Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 4 de abril de 2003
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Librería    
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas 
  >

º

Editorial
 
EU: MENTIRAS SISTEMATICAS

sol-2En las dos semanas que han transcurrido desde que Estados Unidos e Inglaterra iniciaron su agresión militar a gran escala contra Irak, y en forma paralela a los confusos y mortíferos combates que se libran en ese país, la información periodística que se transmite al mundo desde el teatro de operaciones ha sido un frente más de la guerra, y uno de los más devastados. Si en el bando iraquí, por tradición, el férreo control de los medios por el Estado ha hecho indistinguible la información de la propaganda, en el bando de los agresores los grandes consorcios noticiosos solían al menos cuidar las formas y distorsionar los hechos en forma un tanto sutil. Pero en esta guerra las cadenas televisivas, los diarios y las revistas de Estados Unidos han puesto en práctica, sin ningún pudor, los lineamientos que recibieron de su gobierno tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando George W. Bush lanzó su "guerra contra el terrorismo internacional" y las autoridades de Washington anunciaron que la desinformación, la ocultación y la fabricación de mentiras habrían de ser parte de esa campaña.

Los resultados del comportamiento mediático estadunidense están a la vista. Por una parte, los medios de prensa del país vecino -y los que los imitan en forma acrítica fuera de Estados Unidos- han abandonado cualquier apariencia de profesionalismo y ética periodística y han transmitido al gran público una visión diseñada por el Pentágono sobre los sucesos en Irak. Así, en los primeros días de la agresión, el mando estadunidense dijo que había tomado Basora, y así lo anunciaron las televisoras y los periódicos. Los generales de la autodenominada "coalición" fantasearon sobre un "avance fulminante" de sus fuerzas sobre Bagdad -cuando, en realidad, tales fuerzas estaban estancadas y atónitas por la inesperada resistencia iraquí- y los noticiarios occidentales titularon, con obediencia, "avance fulminante". Los militares estadunidenses se dijeron horrorizados cuando aparecieron las primeras imágenes de prisioneros de guerra del bando invasor, y la gran mayoría de los medios del mundo retiró las fotos ofensivas, aunque siguió difundiendo sin ninguna vergüenza centenares de gráficas de soldados iraquíes capturados por los angloestadunidenses.

Como consecuencia, la credibilidad de las grandes empresas de la información ha caído en picada y se ha fortalecido la audiencia de medios independientes, particularmente la cadena qatarí Al Jazeera, la cual ha cosechado, además de las virulentas críticas del gobierno de Bush, un creciente respeto en todo el mundo.

Con esos y muchos otros antecedentes que llenarían páginas enteras, hoy resulta difícil hacerse una idea clara sobre el grado de precisión de los informes que hablan de la destrucción de las fuerzas que defienden la periferia de Bagdad y de un inminente asalto terrestre contra la capital iraquí, sobre la presunta caída del aeropuerto de la ciudad en manos de las tropas agresoras y de los desmentidos correspondientes por parte del régimen de Saddam Hussein. Será necesario esperar desmentidos o confirmaciones más verosímiles que las conferencias de prensa de los generales estadunidenses e iraquíes.

En una perspectiva más amplia, y si se considera que Estados Unidos no sólo es una superpotencia militar y económica, sino también mediática, las campañas de mentiras, desinformación y censura del gobierno de Washington prefiguran una época oscura para la libertad de expresión y el derecho a la información en el mundo. Se multiplican los indicios de que la opinión pública internacional se enfrenta ya con un manejo orwelliano de las noticias y que los grandes medios del país vecino han declinado, en términos generales, sus responsabilidades informativas profesionales, y que han aceptado, en cambio, su reducción a meras entidades de difusión de propaganda oficial.

Ante ese horizonte de pesadilla, las sociedades tendrán que realizar esfuerzos y movilizaciones adicionales para preservar su derecho a conocer lo que ocurre en el planeta.
 

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año