Críticas al gobierno, denominador común en marchas

Moscú: la celebración del 1Ɔ de mayo semejó acto de campaña electoral

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscu, 1Ɔ de mayo. Con manifestaciones y mítines para todos los gustos políticos, la celebración del Día del Trabajo en esta capital pareció más un acto de campaña electoral y tuvo como denominador común las críticas al gobierno.

Dentro de ocho meses habrá comicios para renovar la Duma o Cámara de Diputados y, para sumar votos, nada es más redituable en Rusia que achacar todos los males al gabinete, lo que por otro lado tiene mucho de cierto.

Lo novedoso aquí es que, en un gesto inédito en cualquier otro país, los partidos oficialistas -los que se identifican por completo con el Kremlin- compiten con la oposición en vituperar al gobierno.

Porque cada vez que aparecen unas elecciones en el horizonte de Rusia, resulta más difícil defender políticas económicas que golpean a amplios sectores de la población y se recurre al viejo truco de convertir al jefe de gobierno en chivo expiatorio, como si tomara decisiones a contrapelo de su jefe directo, el presidente.

Todo apunta a que Mijail Kasianov, jefe de gobierno ruso, será destituido antes de los comicios de diciembre, para asegurar más votos a los partidos que tratarán de funcionar desde la Duma como plataforma para la relección de Vladimir Putin en las presidenciales de marzo de 2004.

Pero no es asunto decidido, en la medida en que los poderosos intereses corporativos que están detrás de Kasianov -y que se benefician de tenerlo como jefe de gobierno- pueden cabildear ante Putin en favor de su permanencia en el cargo.

Mientras se va o se queda, las reglas del juego político en Rusia convierten a Kasianov en blanco predilecto de las críticas. No sorprende, por tanto, que hoy haya recibido duros ataques desde todos los flancos, sin faltar uno que sobresale por su cercanía con el Kremlin: el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, uno de los líderes de Rusia Unida, el partido político que se propone disputar la mayoría de la siguiente Duma al actual favorito, el Partido Comunista, y que proclama como meta lograr la relección de Putin.

"Es una vergüenza", con estas palabras calificó Luzhkov el desempeño del gobierno (de Kasianov, que no de Putin, se quiere dar a entender) en un mitin convocado por los sindicatos y por los partidos identificados con el Kremlin. El alcalde llegó a decir que el gobierno "sólo sirve los intereses de los oligarcas", como se llama aquí a los potentados que desde tiempos de Boris Yeltsin, el anterior presidente, deben sus fortunas a su inclusión en los círculos más cercanos del poder político.

Casi a la misma hora, en otro mitin, el líder de la oposición, el comunista Guennadi Ziuganov, parecía leer el mismo discurso que Luzhkov: "No tenemos un gobierno para el pueblo; lo que tenemos es un gobierno para los oligarcas".

Unos 50 mil moscovitas participaron en las manifestaciones convocadas por los sindicatos y partidos oficialistas, los comunistas, los radicales de izquierda, los ultranacionalistas y los liberales.

Cinco opciones y, en el fondo, muy poca diferencia cuando -pensando en las urnas- todos coinciden en exigir una política social más justa.