Jaime Martínez Veloz

De nuevo ganó Fox en el PRI

Al fin, luego de una prolongada espera que tuvo en ascuas a la militancia priísta, la dirigencia del tricolor dio a conocer la lista de sus candidatos plurinominales para las cinco circunscripciones en que está dividido el país.

Se sabía que la composición de la lista expresaría la correlación de fuerzas entre los diferentes grupos que conviven cada vez con mayores dificultades en el partido y también que sería indicativa de la pugna de poder entre Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo. Sin embargo, no por conocido y anunciado ha dejado de ser ilustrativo el espectáculo que la dirigencia del PRI da sin ningún recato a sus militantes y a la sociedad.

A los enredados argumentos y cambiantes posiciones de Madrazo frente al gobierno de Fox, cuando afirma que el PRI sabe ser una "oposición constructiva y propositiva", para luego denunciar que el gobierno federal carece de liderazgo y de un proyecto nacional alternativo, lo que invalidaría cualquier búsqueda de acuerdos con quien se sabe de antemano que gobierna sin rumbo y con base en ocurrencias, habrá que sumar ahora la evidencia de que el presidente del CEN y la secretaria general del PRI no actúan en función de los intereses de su partido, sino a partir de los intereses más mezquinos y miopes disponibles en el mercado: los suyos.

Ya de por sí resultaba indefendible el argumento de Gordillo de que su "amistad" con el matrimonio Fox-Sahagún es una demostración de madurez y civilidad política y no una muestra desenfrenada de gula de poder a toda costa, que surge como oportunismo, transita por la estética de la mediocridad y puede tornarse en zarzuela, para que ahora sin ninguna consideración recete a la militancia de su partido una danza en que todos los velos han caído simultáneamente, renunciando a las bondades de al menos un poco de recato que atenúe la exhibición de las adiposidades de la ambición personal desmedida.

Todas las proyecciones coinciden en sostener que la composición partidista de la nueva legislatura en la Cámara de Diputados mantendrá sustantivamente la estructura actual, por lo que la inexistencia de hegemonía de un solo partido obligará a Fox y al grupo en el poder a demostrar capacidad de persuasión y negociación.

La imposición del gordillismo en las candidaturas plurinominales priístas garantizará a Elba Esther estar en condiciones de presentar a Fox una atractiva oferta; suficiente dimensión aritmética de sus incondicionales para que, sumada a la bancada panista y a otras previsibles docilidades que se obtengan, integren el conjunto de mayoría simple, tal vez hasta compuesta, que Fox requiere con urgencia para imponerse "democráticamente" en la Cámara de Diputados.

Esto no debiera interpretarse como liquidación del madracismo en la cúpula priísta, sino como una demostración más de la determinación de la secretaria general para expandir e imponer sus intereses personales, revistiéndolos habilidosamente con los símbolos partidistas.

Madrazo terminará por asumir la exhibición de fuerza de Elba Esther y será funcional al proyecto, si no es que en el tránsito se torna incómodo y demandante al grado de que deba abandonar la presidencia del CEN.

El asunto es de lamentar porque en el PRI existen militantes comprometidos, merecedores de un trato diferente y también porque maniobras de este carácter empobrecen la vida política nacional y frenan el desarrollo del Poder Legislativo.

Si decae la vigilancia del priísmo de base sobre su dirección y se tolera la descomposición y desprestigio social de los legisladores con maniobras tan arcaicas y burdas como la descrita, a fin de cuentas no habrá ganador y la derrota se habrá generalizado tanto para todos los partidos sin excepción, como para los intereses de la sociedad.

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