Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 31 de marzo de 2003
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Sociedad y Justicia

Siete mil presas viven en cárceles varoniles

Urge un plan penitenciario con visión de género: Inmujeres

CAROLINA GOMEZ MENA

De la población penitenciaria nacional, poco más de 165 mil internos, 4.5 por ciento son mujeres, es decir, unas 7 mil. Aunque su proporción numérica es baja, ello no debe seguir siendo "excusa" para que prevalezca la "ausencia de políticas que favorezcan sus condiciones de vida y las de sus hijos", considera el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), para el cual es urgente la implantación de un "proyecto penitenciario con perspectiva de género".

La visión masculina del mundo también se hace sentir en las cárceles; la mayoría, en lo que se refiere a su estructura arquitectónica está "establecida y planeada para satisfacer las necesidades de los reclusos". De las 446 cárceles en el país, sólo 10 son centros penitenciarios femeniles.

Las recluidas, de las cuales 85 por ciento son madres, también son repartidas en 220 anexos "reducidos" en los penales nacionales, en los cuales "difícilmente se contemplan áreas adecuadas para capacitar, dotar de servicios recreativos y educativos a las reclusas y a sus hijos". Ni pensar en guarderías (sólo en el Distrito Federal las hay), áreas de pediatría, salas para lactantes o prescolares.

En los hechos, no sólo se está condenando a la recluida; también a sus hijos, quienes "ven negado su derecho a vivir en condiciones adecuadas para su desarrollo, su derecho a la educación y servicios de salud, así como su derecho a la convivencia familiar y el contacto estrecho con su madre".

Para la mujer, estar encarcelada sigue siendo más duro que para el hombre, pues aunque ambos enfrentan el desarraigo y la separación de su mundo, ellas deben sobrellevar la existencia en un espacio ajeno a su maternidad, a lo que se suma el abandono de sus parientes y la estigmatización de la sociedad, que tiende a relacionar el hecho de que haya delinquido con su calidad de madre.

Sobre estas y otras experiencias el Inmujeres y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) dejan constancia en el libro Niños y niñas invisibles. Hijos e hijas de mujeres reclusas, que se presentará hoy, y que "busca aportar soluciones a las difíciles realidades" que enfrentan las reclusas y sus hijos.

Aunada a la imposibilidad de satisfacer la totalidad de los derechos humanos de sus hijos y a la violación de su dignidad de madres, algunas enfrentan inequidades en sus procesos. Según estudios del Centro de Investigaciones Superiores en Antropología Social (Ciesas), en el caso de los homicidios, las penas llegan a ser hasta 25 por ciento más altas que las impuestas a los hombres, pese a que el crimen esté rodeado de las mismas circunstancias.

Según el instituto, la mayoría de los delitos en que incurren las mujeres son los que atentan contra la salud, generalmente en la modalidad de tráfico de drogas. Los sondeos apuntan que 70 por ciento de las mujeres que incurren en ese delito lo hacen porque un hombre las incitó bajo amenazas o con chantajes emocionales.

Debido a la escasez prisiones diseñadas para ellas y su hijos, es casi una constante que las recluyan en penales distantes de sus áreas de origen, en otras entidades. De ahí que principalmente se exija que las trasladen a zonas cercanas a su residencia. Se calcula que los hijos de las reclusas son poco más de 13 mil, pero sólo unos mil 500 conviven en las cárceles con sus progenitoras. Pero cumplidos los seis años de edad son alejados de sus madres y llevados con parientes, padres sustitutos o a casas-hogar.

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