Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 30 de marzo de 2003
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Política
GUERRA CONTRA IRAK

Reflexión durante la conferencia América Latina y la guerra global

Para EU, los rezos en árabe no llegan al cielo: Monsiváis

Ponentes de cinco países debaten sobre el conflicto armado en Irak

LUIS HERNANDEZ NAVARRO

Cuando el escritor Carlos Monsiváis afirmó ante un auditorio de mil universitarios -que previamente lo habían ovacionado- que la actitud que el gobierno de George W. Bush ha asumido hacia sus críticos pareciera consistir en decirles: ''El que no esté conmigo aparecerá en la foto del gabinete de guerra de Hussein'', la concurrencia soltó la carcajada. Lo mismo hicieron al escuchar que, por lo visto, el nuevo imperio cree que en el cielo hay un letrero que indica: ''No se atienden rezos en árabe''.

En lo que bien podría ser un nuevo capítulo del libro Aires de familia: cultura y sociedad en América Latina, el cronista reflexionó, ante un público mayoritariamente juvenil, sobre el significado de la nueva guerra del Golfo y las respuestas que ha provocado en México y las sociedades del cono sur.

Pero no fue el único. Carlos Monsiváis fue el tercer orador de la tarde en la conferencia América Latina y la guerra global, realizada en el Tecnológico de Monterrey, campus ciudad de México, el pasado 28 de marzo. El foro, parte de la Cátedra Alfonso Reyes, fue convocado por el mismo Tec y la New York Univesity (Centro Rey Juan Carlos I) y contó, además del discurso inaugural del rector de la institución sede, con la participación de seis ponentes: Martín Caparrós (Argentina), Eduardo Subirats (Brasil), Erna von der Walde (Colombia), Margarita Serje (Colombia), James Fernández (Estados Unidos) y Carlos Monsiváis.

Críticos humanistas del imperialismo moderno

La conferencia fue un momento de discusión pública entre un grupo de intelectuales sobre el significado, para el presente y el futuro de América Latina, de las estrategias de la guerra global unilateralmente declarada por Estados Unidos, en un momento en el que el cono sur vive un cambio tan importante como el de las transiciones posdictatoriales por las que atravesó hace unas décadas.

Tres conceptos centrales animaron la reflexión. Primero: la reivindicación del papel de los intelectuales como críticos humanistas del imperialismo moderno. Una tradición que ha sido desplazada por el posmodernismo estadunidense del siglo pasado. Segundo: señalar la función económica y política de la violencia creciente en América Latina, la militarización de los conflictos derivados de la destrucción social, el control global de la información, la desarticulación de las instituciones intelectuales nacionales, las invasiones territoriales y la destrucción ecológica corporativa a escala masiva. Y tercero: poner de manifiesto los límites y a menudo la ausencia de voces intelectuales de alcance latinoamericano y global como resultado de la llamada globalización.

James D. Fernández, director del Centro Rey Juan Carlos I de España, en Nueva York, narró cómo el 11 de septiembre de 2001 circuló en las calles de esa ciudad el rumor de que ese día trágico habían sido secuestrados 11 aviones y no sólo cuatro, como se supo en primera instancia. Según el profesor Fernández, en ese momento ''todos éramos unos niños'' en estado de miedo, dependencia y gratitud, estado en el que aún hoy se mantiene buena parte de la población estadunidense gracias, en parte, a que el fantasma de los siete aviones restantes sigue sobrevolando los cielos y las mentes de los ciudadanos de aquel país.

Contó también cómo en Union Square se montó una capilla ardiente colectiva, en la que alguien escribió la ambigua frase ''en la crisis hay oportunidades''. Ambigua porque lo mismo servía a aquellos que desde 1992 tomaron la decisión de construir un mundo unipolar, como a quienes consideraban que aquello era una posibilidad para forjar un mundo más justo.

Monsiváis comenzó su intervención haciendo un recuento de la ilegal e ilegítima nueva guerra del Golfo y sus barbaridades. Según él, las tropas angloestadunidenses han asumido con el pueblo de Irak la actitud de ''les regalo la libertad con el único requisito de que se conviertan en cementerio''. Explicó después cómo en el enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética, en el marco de la guerra fría, la mayoría de la población mexicana optó por su vecino del norte.

