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México D.F. Martes 17 de junio de 2003

Industriales farmacéuticos señalan irregularidades en mecanismos de licitación

El ineficaz sistema de control, causa del desabasto de medicamentos en el IMSS

La falta de capacitación y deficiencias administrativas en inventarios agravan el problema

ANGELES CRUZ

El histórico desabasto de medicinas en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) no tiene solución a corto plazo. Las recetas continuarán sin ser surtidas mientras en clínicas y hospitales se carezca de un mecanismo eficaz de registro de inventarios y se desconozca la demanda real de fármacos.

Para la industria farmacéutica el asunto está muy claro: durante años las compras se han guiado por inercias que nada tienen que ver con la realidad. De ahí que en las farmacias del instituto se puedan encontrar suministros de un solo medicamento y carencias de muchos otros.

La culpa no es de la farmacia, ni del trabajador y menos aún de los laboratorios. Ocurre, según Rafael Gual Cosío, secretario ejecutivo de la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF), que el IMSS tiene problemas en su logística, en su sistema interno de control, el cual se refleja en la carencia de medicinas en las farmacias y en licitaciones desproporcionadas.

Desde hace varios años la falta de medicamentos ha sido un tema recurrente. El problema es de tal magnitud que incluso ya se le conoce como la "leyenda negra" del IMSS. Programas han ido y venido sin que a la fecha se haya logrado alguna solución. Por el contrario, se ha acrecentado al grado de que en los pasados meses se han sumado a las manifestaciones de inconformidad de los enfermos los propios trabajadores del Seguro Social, pues son ellos quienes dan la cara a los pacientes cuando les dicen que no hay la medicina prescrita por el médico y les piden regresar al otro día o a la semana siguiente, a ver si el almacen ya la surtió. En la mayoría de las clínicas y hospitales se repiten las escenas de enfermos y sus familiares que salen de las farmacias con las dos hojas de la receta, la blanca y la rosa, prueba inequívoca del desabasto. Ni siquiera hace falta preguntar.

Costos que no se pagan

La Jornada buscó, sin éxito, obtener el punto de vista del IMSS sobre esta problemática. Para los fabricantes, el conflicto tiene varias aristas, pero la principal es el ineficaz sistema de control del instituto y los problemas de distribución. El punto de referencia es el mercado privado, al cual, dice Gual Cosío y Gilberto Núñez Olvera, director comercial del laboratorio Kendrick, el instituto está deseoso de igualar.

En las farmacias privadas los usuarios siempre encuentran la medicina que necesitan, lo que no es casual. Si bien los precios de los fármacos son sustancialmente más elevados que los del sector público, también es cierto que a las empresas del ramo llegan los distribuidores hasta dos veces al día a verificar el nivel de inventarios, los cuales, a su vez, siempre son muy reducidos. Se limitan a tener dos o tres cajas de cada medicina.

Es decir, explica Gual Cosío, la eficiencia de las farmacias no se debe a que tengan almacenes repletos de cajas de medicamentos, sino a que casi inmediatamente después de vender el producto solicitan su reposición al distribuidor. El problema es que eso tiene un costo, advierte el dirigente de AMIIF.

El IMSS nunca ha pagado el costo económico de la distribución. Esta la realiza internamente con un sistema obsoleto, almacenes con niveles altos de inventarios que a final de cuentas no llegan a las farmacias y los pacientes se quedan sin surtir sus recetas.

Dice que las autoridades del instituto quisieran que los fabricantes y distribuidores entregaran los fármacos directamente en cada una de las clínicas y hospitales que tiene en el país; pero antes de eso tendrá que realizar una gran inversión para modernizar su infraestructura y sistemas de información, advierte, y en esto coincide con el representante de Kendrick.

En entrevistas por separado ambos recuerdan cómo se ha transformado el mecanismo de compras del Seguro Social. De ser una compra nacional consolidada del sector salud, se dividió por instituciones (IMSS, ISSSTE y Secretaría de Salud). Después cada una se ha descentralizado, en particular el IMSS, que ahora cuenta con delegaciones estatales y regimedicamentos_venta_1onales, 38 en total. Cada una realiza sus propios concursos y, aunque con problemas, ha funcionado.

Sin embargo, aún está pendiente lograr que las medicinas lleguen con prontitud a todas las farmacias. El siguiente paso natural tendría que ser que cada unidad comprara sus medicinas. Por el momento, dicen los empresarios, eso es imposible dadas las carencias de equipamiento y capacitación del personal en materia de adquisiciones y control de inventarios.

De hecho, Gual Cosío y Núñez Olvera comentan que a principio de 2003 el IMSS tuvo que dar marcha atrás en una licitación emitida por las Unidades Médicas de Alta Especialidad (Umaes), nueva denominación que se dará a los centros médicos y hospitales de tercer nivel de atención. El problema fue que el personal de dichas unidades no estaba preparado para asumir la responsabilidad de las compras. De hecho, ningún fabricante respondió a la convocatoria.

Por otra parte, la industria tiene varios asuntos pendientes relacionados con las adquisiciones, los cuales pretende resolver con el IMSS.

Los laboratorios nacionales que venden al Seguro Social la mayoría de las medicinas sin patente y los genéricos intercambiables (GI) se quejan de los bajos precios que paga el instituto. Estos fármacos cubren las necesidades del primer nivel de atención, son los de primera línea, los que resuelven 80 por ciento de las enfermedades, dice Núñez Olvera.

Son medicinas muy baratas y "cada día el IMSS quiere que sean más baratas". Afirma que debido a la creciente competencia y a las limitaciones presupuestales, el ganador del concurso es el laboratorio que ofrece el precio más bajo, lo cual no significa que el producto sea el de mejor calidad.

Del otro lado están los laboratorios trasnacionales, los que principalmente venden medicinas con patente. Para ellos el problema está en las condiciones de las licitaciones. Rafael Gual Cosío dice que los procesos son muy complejos; implican la realización de innumerables trámites y papeles que deben entregar los laboratorios o sus representantes, los distribuidores.

Pero lo peor son algunas de las bases de la licitación. El IMSS tiene la posibilidad de solicitar un volumen mínimo y uno máximo de compra, con el compromiso de adquirir realmente sólo 40 por ciento.

Esto, señala Gual Cosío, es desventajoso e incluso inmanejable para algunos fabricantes. Si el mínimo que el IMSS ofrece comprar son 40 cajas y el máximo cien, resulta que de ganar el concurso la industria asume el compromiso de tener disponibles, al momento que el instituto lo pida, las cien piezas que se estableció como máximo.

Sin embargo, es probable que únicamente le compren las 40 del nivel mínimo. Y si es así, "Ƒyo que hago con las 60 cajas restantes?" Gual Cosío asegura que el fabricante estaría en un serio problema porque no tiene otras alternativas para venderlas. Dice que el IMSS adquiere la mitad de las medicinas que se venden en el país y el mercado privado es más reducido, pero con montos económicos más elevados. Por eso "si el IMSS no las compra, no tenemos adónde llevarlas", afirma el empresario. Este es otro factor que incide en el desabasto.

Hasta el año pasado la ley de adquisiciones establecía que la compra mínima garantizada era de 80 por ciento. En parte el cambio se debió a que dejó de ser una exigencia del sector público la entrega de medicinas en cajas especiales -diferentes a las comerciales-. Por eso los laboratorios trasnacionales se oponen a ella, mientras los fabricantes nacionales están de acuerdo porque evitan gastos innecesarios. A final de cuentas, dice Núñez Olvera, la medicina que entregan al sector público es la misma que venden en el mercado privado.

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