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P O L I T I C A
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México D.F. Viernes 5 de septiembre de 2003

Horacio Labastida

Informe y gobierno

Es significativo que la Constitución francesa de 1793 sea reflejo destacado de los sentimientos que predominaban en el siglo xviii sobre la connotación verdadera y no falsa de la vida democrática. La anterior ley suprema estadunidense de 1787 obturó en su artículo 23 el republicanismo del pueblo. Las elecciones del presidente y vicepresidente están a cargo de representantes de los ciudadanos y no de los ciudadanos mismos, permitiéndose así que los titulares del poder sean miembros de elites opulentas y no de las gentes comunes y corrientes. Ejemplo típico fue la elección de George W. Bush, favorecido por los representantes y no por la mayoría ciudadana.

Por otro lado, la Asamblea Nacional Francesa coronó el grito de Liberté, Egalité et Fraternité en el código monárquico de 1791, cuyo artículo 4 delega al rey el ejercicio del Poder Ejecutivo, de acuerdo con el capítulo ii, dejando al pueblo en lugar menor. El triunfo de los sans culottes imaginó el texto de 1793 como expresión de las profundas aspiraciones del pueblo que siguió enseñanzas de Juan Jacobo Rousseau (1712-78). Vale recordar que en decreto de 21 de septiembre de 1792 se declaró que la nación sólo puede tener una Constitución plenamente aceptada por el pueblo, y en el artículo 35 de aquella avanzada ley se reconocen el sagrado derecho y el ineludible deber del pueblo a insurreccionarse contra el gobierno que transgreda sus intereses.

Esas leyes muestran la doble connotación de democracia: la faccional, institucionalizada para beneficio de las clases privilegiadas a través del gobierno que las representa, y la del pueblo, apersonada por un gobierno que cumple su voluntad. Estos términos opuestos sintetizan la historia de la democracia moderna y contemporánea.

En Latinoamérica está a la vista. Los caudillos de virtudes supremas -José Martí, Emiliano Zapata, Lázaro Cárdenas, Salvador Allende, Che Guevara, entre otros pocos- no han sido seguidos; por el contrario, se practica una perversa democracia del dinero, con la excepción de Cuba, donde el plattismo quedó erradicado a partir del triunfo revolucionario de 1959. En el gobierno de Fidel Castro se acatan los mandamientos del hombre cubano. Y de cara al dilema planteado antes, Ƒcuál es la situación que prevalece en México?

Los códigos supremos federales de la República han buscado encauzar una democracia verdadera por la vía electoral, medio éste usado por las clases acomodadas para falsearla. Agustín de Iturbide forzó escandalosamente a la Asamblea de 1822 para que lo designara emperador, luego la sustituyó por la Junta de Notables que, sin éxito, quiso legitimarlo con un improvisado proyecto constitutivo opuesto a los principios insurgentes de los Sentimientos de la nación. Santa Anna descubrió el peso de las fuerzas militares en el juego hegemónico de los grupos del poder económico, abrió las subastas correspondientes, vendió su influencia, negó la Constitución de 1824 y dio rienda suelta al centralismo (1836-47), sin perjuicio de la breve reinstalación tiránica de 1853. Las simulaciones electorales mostraron ostentosamente la corrupción política.

El golpe de Porfirio Díaz a Sebastián Lerdo de Tejada (1876) acabó con la democracia de los constituyentes de 1856-57 e inició el releccionismo que concluiría en 1911, año en que Madero tomó palacio en fugaz renacimiento democrático para volver, hacia 1920, a la ignominia de más de 86 años. Caído el Estado criminal de Victoriano Huerta (1913-14) y promulgada la ley de 1917, Obregón y Calles inventaron el nuevo releccionismo que concluyó en 1928, cuando el diputado Aurelio Manrique en el Informe del año gritó farsante al presidente Calles. El vasconcelismo fue barrido con fuerzas armadas en Topilejo (1929) y el método continuó con distintas facetas violatorias de los comicios.

La dureza priísta de la familia revolucionaria se desmoronó al entregar Zedillo el mando presidencial a Vicente Fox (2000), y cabe entonces preguntar lo que Andrés Molina Enríquez (1868-1940) se cuestionara poco antes de la celebración del constituyente queretano: Ƒcuál es la causa de los grandes problemas nacionales y por qué no se resuelven?

El gran problema nacional salta ante nosotros. Contra el proyecto de la Revolución, la cultura y la economía nacionales han sido fuertemente saboteadas; hoy se vive en lo material una profunda dependencia del capitalismo imperial estadunidense, y en lo cultural el ataque sin fin a los valores que nos dan la identidad de mexicanos. Y en lugar de un plan político que recobre estas eminentes instancias y propicien el fortalecimiento económico propio, el tercer Informe de gobierno exhibe una agudización de la dependencia.

Entregar energéticos a empresas extranjeras, debilitar la protección a los trabajadores, ignorar el problema indígena y educativo, olvidarse de la creciente pobreza y el desempleo, tocar con ligereza la tragedia migratoria de nuestras gentes a Estados Unidos y también la recesión en que nos hallamos, es crear directa o indirectamente condiciones que acentúan la dependencia expoliadora a que nos sujeta cada día con mayor ímpetu el supercapitalismo globalizador y su gobierno washingtoniano, así como las autoridades subordinadas a sus mandatos en el continente colombino. Nada menos que la democracia falsa es hoy formalización política de una dependencia cada vez más condenable e inadmisible.

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