Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 16 de abril de 2003
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Editorial
 
CRIMEN CONTRA LA CULTURA UNIVERSAL

sol-2En días recientes, el fuego y el saqueo han destruido gran parte de la herencia histórica de Irak, nación milenaria en cuyo territorio florecieron las primeras culturas de la humanidad y donde han ocurrido muchas de las mayores proezas del espíritu humano a lo largo de los siglos. El arrasamiento del Museo Arqueológico, de la Biblioteca Nacional, de los Archivos Nacionales y de la Biblioteca Coránica de Bagdad -con la criminal complacencia y la vergonzosa pasividad de las tropas de ocupación estadunidenses- constituye un hondo golpe a la cultura universal, pues ese patrimonio invaluable le pertenecía en primer lugar a los iraquíes, pero también a todos los pueblos del mundo. El devastado acervo iraquí concentraba piezas y documentos cruciales para la comprensión y la vivencia de la filosofía, el arte, la religión, la ciencia, la cultura, la política y la economía de Medio Oriente, del mundo árabe y, por extensión, del orbe entero en tanto que Mesopotamia ha sido cuna y motor de gran parte de la civilización actual.

Que tal destrucción haya sido permitida o, acaso, como se sospecha, inducida por las fuerzas invasoras, revela el profundo desdén que Washington tiene hacia los valores y las manifestaciones culturales e intelectuales de Irak y, por ende, de la humanidad en general. ¿Por qué se permitió tal devastación, por qué no se resguardaron esos recintos de la misma forma en que se cuidó la integridad del Ministerio del Petróleo en Bagdad? Señalar la ignorancia y la soberbia de los ejércitos de ocupación hacia el patrimonio intangible y las tradiciones históricas y culturales aparentemente distintas a la suyas sólo aporta parte de la respuesta. La estrategia de quebrar la memoria y el orgullo nacional del pueblo de Irak, minar las bases de su resistencia contra el invasor y torcer su identidad a fin de hacerla más dúctil a la colonización económica, cultural e ideológica, completa el escandaloso cuadro. Sea como fuere, la destrucción del legado histórico de Irak bajo la mirada indiferente de los marines es un nuevo crimen de guerra y un acto totalitario del que Washington es tanto o más responsable que los saqueadores -¿mercenarios, apátridas o simples desesperados?- que lo llevaron a cabo. Además es una ofensa contra el mundo árabe y musulmán que suscitará mayores odios y clamores de venganza.

Así, a la devastación humana y material en el marco de esta guerra injusta y criminal hay que añadir la pérdida del patrimonio cultural iraquí. No satisfechos con arrasar el presente de Irak y enajenar su futuro, Bush y sus esbirros han permitido o inducido la destrucción del pasado de esa nación y la pérdida de parte de las fuentes originales de toda la civilización humana. Un ejemplo fehaciente de barbarie y totalitarismo que la comunidad internacional no debe pasar por alto.
 

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