Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 16 de marzo de 2003
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Política

Juan Saldaña

De imágenes

Algunos aspectos relevantes de la acción de gobierno están cooperando con eficacia, en nuestro país, a conformar una imagen más o menos cierta, más o menos realista, que habrá de acompañar en definitiva al régimen del presidente Fox hasta el fin de su mandato. Constituyen los perfiles de su gestión.

Sobresale, desde luego, el optimismo. No cabe duda de que en las múltiples apariciones del Presidente en las pantallas y frecuencias de los medios más utilizados para su propaganda, los electrónicos, su fuerza expresiva y protagónica otorga el tono general a su comunicación. La fe en el triunfo. La seguridad de que vamos por el mejor camino. El infalible optimismo. El acento utilizado por Vicente Fox al vocalizar sus propuestas y sus anuncios es siempre en tono alto, seguro e indubitable.

Los mensajes proliferan a lo largo del día y de la noche. Con frecuencia ejemplar. Con insistencia. Resalta la presencia física del mandatario, que en mangas de camisa enfatiza y diserta. La formalidad de la corbata y el traje sólo se da en tribuna, en actos públicos y ceremonias. Cuando el Presidente habla a su pueblo es él mismo. Se deshace de la corbata y el saco, que solemnizan y otorgan rigidez a la expresión.

El Presidente al natural, tal es la imagen. Sencillo y natural. Como un ranchero. El campesino de rostro preocupado lo tutea interrogante. El Presidente responde seguro a la inquietud del pueblo. Responde puntual y entusiasmado. Derrama enjundia. Conoce del problema. Está en lo suyo. Pronuncia, una a una, todas las respuestas. Termina el mensaje. Pasamos al comercial, de lo que sea.

El presidente Fox no ha limitado sus presencias. Se ha prodigado. Desde el modesto punto de vista de este empecinado escribiente se ha exagerado al grado de permitir que millones de mexicanos hayamos podido examinar las cejas, las mejillas y los poros del rostro congestionado del paciente que en el lecho de hospital convalece de delicada intervención. Es demasiado. Rompe el diseño. Paciente y Presidente. Demasiado.

Sabemos que el Presidente es ser mortal, de carne y hueso. Pero a la impertinencia reporteril hay que oponer, de cuando en cuando, el seco pudor de lo privado que también tiene todo mortal, cualquier enfermo, aunque sea el Presidente.

En la misma medida en que forma parte esencial de la imagen política el hacerse pasar por realidad, en esa medida y tiempo quien maneja la imagen, o enfrenta realidades con imágenes, acaba fatalmente urdiendo realidades del tamaño y proporción de sus imágenes. Nunca estos inventos han estado a la altura de las necesidades de los pueblos.

La paz huidiza ante la guerra de los intereses y las conveniencias. El hambre vergonzosa de los muchos frente a la insultante riqueza de unos cuantos. Las presiones sobre los pueblos para lograr el inicuo respaldo a la destrucción de todo un pueblo. Los robos y despojos. Tal es la más dramática visión del mundo desde las más espantables perspectivas. Sin cámaras ni luces. Sin obsecuentes empresas comunicadoras. Sin arrestos de líder y sin botas...

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