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México D.F. Domingo 4 de mayo de 2003

Angeles González Gamio

Valeroso liberal

Uno de los liberales más destacados y sin duda más valientes fue don Valentín Gómez Farías, quien en sus breves permanencias como presidente, mientras cubría ausencias de Antonio López de Santa Anna, logró emitir una serie de leyes que cambiaron el curso de la historia: libertad de opiniones y supresión de las leyes represivas de la prensa, abolición de los privilegios de la Iglesia y el Ejército, supresión de las órdenes monásticas y de todas las leyes que autorizaban a la Iglesia a participar en negocios civiles, consolidación de la deuda pública y su amortización.

Asimismo, buscó la mejoría de la vida de los indígenas y la instrucción de las clases populares, quitando a la Iglesia el monopolio de la enseñanza. Suprimió la Universidad Pontificia de México y en su lugar creó la Dirección General de Instrucción Pública. Estableció organismos que atendieran la salud, antecedente de la Escuela de Medicina, y uno encargado de las bellas artes. Para su sostenimiento se le otorgaron las rentas de algunos de los múltiples bienes inmuebles que poseía la Iglesia. No hay que olvidar que era dueña prácticamente de las dos terceras partes de los bienes raíces urbanos, además de poseer inumerables haciendas, obras de arte, joyas, libros y fino mobiliario. Con esa inmensa acumulación de fortuna, se convirtió en la principal prestamista, llegando inclusive a financiar al gobierno.

Con estas medidas se sentaron las bases para que México se convirtiera en un país laico, respetuoso de todos los credos y de las libertades individuales. Dentro de ese pensamiento se enmarcó la creación, en 1833, de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, venerable institución cuyo corresponsal en Berlín fue Alejandro von Humboldt. En su momento agrupó a los mejores talentos mexicanos: Andrés Quintana Roo, Melchor Ocampo, Justo Sierra, Ignacio Ramírez, Manuel Orozco y Berra, Ignacio Manuel Altamirano, Manuel Gamio y Jesús Galindo y Villa, entre muchos otros.

En su larga vida, dicha sociedad ha padecido altas y bajas, pero continúa vivita y coleando, ocupando desde hace 76 años una hermosa casona en la calle Justo Sierra 19, justo enfrente del antiguo Colegio de San Ildefonso. Remozada hace unos años, tiene un amplio patio, un elegante salón de actos, varias aulas para actos pequeños y una gran biblioteca, con un impresionante acervo de cartografía, que durante el imperio de Maximiliano se intentó saquear, con la ayuda de algunos miembros traidores, para integrarla a la Academia Imperial de Ciencias y Literatura, que creó el emperador austriaco.

Actualmente, por medio de sus distintas academias, organiza interesantes encuentros científicos, culturales y artísticos. Precisamente el próximo martes 6, a las 11 de la mañana, se va a llevar a cabo una mesa redonda para comentar la lamentable desaparición del museo del antiguo Palacio del Arzobispado, que ya fue cerrado para entregarlo al clero. Van a participar Carlos Monsiváis, Teresa del Conde, Bolfy Cotton y la autora de estas líneas.

Los promotores del encuentro son las historiadoras María Elena Medina y Guadalupe Losada León y el artista Gustavo Amezaga, activos protagonistas del proyecto que sustentaba el museo, que hoy se aborta injustificadamente. Existe el temor de que vayan tras otros recintos emblemáticos del liberalismo, como el primoroso recinto parlamentario, o el que aloja las habitaciones que ocupaba don Benito Juárez con su familia cuando falleció en ese sitio siendo presidente, ambos ubicados en Palacio Nacional.

También cuesta trabajo entender por qué acabar con algo que está funcionando bien y no aprovechar el supuesto interés del clero por contar con un museo de arte sacro, para restaurar alguna de las joyas arquitectónicas que se encuentran en estado ruinoso; dos ejemplos: el antiguo claustro del convento de Jesús María, y el Palacio de los Condes de Xala. Los dos están muy bien ubicados y tienen las dimensiones y espacios que requeriría un museo de esas características.

Para menguar la tristeza por este hecho, antes de la mesa redonda vamos a desayunar al restaurante Los Mercaderes, situado en un elegante edificio sostenido por atlantes, que se encuentra en la señorial avenida 5 de Mayo. Entre las sabrosuras que podremos degustar, sobresalen šlas natas!, que se pueden saborear untadas en una concha, que vamos a sopear en un rico chocolate que abre el camino para un suculento almuerzo.

Alternativa ultraeconómica: las señoras que se instalan en las mañanas en las esquinas vendiendo sabrosos tamales, con su atole casero y, si es muy comelón, tienen teleras para empacarse una štorta de tamal!

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