A pesar de ello, de acuerdo con el autor de Días de guardar, en América Latina se produjo una enorme solidaridad con la revolución cubana, que Fidel Castro logró conservar durante una década; sin embargo, la pérdida de libertades en la isla y el desarrollo de un gobierno dictatorial le hicieron perder muchos de esos apoyos. Al igual que con Cuba, la guerra de Vietnam y la participación estadunidense en el golpe de Estado contra Salvador Allende en Chile provocarían el crecimiento de un fuerte sentimiento contra Washington en el continente.

En la línea de Entrada libre, el cronista explicó cómo el neoliberalismo y la arrogancia imperial fueron tejiendo la ofensiva de la religión financiera. Recordó que el argentino Menem brindó apoyo a la primera guerra del Golfo. El 11 de septiembre -dijo- sorprendió y provocó una ola de solidaridad con Estados Unidos, que sus elites muy pronto olvidaron comportándose como quienes tienen los títulos de propiedad del mundo.

Según Monsiváis, América Latina se ha convertido en una entidad, las más de las veces retórica, y el nacionalismo tradicional se ha ido desvaneciendo para dar paso a una conciencia nacional cada vez más internacional. Existe allí una conciencia creciente de que el enemigo no es el pueblo estadunidense, sino el racismo y el autoritarismo de muchos de sus gobernantes.

Para el escritor, la exigencia de paz que existe en América Latina es otra incorporación a la vivencia planetaria. En el caso de México, señaló que Fox debería escuchar la resolución del Senado. Criticó severamente a quienes en las manifestaciones contra la guerra se dedican a lanzar piedras y a corear consignas como ''La paz burguesa/no nos interesa'' y ''Hussein escucha, estamos en tu lucha''. Juzgó que estas expresiones son muestra de un atraso enorme. ''La impotencia -dijo- dispone de su vanguardia militante''.

Centrándose en el análisis del discurso, la crítica literaria Erna von der Walde explicó que las categorías creadas por el posmodernismo ocultan más que esclarecen la realidad latinoamericana. Aseguró que el continente es un conglomerado de localidades que no se conectan unas con otras, y que sus pensadores deben hacer escalas en Nueva York, Londres o Francfort.

Martín Caparrós realizó, utilizando el caso de Argentina como ejemplo, una larga reflexión sobre la relación entre política y violencia. Según él, ''estamos ante una guerra que cambiaría la forma en que las guerras se han legitimado en las últimas décadas''. Aseveró que ''el debate sobre la violencia política no forma parte de nuestros debates''. Recordó a El Padrino (''No me gusta la violencia, Tom: yo soy un hombre de negocios. La sangre es un insumo caro''), como ejemplo de la manera en la que en el debate en marcha sobre la guerra y la violencia se ha asumido una posición angelical por la paz que no significa nada.

Por su parte, la colombiana Margarita Serje ofreció una visión del conflicto que desafía la interpretación usual de la violencia en su país como producto de la ''Colombia de la periferia'', en la que el Estado tiene poca presencia.

Retomando la experiencia de la explotación petrolera (clave para Estados Unidos en esta etapa) mostró cómo las condiciones de violencia no son exclusivas de ''la otra Colombia'', sino parte de la estrategia para integrar a estas tierras al mercado global. Recordó que su país es la tercera nación receptora de ayuda militar de Washington.

Para concluir la conferencia, Eduardo Subirats resumió su concepción sobre las guerras globales, al afirmar que parten de dos principios fundamentales: la capacidad de desplazamiento rápido de los aparatos de destrucción militar, y la fuerza letal de sus armas. Su objetivo son zonas sensibles por su riqueza energética, biológica o acuífera. Señaló que se realizan sobre la base del totalitarismo mediático, el monopolio de la cultura y la corrupción de la democracia. Son, dijo, una nueva forma de fascismo. Se tratan, según él, de guerras de civilización, emparentadas con la toma de Granada o la destrucción de Tenochtitlán, de guerras coloniales que buscan construir un superpoder mundial. Sin embargo, de acuerdo con el autor de El continente vacío, el proyecto civilizatorio que quieren imponer es inviable por el enorme costo ambiental y la desarticulación comunitaria que requieren.

Lejos del pesimismo, Subirats finalizó advirtiendo sobre la oportunidad única para un nuevo proyecto de futuro y una nueva espiritualidad que la situación abre.

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