Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 12 de abril de 2003
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Sociedad y Justicia
OBSERVATORIO CIUDADANO DE LA EDUCACION

Comunicado No. 97

Analfabetismo

Políticas sin continuidad

México, de frente a la década de alfabetización de la UNESCO

EL 18 DE ENERO DE 2002 la UNESCO decretó la Década de la Alfabetización a partir del primero de enero de 2003, haciendo notar que "crear sociedades plenamente alfabetizadas es esencial para conseguir propósitos de erradicación de la pobreza, reducción de la mortalidad infantil, equilibrio del crecimiento demográfico, equidad de género, y para asegurar el desarrollo sustentable, la paz y la democracia" (UNESCO, 56 sesión de la Asamblea General). Desde su perspectiva, basada en la experiencia del Programa de Educación para Todos, la alfabetización debe considerarse prioridad de la política educativa y ofrecer resultados tangibles a corto plazo, estando los gobiernos obligados, con apoyo de la sociedad, a ofrecer educación en todas las etapas de la vida. Asumido el compromiso formal de participar en la Década de la Alfabetización, ¿en qué situación nos encontramos y cuál es la política educativa al respecto?

SEGUN EL ULTIMO CENSO, más de 6 millones de mexicanos mayores de 15 años son analfabetos. En su mayor parte viven en pequeñas localidades y predominan mujeres y adultos mayores. A ellos se agrega un contingente de aproximadamente 310 mil niños entre 10 y 14 años que aún no han aprendido a leer y escribir y que próximamente engrosarán las filas del analfabetismo. En 1990 había 6 millones 257 mil analfabetas; en 2000 eran 6 millones 93 mil (INEGI, censos 1990 y 2000). Los datos indican una reducción relativa importante (de 12.7 a 9.6) en el decenio, considerando la proporción de analfabetas en el grupo de edad mayor de 15 años. La tasa de analfabetismo prevaleciente coloca al país en total desventaja frente a los industrializados, donde el indicador oscila entre menos de uno y 2 por ciento. Aun en el contexto latinoamericano, nuestro desempeño deja mucho que desear al ocupar el duodécimo sitio entre 20 naciones.

EL ANALFABETISMO SE RELACIONA, en primer lugar, con las condiciones económicas y sociales. En estados y localidades con menores niveles de desarrollo alcanza niveles muy importantes. La distribución del analfabetismo por entidades federativas y localidades evidencia el círculo vicioso pobreza-analfabetismo. De acuerdo con el censo de 2000, mientras en Chiapas, Oaxaca y Guerrero la proporción de analfabetas supera 20 por ciento, en los estados del norte del país el promedio es inferior a 5 por ciento y en el Distrito Federal no llega a 3 por ciento. En la distribución del analfabetismo por localidades, según su tamaño, se advierte que en la población que habita ciudades con más de 100 mil habitantes el promedio es inferior a 4 por ciento, caso inverso al de la población en localidades de menos de 100 mil habitantes, donde el promedio de analfabetismo supera 15 por ciento. En este conjunto, las localidades de menos de 2 mil 500 habitantes -casi una cuarta parte de la población nacional- conservan una tasa de analfabetismo superior a 20 por ciento. En otras palabras, la mitad del analfabetismo mexicano radica en localidades con menos de 2 mil 500 personas. En ellas la presencia indígena es notable. Según datos de la misma fuente, en asentamientos de 2 mil 500 individuos o menos el promedio de personas que hablan alguna lengua indígena es 17.5 por ciento y el promedio de quienes se identifican como indígenas 16.6 por ciento. En cambio, en localidades de más de 100 mil habitantes, el indicador de hablantes de lengua indígena es 2.1 por ciento y el de personas que se declaran indígenas es apenas 1.1 por ciento.

DATOS POR SEXO Y EDAD revelan otros ángulos, en particular que el analfabetismo es más pronunciado en segmentos de mayor edad y entre las mujeres. La cantidad de mujeres analfabetas (3 millones 825 mil 147) supera en más de un millón a la de hombres (2 millones 270 mil 350), lo que equivale a decir que por cada hombre analfabeta hay 1.7 mujeres en la misma condición. Más de la mitad de todos los analfabetas (53.2 por ciento) son mayores de 50 años; si se incluye en el grupo a los mayores de 40 años se abarca 70 por ciento del analfabetismo total. Cabría esperar que las estrategias de alfabetización dieran prioridad a habitantes de pequeñas localidades (rurales e indígenas), a mujeres y a adultos mayores, sin menoscabo de la obligación de atender al conjunto. Pero no ocurre de esa manera.

DESDE 1981 LA PRINCIPAL instancia de gobierno encargada del programa de alfabetización ha sido el Instituto Nacional de Educación de Adultos (INEA), el cual ha experimentado diversidad de modelos de alfabetización, de recuperación del rezago educativo y de educación de adultos. El proceso de descentralización iniciado en 1997, la renovación de su estrategia de operación y el planteamiento de un Modelo de Educación para la Vida (MEV) sintetizan el enfoque más reciente del INEA, así como su incorporación al Consejo Nacional para la Vida y el Trabajo (Conevyt) establecido en la administración de Vicente Fox. Los recursos dedicados al INEA han decrecido en forma tendencial y constante: mientras en 1983 su presupuesto representaba 2.2 por ciento del gasto de la SEP, desde finales de los 90 ha sido inferior a uno por ciento.

