de destrucción masiva. Estos estrategas no estaban de acuerdo con la idea de contención articulada por algunas de las figuras más reconocidas entre los republicanos en política exterior, y que fueron adoptadas por el gobierno de Bill Clinton.

Pero Wolfowitz, Cheney y Rumsfeld ahora están en el mando y al escuchar el discurso de Bush el miércoles, quedó claro que tienen la atención del presidente. Pero ese discurso también fue significativo por otras razones.

"Donde ofreció el discurso es más importante que las palabras", indicó el analista Jim Lobe a La Jornada. Explicó que la decisión de la Casa Blanca de presentar este discurso en el American Enterprise Institute (AEI) marca el giro de la política. "Ese es el eje de la red entera de los neoconservadores que han sido los proponentes más ávidos de lanzar la guerra contra Irak y llevarla más allá de ese punto".

El AEI es la sede de la ex embajadora de Estados Unidos ante la ONU Jeanne Kirkpatrick, y de algunos de los conservadores más radicales del país. Otro grupo de esta red, Proyecto por un Nuevo Siglo Americano, sostuvo el año pasado en un memorándum de política que "mientras que el conflicto no resuelto con Irak ofrece la justificación inmediata, la necesidad de una presencia sustancial de las fuerzas estadunidenses en el Pérsico trasciende el asunto del régimen de Saddam Hussein".

El objetivo central de esta política, argumentó este grupo, es "mantener la preeminencia global de Estados Unidos... y moldear el orden de seguridad internacional en línea con los principios e intereses estadunidenses".

La acción militar en Irak cambiará al gobierno de ese país y demostrará a otros gobiernos lo que podría ocurrir si desafían a Estados Unidos. "A otros regímenes les será dada una advertencia clara de que el apoyo al terror no será tolerado", advirtió Bush en su discurso ante la AEI.

Pero más allá de las advertencias a otros gobiernos, Bush dijo esta semana que el plan militar estadunidense considera también reconstruir un gobierno democrático y plural en un Irak unificado. Eso podría no ser fácil, y el general Eric Shinseki, jefe militar, comentó recientemente que cientos de miles de soldados permanecerán en Irak para establecer un clima estable para ese cambio democrático. El propio Bush indicó que Estados Unidos no está intentando determinar el futuro gobierno de Irak, pero sí asegurarse que Hussein no sea sustituido con otro dictador "brutal".

Como parte de esto, Bush prometió un plan masivo de asistencia para la reconstrucción de Irak, algo parecido al Plan Marshall, y rechazó críticas de que Estados Unidos simplemente busca instalar un régimen clientelar. Después de otros conflictos en el pasado, señaló Bush, "no dejamos atrás ejércitos de ocupación, dejamos constituciones y parlamentos".

Al parecer, la memoria no funciona perfectamente. En Kuwait, el país más recientemente "liberado" por las fuerzas estadunidenses, el gobierno actual es una monarquía donde el derecho al voto está limitado a un pequeñísimo grupo de hombres adultos que puedan comprobar la nacionalidad histórica de su familia hasta por lo menos 1921.

Y el actual gobierno de Afganistán puede ser calificado de muchas maneras, pero pocos se atreven a afirmar que los "señores de la guerra" que tienen el control de buena parte del país son "demócratas". Aunque cuando Estados Unidos invadió Afganistán en 2001, Bush prometió ayudar a la reconstrucción de ese país, este año a la Casa Blanca se le "olvidó" incluir fondos en asistencia extranjera para Afganistán al presentar su presupuesto al Congreso (avergonzados asesores de la Casa Blanca corrigieron el error, pero la omisión deja claro qué tan central es el tema afgano en el pensamiento del gobierno de Bush).

Mientras tanto, los asesores de la Casa Blanca ya están elaborando todo tipo de visiones, incluyendo políticas económicas, para un Irak de posguerra. El diario Los Angeles Times reportó que los diseñadores de políticas ya comenzaron consultas sobre la privatización de la empresa petrolera nacional iraquí con algunos líderes exiliados y empresas petroleras estadunidenses.

"Un nuevo régimen en Irak serviría como ejemplo de libertad dramático e inspirador para otras naciones en la región", declaró Bush esta semana.

Así, ya se está pensando más allá de Irak aun antes de que comience la guerra. Ya se justifica una política para imponer "libertad" y "democracia" a través de la acción militar.

Pero este modelo, si es que se establece con base en la historia reciente, se tratará menos de libertad y democracia y más de la alineación política y económica con Estados Unidos.

Apenas empiezan, dicen, a escribir esta historia.

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