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P O L I T I C A
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México D.F. Domingo 1 de junio de 2003

Samuel Ponce de León*

ƑEstamos preparados para la inminente epidemia del SARS?

La epidemia del síndrome agudo respiratorio (SARS, por sus siglas en inglés) continúa extendiéndose por Asia. Con más de 8 mil casos reportados oficialmente, cada vez es mayor el número de países involucrados y se espera que el crecimiento continúe al resto de los continentes. La acción de la Organización Mundial de la Salud ha sido rápida y efectiva, lo que está retrasando su velocidad de crecimiento. A pesar de que la alerta ha cumplido más de dos meses, el número de contagios crece y en algunos países con gran velocidad, como es el caso de Taiwán. La enfermedad es grave porque causa una mortalidad de 8 por ciento y hasta hoy son más de 700 los fallecimientos registrados.

Dentro de la gravedad y complejidad del problema, hay éxitos evidentes de los que debe destacarse el control de la transmisión en Hanoi y Toronto, y parece que incluso en Hong Kong y Guangdong ya ahora su transmisión es mínima. En un espectacular alarde de capacidad técnica, en pocos días se identificó el virus y ya se fabrican reactivos para su diagnóstico, se ensayan antivirales y se desarrollan vacunas. Mas el problema crece, menos rápidamente, pero seguirá creciendo. La nueva enfermedad respiratoria que ocasiona este novedoso coronavirus está aquí para quedarse.

Con los datos epidemiológicos que hoy tenemos es evidente que un eslabón fundamental en la cadena de contagios son los hospitales, adonde por razones obvias acuden los pacientes sintomáticos y donde son tratados. La segunda ola de contagios al inicio de la epidemia ha ocurrido en trabajadores de la salud, médicos y enfermeras, que una vez que contrajeron el virus lo llevaron a sus familias, a sus colegas y a otros contactos, incluso aquellos esporádicos en la comunidad. Si el hospital mantiene buenos estándares de control de infecciones, el riesgo de acarreo a la comunidad es menor, pero si no, el peligro es muy alto. Hanoi y Toronto controlaron la transmisión reforzando su sistema de aislamientos en los hospitales como medida fundamental.

Ante lo descrito, qué implicaciones tiene que la autoridad de salud señale que estamos preparados. Primero, sería muy útil saber qué significa estar preparado ante una epidemia que recién ha nacido y empieza a crecer. ƑAcaso se refieren a que tenemos capacidad para atender, con apoyo ventilatorio, decenas o centenas de casos? ƑO que no pasará nuestras fronteras? ƑO que será contenida ante el primer caso? Lo más probable es que piensen que el sistema montado en puertos y aeropuertos será una coraza infranqueable frente al virus. Sin embargo, esta es una visión infundadamente optimista.

Recientemente, en Toronto se ha detectado el resurgimiento de casos a pesar de las estrictas medidas de control establecidas. Y esto ocurre en uno de los mejores sistemas de salud del mundo. Con ello se muestra su facilidad de transmisión y, en contrapunto, la dificultad del control.

Sin embargo, los pocos hechos que se conocen muy bien pasan inadvertidos en nuestro país. El 90 por ciento de los casos secundarios ocurrieron en médicos y enfermeras que participaron en su atención en las áreas hospitalarias. Después, desde luego, la epidemia encuentra múltiples transmisores y se hacen necesarias cuarentenas y controles de población.

El punto fundamental es que la epidemia debe ser contenida en los ambientes hospitalarios, donde, desde hace dos siglos, deberían estar en práctica procedimientos elementales que eviten la transmisión de los agentes infecciosos. Los países que mantienen buenos estándares de control de infecciones hospitalarias, y que, ya con la alerta tuvieron la oportunidad de reforzarlas, no han tenido transmisión en la comunidad. El estado de California es un buen ejemplo, donde se han estudiado casi un centenar de casos con diagnóstico probable, sin que se rebasen los límites de los hospitales.

Sin embargo, en México preferimos apostar a que las declaraciones resulten en programas efectivos; nos pasó con el sarampión y con el cólera. Ciertamente, se han establecido controles en los sitios de afluencia de viajeros, pero nadie puede asegurar su eficacia. Lo que sí se puede afirmar es que no son barreras infranqueables. Se deben mantener estos sistemas, pero también tienen que darse las facilidades para que el sistema hospitalario pueda mantener, o establecer de novo en el caso de la gran mayoría de los nosocomios, programas efectivos de control de infecciones. Esto implica presupuesto específico para personal responsable sólo en esta actividad, para los materiales imprescindibles (máscaras, guantes, batas, etcétera), para áreas de aislamiento, para educación en servicio, y todo esto se traduce en necesidades económicas que con los magros presupuestos no pueden asumir los hospitales. Se requiere entonces un presupuesto emergente que ya debería estar solicitándose.

En el contexto general, debemos considerarnos afortunados. La epidemia ha disminuido su paso, pero seguramente a finales del próximo otoño o en invierno veremos crecer el número de casos y serán más los países con el problema. Los controles en las fronteras entonces serán todavía menos eficaces.

Así las cosas, tendríamos tiempo para organizar programas en los nosocomios de todo el país, pero hay que empezar ahora, y hay que contar con presupuesto para implementar normas y regulaciones. Hacer declaraciones esperanzadoras pero infundadas, dar cursillos elementales, repartir trípticos y cruzar los dedos es igual a construir una línea Maginot, ahora de palabras. La epidemia del SARS en su momento tendrá que ser contenida en los hospitales o sufriremos las consecuencias.

* Investigador nacional

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