Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 4 de abril de 2003
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas 
  >

Cultura

ENTREVISTA /MARIO LAVISTA, COMPOSITOR

Asumo el arte sonoro como ''una forma de oración''

PELIGROSA, LA AMBICION DE LA IGLESIA POR CONTROLAR LA EDUCACION

Desde el ámbito de la composición, una de las principales preocupaciones del artista, quien se considera ''la suma de muchos rostros'', consiste en propiciar un diálogo entre la música y las demás expresiones del arte, en especial con la poesía

ANGEL VARGAS/ II Y ULTIMA

Por obra de la ''fatalidad'' y no por vocación fue que Mario Lavista se hizo músico. Sin embargo, desde que tuvo su primer contacto con el arte sonoro, cuando cursaba la primaria, supo que la música habría de ser su casa.

Desde el ámbito de la composición, una de sus principales preocupaciones es propiciar un diálogo entre la música y las demás expresiones artísticas, en especial con la poesía. También, como creyente que es, ha incursionado en la música religiosa para tener una comunión con Dios, más que tratar de comunicarse con él.

Los anteriores son algunos aspectos que Lavista aborda en la segunda parte de la entrevista con La Jornada, a manera de celebración por su sexagésimo aniversario de vida, que ayer se cumplió.

Generosidad de Carlos Chávez

-ƑCómo se inició en la música?

-Empecé a estudiarla desde los ocho o nueve años. Recuerdo con mucha claridad mi primera clase, que fue de piano, con Adelina Benítez, maestra de música en mi escuela primaria. A posteriori puedo decir que desde ese primer encuentro supe que iba a ser músico, que definitivamente mi casa estaba y está en el mundo de los sonidos.

''Debe tomarse en cuenta también que provengo de una familia muy musical, tanto por el lado paterno como por el materno, siendo mi tío Raúl Lavista esencial en este aspecto de mi vida. Fue así que desde muy corta edad me familiaricé con la música clásica y así quedó marcada mi vocación. Sin embargo, siempre he creído que lo hecho por uno en la vida se debe a una especie de fatalidad más que a una decisión. Fatalidad no en el sentido negativo, sino como algo que inevitablemente ocurre.

''Quise ser pianista, pero me di cuenta de que no podría serlo, pues tengo una mano izquierda muy torpe. Sin embargo, también reparé en que existen muchas maneras de servir a la música: no sólo como intérprete, también se puede ser musicólogo, crítico, investigador o compositor. Tuve la inmensa suerte de no haber sido aceptado en el Conservatorio Nacional de Música; tenía 17 años cuando lo intenté, pero me dijeron que era yo muy grande para estudiar de manera profesional. Fue uno de los días más amargos y desoladores de mi vida. Gracias a la esposa de Miguel Covarrubias, Rosa, conocí al maestro Carlos Chávez. Este se portó muy generoso conmigo y comenzó a darme clases de piano, además de recomendarme algunos profesores para estudiar materias teóricas. Con estos estudios advertí que tenía facilidad para inventar melodías. A los 20 años ingresé al taller de composición que Chávez impartía en el Conservatorio.

-ƑPodría sintetizar su vida artística en una especie de manifiesto?

-Considero que la composición básicamente es una aventura. Una de las tentaciones mayores es recorrer caminos ya andados. Hacerlo es como copiarse a sí mismo, y cuando se llega a ese momento, pienso, se pierde el sentido de lo que es la creación. Uno cambia con los años y ahora no soy el mismo de cuando estaba en el taller de Chávez, ni mis obras de hoy son iguales a las de los años 70. Me considero la suma de muchos rostros, aunque naturalmente hay constantes. Quizá mi gesto sea el mismo, no obstante que mi técnica y lenguajes hayan ido modificándose o tal vez madurando. La pregunta aquí es qué significa madurar. Con el paso de los años uno adquiere eso que se llama oficio.

''En el caso del compositor, a veces no se entiende muy bien qué es esto, contrario a lo que sucede con el intérprete, con quien se sabe qué es la práctica, el ejercicio diario. En el caso del compositor pienso que el oficio está dado en la escritura misma, en llegar a tener tal soltura del lápiz para lograr reproducir fielmente en el papel los sonidos que uno lleva en la mente.''

