.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
CineGuía
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada en tu PALM
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo Electrónico
Búsquedas

P O L I T I C A
..

México D.F. Domingo 4 de mayo de 2003

Rolando Cordera Campos

Concierto social y desconcierto político

La semana social concluyó con un primero de mayo de marchas y protestas proletarias, acompañadas por una manifestación más del deterioro imparable del sindicalismo que solía llamarse oficial y ahora anda sonámbulo, como muerto en vida. Frente a él, los esfuerzos dignificadores de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) resaltan, pero al mismo tiempo revelan la enorme dificultad que tiene México enfrente para recuperar la otra dignidad perdida: la del trabajo remunerado y remunerador, seguro y capaz de darle a quien lo tiene esperanza de superación y de un mejor futuro para los suyos. De eso hay poco hoy, y lo que se entiende por empleo se desvanece ante el panorama desolador del trabajo precario, la falta de certidumbre y el temor a perder lo poco que se tiene, ante una patronal inclemente y renuente a cualquier solidaridad que no le represente ganancias prontas.

Las promesas se quedaron en la cuneta del receso prolongado ya por tres años, y los reclamos absurdos del dirigente cupular de los empresarios no merecen otro lugar que el que le guarde el diccionario universal de la infamia. En vez de aprestarse a renovar métodos y formas de producción y disponerse a proteger el empleo, los patrones ofrecen inversión condicionada a las famosas y casi míticas reformas de estructura pero se oponen con furia a cualquier barrunto de intervención estatal en el proceso económico general, se rasgan las vestiduras frente a cualquier insinuación de concertación pública-privada de largo plazo para el desarrollo y hacen maletas ante el más vago anuncio de que las fantasmales reformas, en particular la fiscal, podrían implicar un grado de responsabilidad empresarial significativo, pagando impuestos en serio o admitiendo una reforma laboral que no suponga el libre despido sino un esfuerzo serio y permanente en la capacitación de los trabajadores o la investigación y el desarrollo. De eso, ni hablar, ni siquiera en Los Pinos a la hora del té con los líderes charros y su confesor espiritual, el inefable pastor de la extinta Secretaría del Trabajo y Previsión Social.

Y sin embargo, se mueve. El lunes, en el Palacio de Minería, a convocatoria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Federal Electoral (IFE), los partidos políticos nacionales se arriesgaron a hablar de ellos y hasta del país y mostraron la cara de lo que podría ser otra política, distante para siempre del pastelazo y la guerra de loditos en que se ha convertido nuestra flamante feria democrática. Sólo discursos y poco bueno en ellos, pero es de eso que se trata, debe tratarse, la política. De hablar y volver a hacerlo, hasta encontrar en el diálogo la fuente de la reforma estatal que el país ansía pero que sus representantes políticos han rechazado y saboteado hasta el hartazgo. El que hayan sido la UNAM y el IFE los anfitriones es simbólicamente promisorio: no puede ser sino desde la educación superior y la cultura, y desde la nueva institucionalidad y la transparencia, que México puede atreverse a abordar las enormes tareas materiales y mentales que tiene entre manos, y que este cansino tránsito hacia una modernidad democrática y creativa ha convertido en permanentes tareas pospuestas.

Quizás la hora empieza a sonar y nuevas coaliciones entre el intelecto ilustrado y las masas populares se estén gestando. Esperemos.

El mismo lunes, en Palacio Nacional, los hombres del campo organizado y los del gobierno que se pasmó en su propio cambio se dieron la mano y el quién vive y dieron muestras también de que las cosas públicas pueden ser de otra manera. No se puso en evidencia "otra manera de hacer política", como quiso presumir el presidente Fox en su discurso, pero sí pudo atisbarse otro formato para fraguar estrategias y moverse entre las aguas peligrosas de un conflicto social que sólo puede encauzarse eficientemente mediante la política del riesgo, que no puede ser sino la de asignar recursos prontos y suficientes para una situación que sin previo aviso nos puede despertar haciendo realidad aquello de que el campo no aguanta más. Con la firma del Acuerdo Nacional para el Campo se abre una pausa para el arreglo pacífico y legal, pero la advertencia del lema referido sigue ahí, en pleno Zócalo.

Trabajadores de la ciudad y del campo; partidos políticos que por fin se atreven a pensar en público y en voz alta; instituciones comprometidas con el avance cívico de México; una universidad alerta al cambio y dispuesta a emprenderlo por cuenta propia en lo que le es propio. No es despreciable un cuadrilátero como este, pero no es suficiente. Lo que queda es lo más arduo, pero también lo que más promete.

Afinar el discurso y comprometerlo en la búsqueda de un desarrollo demasiado esquivo y ausente; darle a la concertación un perfil institucional renovado y abrir cauces ciertos para la participación social en la política representativa por medio de foros y consejos como los que promueven los sindicatos de la UNT; asumir que el campo y los campesinos son responsabilidad del Estado y de toda la sociedad, en particular de la no rural; dar el banderazo de salida a una nueva ola de inversiones públicas y privadas, vengan éstas de donde vengan, pero sin chantajes ni arrogancias señoriales: todo esto puede hacerse desde la política democrática sin esperar a la providencia. Todo es cuestión de hacerse cargo de la gravedad que vive México y hacerle honor a la paciencia sabia de sus ciudadanos más pobres y maltratados. Sin ellos, es tiempo de admitirlo, no puede haber política moderna y democrática. Por eso, lo que hasta hoy hemos tenido es puro simulacro y simulación burlesca que es hora de dejar atrás, en los partidos y en las cámaras, en la empresa y el sindicato, en el aula, los medios o el escritorio burocrático

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310
Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Teléfonos Directos: (55) 56884840, 56886167
Email