Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 8 de marzo de 2003
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Mundo
VIENTOS DE GUERRA

Constante, la llegada de escudos humanos a Irak

Navegando sobre el Tigris, pacifistas de México y España dicen no a la guerra

BLANCHE PETRICH ENVIADA ESPECIAL

Bagdad, Irak, 7 de marzo. Voces en castellano corearon hoy "¡no a la guerra!", bajo los puentes del río Tigris. En una caravana de 15 lanchas, brigadistas y pacifistas de España y México navegaron las aguas turbias que dividen la ciudad en Al Rusafa (oeste) y Al Karj (este) para dejar testimonio de su presencia en este punto de la geografía y en este momento de la historia.

Fue iniciativa de un grupo de asturianos, que a su vez relevaron a los catalanes y que pronto serán sustituidos por madrileños, de las brigadas de paz de la península ibérica. Organizados por el grupo para la causa árabe en España, la pequeña marcha fluvial llenó la corriente de banderas blancas y consignas. En las riberas y en los puentes, pocos bagdadenses se detuvieron a mirar y aplaudir a la caravana. Pero a bordo de las embarcaciones, algunas acompañadas por tamboristas y otras sólo por las ganas de estar, la alegría acompañó la corta expedición.

Al frente flotaban dos banderas, una de la república española, rojo, amarillo y morado, y otra, más paliacate que bandera, del Frente Zapatista. La primera se extendió con orgullo, explicó el portador, para demostrar indignación por la posición del rey Juan Carlos, que sostiene la postura belicista del jefe de Estado español, José María Aznar. La segunda fue un regalo zapatista que en manos de los brigadistas mexicanos -que ayer cumplieron dos semanas de estancia en este país- llegó hasta el corazón de la vieja Bagdad.

Cada lancha llevaba su canción. Desde las embarcaciones de España, el viento a veces llevaba un grito inaudito en estas latitudes: "¡Zapata vive!" De una a otra, los viajantes se tomaban fotografías mutuamente. Una patrulla de la policía fluvial iraquí acompañó durante el trayecto por este río, que en los últimos años de la década pasada, a causa de una sequía devastadora, perdió más de 30 por ciento de su caudal. Al desembarcar, despeinados por el viento, fueron recibidos por los niños del casco viejo de la ciudad, quienes con pasmosa capacidad de retener palabras desconocidas gritaban también: "No a la guerra".

Los manifestantes, no más de 50, saben que sus consignas y banderas blancas no detendrán la agresión estadunidense contra este pueblo que los acoge en cada esquina con un ¡welcome! Pero a este grupo se suman muchos más.

La iniciativa de los escudos humanos completó hace ya dos días su programa de instalación de brigadistas en sitios estratégicos de la infraestructrura urbana. Los augurios y amagos de fracturas no se produjeron finalmente. Han sido varias las deserciones, pero así como parten algunos grupos otros llegan. Su fuerza, lo saben, no es numérica.

Hay otras iniciativas. Este sábado, por ejemplo, el alcalde de la ciudad brasileña de Caisirinha, vecina de Porto Alegre, se apersonará frente a la embajada de su país, que no es más que una casa vacía desde hace 11 años. Pero él irá ahí y plantará dos banderas en la fachada, la verdeamarelha y otra más lucidora, una pintada por niños de su pueblo que piden al mundo parar la destrucción de Irak. Luego se hará tomar una foto frente a la fachada y la llevará de regreso a casa. Se la enseñará a su presidente, Luiz Ignacio Lula da Silva, y le dirá: "Mira Lula, tenemos que hacer algo por ese pueblo".

Lula tiene en su escritorio una carta de la misión de paz de México en Bagdad, en la que le pide que interceda ante sus homólogos, los presidentes Vicente Fox y Ricardo Lagos, para que estos dos gobiernos, que son miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas, no cedan a las presiones de Washington y mantengan firme su voto en favor de la iniciativa de Francia, que insiste en caminar por la vía del desarme concertado del gobierno de Hussein y rechaza la vía militar.

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