México D.F. Viernes 2 de mayo de 2003
El periodista y el teólogo comparten
el Premio Príncipe de Asturias 2003
Defender a los humildes, mérito de Kapuscinski
y Gutiérrez Merino
El autor de El emperador y Ebano considera
que ''hablar es lo que evita las guerras''
No se puede merecer, sino agradecer, dijo el creador
de la teología de la liberación
CESAR GÜEMES Y AGENCIAS
Las palabras de Ryszard Kapuscinski, al saberse ganador
del Premio Príncipe de Asturias en el área de comunicación
y humanidades, confirman al periodista y escritor nacido en Polonia en
1932, como al sereno lobo de mar que ha manifestado ser en su trabajo:
''Es uno de los días más importantes y felices de mi vida,
porque se trata de un premio de importancia internacional", y agradeció
a sus lectores en español.
El
Príncipe de Asturias para el autor, entre otras dos decenas de libros,
del célebre La guerra del futbol, es compartido con el filósofo
y teólogo peruano Gustavo Gutiérrez Merino. De ambos, el
jurado del galardón señala que lo reciben por ''su preocupación
por los sectores más desfavorecidos y por su independencia frente
a presiones de todo signo".
Diálogo con la cultura actual
Kapuscinski y Gutiérrez Merino obtuvieron el premio,
que este año llega a su versión 23, de entre un total de
21 candidaturas propuestas por 12 países ante la Fundación
Príncipe de Asturias.
No menos célebre que el periodista es el filósofo
peruano con quien comparte el galardón. Autor de textos ya clásicos
como La verdad os hará libres, En busca de los pobres de Jesucristo
y Perspectivas, Gutiérrez Merino acuñó y definió
en 1969 la ''teología de la liberación''. Al saberse elegido
dentro del área de comunicación y humanidades, expresó
que este reconocimiento ''no se puede merecer, simplemente se puede agradecer".
Y a propósito de los motivos que el jurado encontró
para conferirle el Príncipe de Asturias, planteó: ''Mi sorpresa
es que me encuentro en un campo que normalmente no aparece en estas cosas,
que es la teología entendida como un diálogo con la cultura
contemporánea".
La lengua, arma impagable
Entrevistado ayer por el diario español ABC,
el periodista polaco consideró que ''hablar es lo que evita las
guerras; se requiere el vocabulario adecuado, el que exprese la mejor voluntad
de entendimiento. No es más fácil deshacer un malentendido
que evitar una guerra, y la humanidad tiene demasiadas tensiones propias
como para añadirle otras''.
Agregó que ahora escribe sobre Herodoto, ''el primer
reportero de la historia" y que el mundo hispánico no es equiparable
a Africa. ''Iberoamérica representa un mundo propio, diferenciado,
extenso y dinámico" en el que si bien existe gran desigualdad también
hay ''un arma impagable que es la lengua. Es importante que ese mundo mantenga
una mentalidad global y no de provincias aisladas".
Puntualizó que los periodistas maduros ''no deben
apoltronarse, sino transmitir su experiencia a los nuevos porque éstos
lo tendrán aún más difícil en un mundo más
complejo y culturalmente multipolar".
El extenso trabajo del periodista ha sido recopilado en
libros como Bus po polsku, El emperador, El Sha, Lapidarium, La guerra
del imperio, Ebano y el álbum fotográfico Desde Africa.
Respecto de su desempeño profesional, el acta del
jurado del Príncipe de Asturias sustenta: ''Es un modelo de periodista
independiente que ha dado cuenta veraz, aun con riesgo de su propia vida,
de numerosos y trascendentales conflictos de nuestro tiempo en diversos
continentes. No se ha limitado a describir externamente los hechos, sino
que ha indagado sus causas y analizado las repercusiones, sobre todo entre
los más humildes, con quienes se siente hondamente comprometido".
El mundo de las desigualdades
En
septiembre de 2002, en una entrevista publicada en La Jornada, Kapuscinski
definió así los contrastes sociales a los que se enfrenta
y debe reflejar el reportero: ''Cuando uno viaja lo primero que choca es
esa creciente discrepancia entre el mundo de los ricos y el mundo de los
pobres, y esas desigualdades se aparecen en todos los ámbitos: familias,
sociedades, continentes, países desarrollados y subdesarrollados.
Vivimos en el mundo de las desigualdades, eso caracteriza al mundo contemporáneo.
''Hace 50 años, cuando comenzó el proceso
de descolonización de Africa y de Asia, las teorías de aquel
tiempo afirmaban que la independencia de esos países resultaría
en crear igualdad mundial y que la independencia política era la
condición única que se necesitaba para eso. Pero hoy la experiencia
demuestra lo contrario: el problema creciente de la humanidad consiste
en cómo hacer este mundo más igualitario."
Los premios Príncipe de Asturias serán entregados
el próximo octubre por el heredero a la corona, Felipe de Borbón,
en el teatro Campoamor, de la ciudad española de Oviedo.
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