El canto gregoriano, soslayado

-ƑDe dónde proviene su afán por relacionar la música con las otras artes, en especial con la literatura?

-Siempre me ha interesado saber qué pensaban de la música los escritores, los pintores o los arquitectos. Cuando murió Stravinsky, Ezra Pound dijo en una entrevista: ''Yo siempre que quiero aprender más de mi oficio, escucho a Stravinsky". Pienso que los músicos deberíamos acercarnos más a la poesía, a la literatura, para aprender más de la naturaleza y esencia de nuestro arte y de nuestro oficio. La lectura de poesía me ha iluminado para tratar no de saber qué es la música, sino para permitirme habitar más en su misterio. De allí mi interés siempre por esa comunión entre la música y otras disciplinas. En el caso de la poesía, su alianza con la música ha sido una constante casi absoluta. Se trata de una relación intensa que pertenece más al terreno de los sueños y en la que ambas disciplinas comparten sus misterios.

-ƑA qué obedece su inclinación por la escritura de obras de tipo religioso?

-Soy un hombre religioso. Recuerdo una frase de Alvaro Mutis: ''La música es una forma de oración". Con eso está dicho todo. Además, dice él, con toda razón, que siempre seremos amigos todos aquellos a quienes nos gusta la música. Es un arte que une y reconcilia, y en el que, a diferencia de la literatura, no puede haber discusiones ideológicas. Se podrá diferir en cuanto a gustos, pero nunca pelear. Asumo entonces absolutamente a la música como una forma de oración. Soy un hombre religioso, creyente, sin ser militante.

''De hecho estoy bastante alejado de la Iglesia, me parece una de las instituciones más reaccionarias, más conservadoras, más incultas e ignorantes. Simplemente, como ejemplo, hay que ver el hecho de que la Iglesia actualmente permite que entren a sus recintos estudiantinas y mariachis en lugar del canto gregoriano, que es una de las construcciones más gloriosas que ha tenido la humanidad, comparable con las grandes catedrales góticas. La Iglesia sacó este tipo de expresión pensando que la religiosidad está en el texto y no en la música, cuando no es así. Basta como ejemplo una obra polifónica de Palestrina integrada con seis voces cantando al mismo tiempo, lo cual imposibilita entenderla, más no sentir profundamente lo que expresa.''

Comunión con la divinidad

''Me he alejado de la Iglesia por eso, porque, con sus excepciones, me parece una institución ignorante, inculta. Y me parece peligroso y alarmante el afán desmedido que ahora demuestra por apoderarse de la educación en México. Es algo a lo que debemos oponernos rotundamente; no tiene por qué violentarse la historia del país ni la Constitución. Mi distanciamiento de la institución no implica que haya dejado de ser creyente y, como tal, he escrito mucha música religiosa. Lo he hecho con la intención no de comunicarme con la divinidad o con Dios, sino para lograr una comunión.

''La música religiosa es muy rigurosa en su estructura, debe tener proporciones matemáticas y geométricas perfectas; debe ser un lenguaje exacto. Pienso que sólo así, con la exactitud, puede entrar uno en comunión con Dios. El ejemplo lo tenemos con Bach, quien escribió obras absolutamente maravillosas. Cuando uno las analiza se da cuenta del rigor tan extraordinario en cuanto a su estructura y construcción. Pienso además en Monteverdi, Josquin Després e inclusive Stravinsky, quien también es un gran compositor de música religiosa y no sólo el autor de la Rusia pagana. Entonces, siempre he estado muy cerca de esto, y a partir de la muerte de mi tío Raúl -una de las tristezas más grandes de mi vida-, comencé a componer dentro de este género.

''Mi primera obra religiosa es Lamento a la muerte de Raúl Lavista, con la cual continúe una antiquísima tradición que se remonta, cuando menos, al siglo XIV. Hice otro lamento, que llamé Responsorio a la muerte de Rodolfo Halffter, quien fue uno de mis grandes maestros del Conservatorio. Luego murió Gerhard Münch, a quien dediqué Lacrymosa, que es también un lamento. Esto me ha llevado a componer una misa en alabanza a Dios y la virgen, y entre mis planes está hacer un Stabat Mater a la virgen María; lo pienso para coro y órgano. No soy obviamente un compositor de música religiosa de tiempo completo, pero sí es un género que me atrae muchísimo."

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año