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México D.F. Viernes 2 de mayo de 2003

José Cueli

Multiespejo de dolor y belleza

Alejandría es tierra de poetas. Allí nacieron Constantino Cavafis y Giuseppe Ungaretti. En 1915 Ungaretti participó como soldado raso en la Primera Guerra Mundial, conflicto que para ese ''hombre en pena" fue un bautizo misterioso: en las trincheras escribió sus primeros poemas. No sé quién dijo que ''sólo en el dolor y el sufrimiento el hombre se acerca a sus semejantes, y parece que sólo entonces su vida se hace hermosa". Fueron las experiencias dramáticas de la guerra, llenas de intensidad y lucidez, las que hicieron posible que la vida de Ungaretti se volviera poesía, música sincopada hecha con ''palabras intercaladas entre largos silencios".

Desde su primer libro que lleva el título extraño e irónico de La alegría, Ungaretti alcanzó el ideal expresado por Mallarmé, de ''dar un sentido nuevo a las palabras de la tribu". Todavía hoy nos sorprende que en aquellas circunstancias un poeta tan joven pudiera crear una poesía tan vital, no exenta de religiosidad. La alegría contiene poemas breves como haikús japoneses y poemas largos que nos hacen evocar a Leopardi.

En la guerra, Ungaretti conoció el significado de la palabra fraternidad; en su poema Vigilia, escrito en la Navidad de 1915, expresa: ''Toda una noche/ echado junto/ a un compañero/ masacrado/ con su boca/ rechinante/ vuelta al plenilunio/ con la congestión/ de sus manos/ penetrando/ en mi silencio/ he escrito/ cartas llenas de amor/. Nunca he estado/ tan/ aferrado a la vida."

La guerra también enfrentó al pionero del movimiento ''hermético" con la muerte: ''Entre la flor tomada y otra ofrecida/ la inexpresable nada". La guerra, en efecto, fue para Ungaretti una deslumbrante metáfora sobre la perfección y la fragilidad de la vida. Los versos cortados y muchos de los títulos que pone a sus poemas (Tedio, Agonía, Ocaso, Aniquilación, Silencio, Condenación, Melancolía, Destino, Peregrinación, Monotonía, Somnolencia, Distanciamiento, Nostalgia, Despedida, Soledad, Transfiguración, Goce, Vanidad, Ironía, Plegaria, etcétera) no sólo reflejan estados de ánimo que pueden sentirse en el campo de batalla; también son el verdadero paisaje desértico del alma humana con todo ''trastornado, sofocado y consumido por el tiempo" y sólo el amor como el único instante fugitivo que le podemos arrancar al tiempo. Quizá el amor es La mañana en que ''me iluminó de inmensidad".

Al pensar en la desigual guerra de Estados Unidos contra Irak, no puedo omitir preguntarme: ƑQué poesía podrá escribir al sargento que lanzó cuatro granadas contra sus compañeros en un campamento militar estadunidense dejando tres muertos y 13 heridos? ƑQué poesía podrá escribir el responsable que disparó un misil Patriot estadunidense contra un avión Tornado británico y mató a sus tripulantes? ƑQué poesía podrán escribir los aviadores que dejaron caer fuego amigo sobre un convoy kurdo y provocaron la muerte a 18 personas? ƑQué poesía podrán escribir los que bombardearon un mercado, una mezquita y una zona residencial, y produjeron heridas o muerte a decenas de inocentes? ƑQué podrá escribir el ''valiente" que desde la torreta de un tanque asesinó a dos periodistas en el hotel Palestina? ƑQué poesía podrán escribir esos muchachos que a los 20 años son obligados a disparar contra civiles que protestan contra la invasión estadunidense en Bagdad, Mosul o Kerbalá? (Quizá sólo lleguen a identificarse con Paul Nizan, quien una vez expresó: ''Yo tenía 20 años. No permitiré que nadie me diga que es la edad más hermosa de la vida") y, por último, Ƒqué poesía podrán escribir todos aquellos que permitieron el saqueo del Museo Arqueológico y de la Biblioteca Nacional de Bagdad? ''Profundo es el odio que en los corazones abyectos arde contra la belleza", escribió Ernst Junger en Sobre los acantilados de mármol.

No sé cómo van a simbolizar sus experiencias de guerra estos rambos de nuevo cuño, pero no me cabe la menor duda de que van a requerir asistencia sicológica.

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