.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
CineGuía
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada en tu PALM
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo Electrónico
Búsquedas

E C O N O M I A
..

México D.F. Lunes 28 de julio de 2003

León Bendesky

Espíritus animales

El maestro Jesús Silva Herzog escribió en Cuadernos Americanos (1956) una Homilía para futuros economistas. Ahí consideró el sentido de la economía como disciplina de estudio; decía que era una "ciencia humana y que sus leyes, con excepción de las de carácter económico-biológico, como la de población y la del rendimiento decreciente en la agricultura, son leyes sujetas a cambios inevitables, impuestos por la estructura de la sociedad". No está por demás recordarlo. Pero sabemos también que hay un factor sicológico en el desenvolvimiento de los procesos económicos, puesto que están influidos por las decisiones que toman los agentes en el mercado. Los individuos deciden consumir y ahorrar y las empresas invertir, de manera que con ello marcan el ritmo y la continuidad del crecimiento de la actividad productiva. Esas decisiones se desprenden del entorno económico y político que prevalece en un momento determinado, e igualmente de las expectativas que se crean y difunden, y sobre las cuales inciden de modo significativo las acciones u omisiones del gobierno.

El aspecto sicológico del comportamiento de los agentes económicos es ineludible. Ello es así puesto que se trata de reacciones que se suscitan ante actos de los cuales dependen los ingresos actuales y futuros, y en muchos casos las condiciones de subsistencia de las familias y de supervivencia de las empresas, en especial las de menor tamaño.

La economía es una disciplina social en la que intervienen para su administración cuestiones técnicas que están bien establecidas, pero que no son las que determinan su evolución. Por eso mismo no debió haber cambiado su apelativo de economía política a economía (economics en inglés), como ocurrió desde la época de Marshall y la preminencia de lo que se conoce como el pensamiento marginalista hacia fines del siglo XIX.

Hoy en México estamos en una coyuntura en la que dominan las consideraciones sicológicas acerca de la situación económica. El entorno es cada vez más negativo, pues los hechos concurren en la configuración de un escenario adverso en el que se retroalimentan las expectativas de estancamiento, baja rentabilidad de las inversiones y pérdida de ingresos por insuficiencia de fuentes estables de empleo. Las expectativas adversas se propagan como una epidemia, igual que como ocurre con las euforias de tipo especulativo. Todo eso ya lo conocemos, no necesitamos que nadie nos lo cuente.

La todavía favorable situación macroeconómica sobre la cual sostiene el gobierno sus criterios de gestión puede desembocar de manera rápida en una nueva y grave inestabilidad. Las experiencias recientes deberían ser una lección suficiente de cómo se puede llegar a la crisis luego de un optimismo hueco; ahí están los casos de los gobiernos de Salinas y Zedillo como muestras que no se deben pasar por alto. Ni los 50 mil millones de dólares que hay en las reservas internacionales van a alcanzar si eso ocurre.

A ello contribuye el práctico estancamiento de la actividad económica por tercer año consecutivo, la creciente fragilidad fiscal y la enorme confusión del Presidente y su gabinete sobre cómo cambiar el rumbo de las cosas. Lo que es claro es que con el cúmulo de declaraciones, por más enjundiosas que sean, con los programas que surgen como por generación espontánea para atender distintos problemas y que se abandonan casi con la misma rapidez con que se anuncian, así como con el espejismo de que con las reformas que se han propuesto las circunstancias van a cambiar de modo radical, no va a modificarse el estado de salud mental que prevalece en el país.

El tiempo está en contra del gobierno del presidente Fox, y no se advierte la manera en que pueda diseñar nuevas políticas y convocar a los grandes acuerdos nacionales, que por supuesto no pueden ser sólo con las desgastadas cúpulas empresariales y obreras, para reiniciar un nuevo auge y el mejoramiento efectivo de las condiciones económicas y sociales.

El economista inglés John Maynard Keynes sabía bien de las condiciones sicológicas que inciden en la evolución de la economía y que denominó los "espíritus animales". Esto hace que en una circunstancia específica la gente no consuma y sobre todo que no invierta, lo que provoca necesariamente el estancamiento productivo. Sabía igualmente bien que en esas circunstancias el Estado tiene que actuar para cambiar el marco de las expectativas, no con declaraciones y programas insustanciales, sino con gasto y con inversiones en un entorno de credibilidad. Siguiendo al maestro Silva Herzog, ésas serían las cuestiones que deben adaptarse a las condiciones prevalecientes en la actual estructura de la sociedad. También recordó que el propio Keynes dijo: "la economía es una materia fácil en la que son muy pocos los que logran destacarse". Eso queda muy claro en la historia reciente de México.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4445 y 4110
Email