Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 8 de marzo de 2003
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Mundo
VIENTOS DE GUERRA

Aseguran que no logrará la relección en 2004 si no derroca al mandatario iraquí

El futuro político de Bush está atado al de Hussein, afirman analistas

Adversos resultados económicos, otro factor en contra del presidente estadunidense

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington, 7 de marzo. Todo el futuro político de George W. Bush depende ahora de Irak.

Veteranos analistas, entre ellos algunos republicanos, han concluido que, a pesar de lo que decida la Organización de Naciones Unidas, Bush no podrá lograr su relección si no derroca al presidente iraquí Saddam Hussein.

Aun si lo consiguiera, no será fácil ganar la relección en 2004 por el triste estado de la economía estadunidense, pero sin derrocar a Hussein, Bush no tiene futuro político.

Si estos analistas tienen razón, la Casa Blanca ya no tiene otra opción más que lanzar una acción militar contra Irak con o sin el apoyo de la llamada comunidad internacional.

Al invertir tanto capital político en este tema, Bush y sus estrategas han apostado la credibilidad y vitalidad de su gobierno al objetivo del "cambio de régimen" en Irak, y con ello también se han acorralado en torno a este tema por la definición de éxito o fracaso de la Casa Blanca.

Pero aun si se cumplen sus deseos más optimistas y hay una victoria rápida y relativamente poco costosa -una guerra relámpago y/o el exilio de Hussein-, empieza a cundir una sensación muy conocida por este equipo político -la sombra de lo que ocurrió con George W. Bush padre. En 1991 el gobierno de Bush ganó la guerra en el golfo Pérsico, pero perdió la relección. El problema fundamental fue que el triunfo militar en el extranjero no fue suficiente para resolver los problemas en casa.

Podría repetirse esa maldición. El problema ahora es que la mayoría de los estadunidenses está más preocupado por sus empleos y la estancada economía nacional que por Irak. Mientras los medios se han enfocado extensamente a la guerra, hoy el gobierno federal reportó que 308 mil personas perdieron su empleo el mes de febrero.

Con ello, el gobierno de Bush ha presidido la reducción continua de empleo de mayor duración desde el periodo inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. Casi 3 millones de personas -2.8 millones para ser exactos- han perdido sus empleos desde que Bush llegó a la Casa Blanca y sus asesores entienden que ninguno de ellos tendrá la disposición de votar por su relección.

Una encuesta difundida esta semana reveló que si la elección se celebrara hoy, el presidente Bush sería derrotado por un candidato del Partido Demócrata. Los encuestados expresaron su preocupación tanto por la economía como por la guerra.

Claro que estas tendencias podrán cambiar. El apoyo popular para un presidente en tiempos de guerra siempre se eleva considerablemente. Aun el senador Edward Kennedy, opositor a la guerra, dijo que votaría en favor de una resolución legislativa expresando apoyo a las tropas estadunidenses una vez que estalle la guerra. El reto para los estrategas electorales de la Casa Blanca es asegurar que la guerra no sea prolongada y que culmine con el derrocamiento de Hussein, afirmó el analista político de CNN William Schneider esta semana. "El señor Bush está apostando toda su presidencia a esto", subrayó.

El derrocamiento de Hussein, añadió Schneider, no garantiza que Bush logrará su relección, pero si el enfrentamiento actual no culmina con ese presidente expulsado del poder, su contraparte estadunidense casi seguramente perderá su relección. Un problema grave por el momento es que, hasta ahora, Bush no ha logrado muchas victorias concretas. Prometió encontrar a Osama Bin Laden "muerto o vivo", pero hasta ahora ese "enemigo" ha evadido a las fuerzas especiales estadunidenses y a la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

Esta percepción fue retomada por un senador republicano, quien pidió el anonimato. "Este es pókar texano, con el presidente apostando todo a Irak", comentó al columnista conservador Robert Novak. Un alto funcionario del gobierno de Bush confirmó a Novak que la Casa Blanca ahora cree que la economía no resucitará hasta después de concluir la guerra contra Irak.

Una victoria militar rápida que incluya el derrocamiento de Hussein calmaría los temores en los ámbitos empresariales y financieros, y generaría una reactivación de la economía, creen en la Casa Blanca, informó Novak. Agregó que los mercados financieros se tranquilizarían por lo que él caracterizó como el hecho de que después de la guerra Estados Unidos estaría en control de una enorme fuente de petróleo que también podría ser utilizada para estimular la economía.

Pero también podría ocurrir lo opuesto, advierten tanto Novak como Schneider. "La extraordinaria apuesta del presidente Bush conlleva una creciente aprensión entre los políticos republicanos mientras esperan la guerra inevitable", escribió Novak esta semana. "La relección de Bush el año próximo está amenazada por dos temas: la economía y la guerra contra el terrorismo. El éxito en ambas está vinculado a la guerra contra Irak".

Si la guerra no se realiza o si se prolonga demasiado, Bush tendrá que buscar la relección mientras miles de soldados están en combate -y probablemente algunos muriendo- en una guerra lejana que supuestamente fue llevada a cabo para prevenir futuros atentados contra Estados Unidos, mientras que en casa se prolonga la recesión económica. Esa no es una situación en la que desean encontrarse los estrategas de la Casa Blanca.

Prefieren una guerra relativamente breve, con limitadas bajas estadunidenses (las iraquíes son una preocupación mucho menor), que concluya con Hussein fuera del poder. Esa sería una victoria no ambigua que hará mucho para preparar su próxima batalla: la relección en noviembre de 2004.

Así, por el momento, existe una ironía: el futuro político del hombre más poderoso del mundo depende ahora de uno de los hombres más débiles y vulnerables de la tierra.

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