TODO INDICA que los resultados de los programas de alfabetización operados por el INEA han decaído en comparación con el pasado reciente. Por ejemplo, en el informe de labores de la SEP de 1997-1998 se consigna que 579 mil personas se incorporaron a los cursos de alfabetización y concluyeron 322 mil. El informe 1999-2000 de la SEP dice que el número de participantes en ese ciclo fue de 490 mil, de los cuales concluyeron 290 mil. En el primer Informe de Ejecución del Programa Nacional de Educación se indica que en 2001 el INEA atendió a 214 mil individuos en el programa de alfabetización y en el Programa de Mediano Plazo del Conevyt se reconoce que en ese año se logró la alfabetización de 128 mil. Si la información citada es correcta, el INEA hoy alfabetiza a menos de la mitad de personas que hace apenas unos años. Complementan la tarea del INEA otras agencias y programas gubernamentales, así como organizaciones no gubernamentales, iglesias y otros grupos de interés. Al margen de suspicacias sobre las intenciones ideológicas de los alfabetizadores de la "sociedad civil", parece razonable preguntar en qué medida la SEP cumple su cometido de acreditar y certificar, o al menos ejercer tareas de supervisión de tales organizaciones. El cuestionamiento se relaciona con una pregunta: ¿en México la alfabetización se considera una garantía individual y por tanto un derecho exigible al Estado por los ciudadanos?

AUNQUE NO SE RECONOCE oficialmente es claro que la SEP y el INEA han centrado su atención en la universalización de la cobertura y en el combate al rezago: por un lado, garantizar plena cobertura de los servicios de educación básica y, por otro, asegurar que jóvenes y adultos que no terminaron primaria y secundaria concluyan sus estudios. Si ambos supuestos se cumplen y consolidan, a mediano plazo la tasa de analfabetismo decaerá significativamente, una vez que los grupos de población de mayor edad, en los que se concentra la mayor parte de los analfabetas, desaparezcan naturalmente. Con las tendencias demográficas de su lado el gobierno actual no parece muy preocupado por el problema del analfabetismo ni de reducirlo con programas intensivos. En efecto, en su más reciente documento programático, el Conevyt propone como meta a 2006 lograr la alfabetización en español de 250 mil personas y la alfabetización de 40 mil indígenas mediante un programa específico. Aun alcanzando estas cifras el nivel de alfabetización sería inferior al promedio de sexenios anteriores. Si bien en los organismos que integran el Conevyt la alfabetización ocupa un lugar secundario se esperaría que la sinergia que logre este nuevo consejo alcance metas más ambiciosas, pero no parece ser el caso. ¿Por qué?

JUNTO CON LOS PROGRAMAS que ya opera el INEA, el Conevyt propone brindar servicios de alfabetización mediante el proyecto Plazas Comunitarias. Se espera que en 2006 existan 20 mil de esas plazas al menos y que en ellas se brinde acceso a servicios educativos y culturales basados en plataformas de cómputo y telecomunicaciones. Para lograr esa meta, se propone que la mitad de las plazas sean "institucionales" y la otra mitad provenga de los sectores privado y social. Aunque el consejo reconoce que los analfabetas encontrarán "diversos grados de dificultad para hacer pleno uso de la tecnología puesta a su alcance", el problema se resolverá, declaran, gracias a "una adecuada asesoría y un diseño óptimo de contenidos impresos, en video y en línea". Además, el consejo propone adecuar los programas de alfabetización mediante "un enfoque intercultural y estrategias de carácter bilingüe", apoyándose en el desarrollo de materiales educativos tanto impresos como en línea, elaborados por las comunidades. Asimismo, se propone realizar una investigación titulada Reconceptualización de la alfabetización como instrumento de apropiación de la cultura escrita y la opción de leer y escribir de muchas maneras y para diferentes propósitos (citas del Programa de Mediano Plazo 2001-2006, Conevyt, enero 2002). En el programa del consejo no se menciona, aunque esperamos que no se ignore, que en México se han desarrollado importantes líneas de investigación que, bien aprovechadas, permitirían abordar la problemática en forma pertinente.

LA DOCUMENTACION DISPONIBLE indica que, para fines de alfabetización, hay dos estrategias sobre la mesa, sin líneas claras de continuidad entre sí: el modelo comunitario impulsado por el INEA, ahora en un esquema descentralizado, y las ideas de un sector del Conevyt, que apuesta en favor de la tecnología educativa con una visión del problema basada en un esquema de clientes y proveedores. Habría que preguntarse entonces si la pobreza y aislamiento de las localidades en las que se concentran los analfabetos no hace incompatible la estrategia de utilizar las nuevas tecnologías para atacarla. Sin duda, el acceso a tecnologías de la comunicación es importante, sobre todo para las nuevas generaciones. Sin embargo, para su empleo como herramienta de alfabetización no es suficiente contar con asesores y software amigable.


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