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México D.F. Sábado 26 de julio de 2003

Silvia Gómez Tagle

El PRD en perspectiva

Será por perversa tradición, pero en el PRD siempre se acaba por discutir los estatutos, la organización interna, el papel de las corrientes, la "refundación del partido". A pesar de que el partido se ha venido consolidando como la tercera fuerza política nacional y gobierna ya cinco entidades de la República, incluyendo la capital, se insiste en volver al pasado, como si éste hubiera sido mejor o como si las perspectivas de la izquierda mexicana se pudieran encontrar resucitando la experiencia del Frente Democrático Nacional (FDN) en 1988.

El PRD surgió de la convergencia de un conjunto de movimientos muy amplio que sin duda respondió a la capacidad de convocatoria de Cuauhtémoc Cárdenas y de los demás integrantes de la Corriente Democrática del PRI y de la izquierda mexicana. Sin embargo, el PRD no puede compararse con el FDN, porque muchos de sus integrantes, partidos, movimientos y dirigentes no entraron al partido, pero sobre todo porque un partido es algo muy diferente a un movimiento. El PRD, a pesar de que tuvo un arranque difícil, se ha consolidado y ha ido creciendo poco a poco, pero de manera desigual si se ven los resultados por regiones.

Este partido siempre ha tenido como característica, quizá por su origen diverso, la poca disciplina, la diversidad de opiniones y la costumbre de que los conflictos, que los hay en todos los partidos, se discutan en público en vez de dirimirlos en las instancias colegiadas como son el Consejo Político Consultivo, el Consejo Nacional y los congresos nacionales. Pero los problemas de fondo no están ahí y lo que realmente hace falta es consolidar un proyecto nacional que dé identidad al PRD, así como un futuro viable para que su capacidad de convocatoria se extienda a toda la República.

Los resultados de las elecciones federales por circunscripción dan una idea muy clara de la evolución del partido. En primer lugar destaca el hecho de que los resultados de 1991, cuando era presidente Cuauhtémoc Cárdenas, fueron muy diferentes a los de 1988, cuando fue candidato del FDN. En realidad ahí nace el PRD con presencia muy baja en el norte, noroeste y sur del país (circunscripciones primera, segunda y tercera), mientras que solamente en la cuarta y la quinta circunscripciones tiene presencia significativa.

Las elecciones de 1994 significan un incremento muy importante, pero sólo en las circunscripciones cuarta y quinta, donde se coloca alrededor de 25 por ciento de la votación, y por primera vez gana terreno en la tercera circunscripción, donde Chiapas juega un papel importante debido al movimiento zapatista. En 1997 el PRD alcanza su más alta votación en toda la República, sobre todo en la cuarta circunscripción, probablemente por la elección local en el Distrito Federal, que gana Cárdenas, pero en el norte y noroeste no pasa de 15 por ciento. En 2000, cuando Cárdenas vuelve a ser candidato a la Presidencia de la República, baja la votación en todas las circunscripciones, pero destaca la ausencia del partido en el norte, centro y noroeste. Por cierto que en ese resultado adverso habría que considerar, además de las controvertidas elecciones internas de 1999, la estrategia de campaña y de alianzas de 2000.

¿Qué ocurrió el 6 de julio de 2003? No se incrementó el porcentaje de votación en las regiones donde desde 1991 ha sido baja, circunscripciones uno y dos, salvo por Baja California Sur y Zacatecas, en donde gobierna el PRD. Subió la votación bastante en las circunscripciones cuarta y quinta, en las que gobierna en Michoacán, Distrito Federal y Tlaxcala, y sufrió un grave retroceso en la tercera circunscri pción, que comprende sur y sureste del país. Ese dato especialmente supone la existencia de problemas que reclaman una atención urgente.

Que las elecciones del 6 de julio de 2003 no fueron lo que se esperaba, claro que no; lo importante sería aprender lecciones de la experiencia y tener la capacidad de corregir errores. El PRD es un partido en crecimiento que requiere dejar atrás la época de los grupos amorfos y los liderazgos personales; después de todo las corrientes no son otra cosa que grupos identificados con determinados liderazgos, se trate de los seguidores de Amalia García, de Jesús Ortega, de Rosario Robles, de Cuauhtémoc Cárdenas, o los grupos de muchos otros dirigentes.

Para que el PRD se consolide como partido democrático requerirá una burocracia profesional, definir derechos y obligaciones de los militantes, diferenciarlos de los simpatizantes, fortalecer los órganos colegiados que permitan tomar decisiones y llevarlas a la práctica con eficacia. Pero lo que realmente puede dar perspectivas de futuro al PRD como parte de la izquierda mexicana es la discusión de un programa que ofrezca alternativas para el país y que permita ampliar la convocatoria a esas regiones del norte, centro, oeste, y en general en las zonas urbanas, donde nunca, desde su fundación, ha logrado convertirse en opción política para la población.

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