Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 31 de marzo de 2003
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Política

Iván Restrepo

La medalla de tres íes para las autoridades de Xalapa

Al inicio del sexenio del cambio, uno de los programas ambientales y de salud que despertó mayor expectativa fue el destinado a resolver los problemas que ocasionan los desechos orgánicos e industriales que se generan en el país. "Por un México limpio" fue el lema para poner la basura en su lugar y evitar que se tirara en sitios que no reúnen condiciones para ello. El desafío es enorme, ya que en promedio cada habitante genera al día cerca de un kilogramo de basura de hogar. Agréguense los millones de toneladas procedentes de la industria, el comercio y los servicios, que tampoco reciben el tratamiento debido. Virtualmente todas las ciudades arrastran déficit en el servicio de recolección y no cuentan con sitios adecuados para disponerla, mientras los sistemas modernos de separación y reciclaje brillan por su ausencia. Si estos problemas son graves de por sí, se agudizan cuando algunos funcionarios tratan de resolverlos de mala manera, ignorando la legislación que existe sobre la materia.

Así ocurre en la ciudad de Xalapa, donde se quiere construir un tiradero a cielo abierto a menos de 100 metros de un importante manantial. El de la basura en la capital de Veracruz y áreas aledañas es un pendiente que data por lo menos de hace 15 años, cuando se incendió el contaminante tiradero municipal y las autoridades decidieron abrir uno provisional en un sitio llamado El Atorón, por Coatepec, una población cercana. El terreno pertenece a un luchador conocido como El Soberano, quien cobra por permitir que allí se deposite basura de varios municipios. Sobra decir que El Atorón es un foco de contaminación y una amenaza para las corrientes de agua, pues cerca corre el río Consolapan.

A principios de los años 90 las autoridades propusieron otro sitio para relleno sanitario: Pacho Viejo, también por el rumbo de Coatepec. Invirtieron dinero en la compra del terreno, en estudios técnicos, pero la gente se opuso y el proyecto se canceló. Hace cinco años, lo revivieron sin éxito, pues querían cobrar a los ayuntamientos de la zona entre 50 y 70 pesos por cada tonelada que allí depositaran.

En 2000 oficialmente se lanzó la idea de abrir el Centro Regional de Reciclaje en La Tinaja, municipio de Emiliano Zapata. En realidad se trataba de un relleno sanitario. Se compró el terreno, pero nuevamente la gente se opuso y el proyecto pasó pronto a mejor vida, ya que tampoco contaba con la simpatía de la presidencia municipal de Xalapa debido a razones poco claras.

Recientemente se echó a caminar el tercer proyecto, esta vez en el ejido El Tronconal, en la comunidad de Xiltoyac, a unos 10 kilómetros de Xalapa. Las autoridades compraron el terreno para, ahora sí, resolver enviar la basura a un confinamiento de desechos como exigen estos tiempos de modernidad y progreso. Mas se olvidaron de hacer los estudios correspondientes, licitar la obra, avisarle a la gente, elaborar la manifestación de impacto ambiental requerida. Todo, pues.

Ignoraron, por ejemplo, que existe una norma oficial mexicana, la 083, que ordena que las poblaciones con más de 50 mil habitantes tengan un relleno sanitario con las especificaciones necesarias para que no sea un peligro para la salud y el medio ambiente, por ejemplo, para el agua. El nuevo tiradero está donde desemboca una importante cuenca hidrográfica, la del río Azul y sus afluentes, que abastecen de líquido a varios miles de personas. Y de remate piensan incinerar parte de los residuos, algo muy peligroso por la grave contaminación que se produce cuando este proceso se efectúa sin los cuidados y la tecnología adecuada.

La toxicóloga Lilia Albert dice que las autoridades de Xalapa merecen la medalla de las tres íes por improvisadas, ineptas e irresponsables. Su iniciativa es apoyada por la población y los grupos ambientalistas, como el que encabeza Helio García Campos, que dan la batalla contra este nuevo atentado a la salud y el ambiente.

Xalapa produce diariamente 400 toneladas de basura y la ciudadanía paga por el servicio de recolección. Si el tiradero sigue viento en popa, la población contribuiría con su dinero a que por irresponsabilidad oficial se ponga en peligro la salud pública y se deterioren los recursos naturales. Ojalá las secretarías que encabezan el maestro Licthinger y el doctor Frenk paren el nuevo tiradero disfrazado de confinamiento sanitario antes de que sea demasiado tarde, como suele ocurrir. Y de paso, que alguna dependencia investigue si la fiebre por comprar terrenos para convertirlos en basureros abulta la cartera de algunos funcionarios veracruzanos.

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