Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 19 de abril de 2003
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Política

Luis González Souza

Un rompecabezas para armar

Ficha 1: Victoria pírrica de Bush y sus acólitos. Ficha 2: Marcha zapatista por la paz premonitoria y constructora de los ensamblajes por venir. Ficha 3: Nueva defensa de Cuba, la capital de la dignidad latinoamericana apuntaladora de la primera piedra del nuevo orden mundial que la mayoría queremos.

Ya lo dijo Marcos, y lo dijo bien, en el mensaje que tuvo a bien enviar para ser leído al final de la marcha zapatista por la paz mundial el pasado 12 de enero: "allá arriba, en donde el dinero es dios y amo, celebran una victoria que no es más que tramoya pintada de sangre árabe...". En efecto, las risas de Bush, Rumsfeld, Powell, Blair y Rebuznar, perdón Aznar, ilustran bien la irracionalidad y la barbarie a que ha llegado la mal llamada civilización occidental en su fase terminal. Pareciera que se trata de un concurso de autogoles. Porque cuando el estadunidense promedio se dé cuenta de que la guerra continúa, tanto como las estructuras racistas que la hicieron posible, legítimamente va a protestar. O sea, cuando la guerra pase a su fase verdaderamente terrorista y todos los estadunidenses aprendan a dormir con la pesadilla de una bomba en su almohada, legítimamente van a preguntarse: Ƒy entonces, no que la guerra ya la habíamos ganado, no que la victoria de la coalición ya se había asegurado con el brutal bombardeo de Bagdad? No, lo único que aseguramos -se dirán los estadunidenses, al menos los más sensatos, que son la mayoría- es una inseguridad, esa sí, infinita. Nunca más un estadunidense podrá dormir con la tranquilidad de no enfrentar nuevos actos terroristas. Nunca más un estadunidense podrá soñar con Campanita en vez de Satanás.

Pírrica, pues, una victoria que sólo arrojó como ganancias más inseguridad y más terror, eso sí, para todos y para todas l@s estadunidenses. Ojalá nos equivoquemos, pero creo que la toma de Bagdad únicamente abrió paso a la fase, ahora sí terrorista, de la caprichosa guerra inducida desde el Pentágono y desde la jaula de los zopilotes, más que halcones.

"Para todos todo, para nosotros nada", reza una de las consignas principales del movimiento que volvió a dar vida a México hace 10 años, es decir, la insurrección de los indígenas chiapanecos. Y vaya que predican con el ejemplo. Con sus mensajes y estímulos a la marcha pacifista del 12 de abril dejaron a un lado, por un momento, su propia paz y se concentraron generosa e inteligentemente en la paz del mundo entero. Pareció no importarles los asedios (para)militares que todos los días sufren, hasta la fecha. Las comunidades indígenas, es decir, los embriones del mundo nuevo que está por construirse. Por un momento dejaron a un lado dichos asedios y se preocuparon más y mejor por los asedios sufridos por el pueblo iraquí. Para ese pueblo, parecieron decir, todo el apoyo y toda la solidaridad de la sociedad civil mundial -arquitecto del nuevo orden mundial que ya se asoma-. Para nosotros, comunidades y pueblos indios, en brutal, necio y constante asedio hasta nuestros días, nada que pueda distraer las energías de esa sociedad.

Y si alguna lección quedó clara de la estúpida guerra de Bush contra el heroico pueblo de Irak es la de que cualquier mundo nuevo requiere como piedra angular o primera piedra un mundo sin hegemonías, sin la hegemonía de nadie, menos de una potencia tan descompuesta como la que hoy, tristemente, es Estados Unidos, lo mismo que un mundo sin el manoseo, por nadie, de causas tan nobles y necesarias como la defensa de los derechos humanos en todos los rincones del planeta. Cuba hoy se apresta, una vez más, a servir a la humanidad como fiel y digno marcapasos. Ya ahora mismo se aprecia la orquestación de toda una campaña para volver a sentar a la Cuba de Fidel, es decir, la Cuba más digna y valiente que hemos conocido, en el banquillo de los acusados, es decir, en el banquillo de Ginebra, donde supuestamente se enjuician las peores violaciones a los derechos humanos. No se trata de negar lo innegable, ni tampoco lo inevitable. En esa Cuba de Fidel, como en tantos otros lados, y desde luego en Estados Unidos, se violan con mayor o menor gravedad cierto tipo de derechos humanos. Ciertamente no los derechos económicos, sociales y culturales, ni los llamados derechos de la "tercera generación". Pero ese, creemos, no es el punto. El punto es que la causa de los derechos humanos no puede continuar, en el nuevo mundo por venir, como pretexto injerencista de ninguna laya, ni de ningún lacayo (Ƒescuchas bien, Fox?).

En otras palabras, Cuba hoy, una vez más, se ofrece a la humanidad como piedra de toque o piedra de sacrificios, injusticias e inmoralidades, a que el injerencismo estadunidense ya nos tiene malacostumbrados, para sentar la primera piedra de lo que sería un orden mundial genuinamente nuevo. Es decir, un orden mundial donde en primer lugar ya no exista quien la haga de hipócrita enjuiciador del respeto o no respeto de los sacrosantos derechos humanos, por cierto, en sus tres generaciones: derechos civiles y políticos, por un lado; derechos económicos, sociales y culturales, por otro lado, y derechos mundiales, como el derecho a la paz y a la autodeterminación de los pueblos. En estas últimas dos categorías, si hay alguien que tenga las manos sucias para lanzar la primera piedra es precisamente el Estados Unidos de las cúpulas, de los grandes empresarios, de los lucrativos comunicólogos y de los pestilentes politiqueros como los que hace tiempo habitan en la Casa Blanca. Un orden mundial sin injerencias de ningún tipo y sin manoseos de causas nobles. Repetimos. Es eso y no otra cosa lo que muchos en el mundo -desde Seattle hasta Porto Alegre, pasando por Davos, Melbourne y, desde luego, La Realidad chiapaneca- enérgica y dignamente deseamos. No es mucho pedir. Simplemente pedimos, en un resumen de por sí abreviado, que Estados Unidos o cualquier gobierno lacayo tomen un buen trago de civilidad, sensatez y dignidad. La humanidad merece eso y mucho más. México es parte de esa humanidad, y ésta sigue esperando que reaparezca el México con una política exterior tan digna como independiente.

 

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