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México D.F. Sábado 20 de septiembre de 2003

Juan Arturo Brennan

Willem Breuker Kollektief

Un concierto en el que se canta la canción Yes, we have no bananas con interpolaciones de O sole mio y acompañamiento de ukelele no puede ser del todo malo. De hecho, la presentación de la banda holandesa de jazz Willem Breuker Kollektief donde ocurrió semejante rola fue muy buena en términos musicales, y muy interesante en cuanto a la cohabitación y mezcla de géneros, estilos y expresiones.

Por principio de cuentas, la dotación de la banda es muy peculiar, y muy apta para armar un buen escándalo: tres saxos, cuatro metales (dos trompetas, dos trombones) y la tradicional sección rítmica del jazz. Ahora bien, si el Polyforum Siqueiros es un lugar harto extraño, la acústica del llamado Foro Universal es realmente intratable, por lo que el primer cuarto de hora de la tocada (mientras los sonidistas le atinaban a su asunto) fue una especie de mazacote sonoro.

Después, Willem Breuker y colegas que lo acompañan demostraron, con buena música y una buena dosis de demencia escénica, que los 30 años que la banda lleva junta no han pasado en balde, y que ha habido un proceso de maduración que está cabalmente presente en la música que hacen.

Por lo pronto, es evidente que esas tres décadas de hacer jazz le han permitido a Breuker asimilar e incorporar sin problemas una amplia gama de músicas de diverso origen. Así, la noche del viernes de la semana pasada fue posible escuchar vals, polka, swing, bebop, marcha, cool jazz, hot jazz (en general, más hot que cool), sombras de música de cabaret, alusiones a Kurt Weill y muchas otras cosas.

La única influencia conspicuamente ausente en el trabajo del grupo de Willem Breuker (al menos en lo interpretado esa noche) es el jazz latino y sus derivados afrocaribeños, que hoy tienen tanta vigencia y difusión. Además de la sabrosa variedad de fuentes musicales y culturales que hay en el jazz de Willem Breuker Kollektief, es posible percibir también una constante corriente de sarcasmo que, en ocasiones, se convierte en franca parodia. Como siempre, la única parodia que funciona es la que parte del conocimiento profundo de lo parodiado, y en este sentido Breuker y sus músicos demostraron estar perfectamente al tanto de sus referentes.

Destaca en el trabajo de esta banda holandesa de jazz, sobre todo, una componente armónica de alta complejidad, que en muchos momentos presenta claras tangentes con algunas corrientes de la música de concierto del siglo XX. En este mismo sentido, la banda ofreció algunas piezas sustentadas en obsesivos ostinati rítmicos que por momentos recordaban a Stravinski o a Honegger, así como largos episodios de caos controlado con una inconfundible vertiente expresionista.

Como ejemplo de la variedad estilística que se ha generado al interior de una banda que en su conjunto es muy homogénea, destaco las grandes diferencias expresivas de los tres saxofonistas del grupo (Breuker incluido) que en sus respectivos solos mostraron temperamentos radicalmente diversos.

Por cierto, la saxofonista Hermine Deurloo (quizá la integrante más joven de la banda) demostró ser también una hábil ejecutante de la armónica. Algunos puristas que se acercaron a escuchar a la banda neerlandesa afirmaron que esa clase de jazz no era lo suyo. ƑCómo iba a serlo, cuando el concierto incluyó una pieza basada en un obsesivo coro vocal acompañado por el severo aporreo del piano, incluyendo sonoros clusters producidos con las nalgas del pianista Henk de Jonge? De ahí a las propuestas de teatro musical delirante de Boguslav Schäffer hay menos que un paso.

En el contexto de este muy atractivo concierto de jazz a cargo de Willem Breuker Kollektief, no podían faltar un par de pelos en la sopa.

Pelo número 1: antes de la música, una dama tomó el micrófono para hacer una ''presentación". Después de invitarnos a cerrar los ojos y viajar al viejo continente, nos hizo el favor de explicarnos qué es Holanda y qué es Amsterdam. Para cerrar con broche de oro su olvidable actuación, la dama afirmó que ''todo puede pasar" en un concierto de Breuker y colegas, y concluyó con esta perla de la chabacanería y el lugar común: ''La música no tiene fronteras, solamente rompe esquemas." De auténtica pena ajena.

Pelo número. 2: Ƒquién habrá sido el descerebrado que tuvo la ocurrencia de poner en el sistema de sonido, durante el intermedio, arreglos orquestales de canciones de ABBA?

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