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México D.F. Martes 9 de septiembre de 2003

Es la justificación de los gobiernos que aquí no han hecho nada, aseguran

Sobre la Buenos Aires, más fama que culpas: residentes

JOSEFINA QUINTERO M. / II Y ULTIMA

Las calles de la Buenos Aires son reflejo del ostensible abandono gubernamental. Pintas en bardas, casas y negocios se mezclan con el aceite de los motores. Basura en banquetas y avenidas es el equipamiento urbano de la colonia. Los altares hablan de la devoción de los vecinos a las vírgenes de los Remedios, de la Muerte, de Juriquilla, a cristos y santos: ya sea en camionetas blindadas, bicicletas, patines o caminando, el que pasa por ahí se santigua.

"Eso nos hace chingones"

Las cosas cambian después de la seis de la tarde, cuando los 330 negocios de autopartes bajan las cortinas y los empleados salen de la zona comercial. Las calles quedan solas, y después de las 10 de la noche se escucha el rechinar de llantas: empezó la diversión de los moradores.

Camionetas y carros compactos acondicionados con accesorios deportivos empiezan a hacer recorridos por las calles Renacimiento, Barajas Lozano, Bolaños Cacho y Andrade, hasta escoger dónde estacionarse. Los jóvenes conductores abren las puertas para que la música de los autoestéreos se escuche a todo volumen. Circulan churros, grapas, chelas y chupe.

Porque la Buenos Aires "es chida y está la banda", asegura Sonia, quien habla con entusiasmo de las tocadas, aunque, dijo, siempre terminan tiroteándose entre bandas. "Se ponen buenos los bailes, siempre son mejores que en otras colonias. Armamos un escándalo que se escucha hasta la Doctores, y eso nos hace chingones".

Para Sonia y Areli, de 18 y 20 años, respectivamente -una es madre y la otra está en espera de un hijo-, hablar de la delincuencia no es cosa que les sorprenda, saben que con cruzar la puerta de su casa ya están en riesgo. Sin embargo, afirmaron que las cosas cambiaron. "Antes, cuando la gente venía por una defensa o algo para su coche, mientras arreglaban la parte de enfrente les volaban lo de atrás. Ahora sólo te quitan una parte, pero si eres de la colonia no te hacen nada, porque entre nosotros nos cuidamos".

Magdalena, quien vive desde hace más de 50 años en la colonia, comenta: "los chavos no son maloras, hacen sus tocaditas, no se meten con nadie mientras no los busquen. Aquí hay de todo; vienen de Tepito, de Ejército de Oriente y otras colonias: como saben que no entra nadie, ya se acostumbraron a pasarla bien en la colonia".

De ex presidiarios a comerciantes

La situación no es nueva. Una historia de marginación y rencor social alimenta el sentir de sus habitantes. Porque los terrenos que forman la colonia fueron donados a generales que participaron en la Revolución, quienes instalaron sus potreros y los encargados de cuidar el ganado eran los hijos de los presos que llegaban a la cárcel de Belén -ahora la cárcel es la escuela Revolución, que está en avenida Chapultepec y Balderas.

El trato que recibían quienes trabajaban en el Tinado -como se conocía al potrero- no era diferente al que tuvieron sus padres, pero fueron ellos quienes fundaron la colonia, que desde entonces estuvo fuera de todo cálculo y proyecto de las autoridades, porque nació señalada. El mismo nombre, comentan, fue una ironía: "el mal olor que generaba la pestilencia del canal De la Piedad hizo que le pusieran Buenos Aires, al contrario de lo que se respiraba".

Su fama creció por la venta de refacciones usadas para automóviles. El primero de estos negocios se instaló en la avenida Obrero Mundial por el año de 1950. Crecieron hasta formar la Asociación de Comerciantes en Refacciones y Accesorios Nuevos y Usados para Autos y Camionetas de la Colonia Buenos Aires AC.

Luciano Martínez Guadarrama, integrante del comité vecinal de la colonia y presidente de la asociación de comerciantes, manifestó que la fama de la Buenos Aires hizo que le carguen más culpas de las que efectivamente puede tener. "La culpa por la fama existe, pero esa fama efectivamente no está bien probada. Es la justificación de los gobiernos que no han hecho nada."

Asegura: "hay un castigo social que tiene una realidad, la marginación creada por la sociedad y la autoridad, que finalmente es la responsable".

Hay reportes, comenta Martínez Guadarrama, por robos en el Viaducto, en los cruceros. "El de Vértiz y Viaducto alguna vez fue considerado el más peligroso de la ciudad de México. Lleva años ahí, no lo han acabado. ¿Por qué?, ¿qué pasa?, ¿acaso se les fue el crucero?"

Señaló que han recurrido a las autoridades locales y federales, pero "sólo nos dan más golpes de los que tenemos. Nos explican que instalarán un programa de prevención, con la condición de que les demos todas las facilidades. Había que señalar a los que cometían los delitos: ése no es un trabajo nuestro, es de ellos. Lo que quieren son delatores, no asumir compromisos, que son su responsabilidad".

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