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México D.F. Viernes 10 de octubre de 2003

José Cueli

Las paradojas de Orfeo

En la espléndida revista Los Universitarios, en el número correspondiente a septiembre, destaca un estupendo artículo de Angelina Muñiz-Huberman titulado ''Las paradojas de Orfeo'', en el que subraya, entre otros aspectos, el peso que la herencia de Orfeo tiene sobre las artes. Al respecto, escribe: ''El descenso a los infiernos no significó nada, porque no ocurrió la reconstrucción. Orfeo no rescató a Eurídice y su condena fue crear el canto de la desesperación. Como acto vital inútil no le quedó más remedio que ofrecerlo a la consagración del arte en su fragilidad".

Es así como, según la autora, la palabra en boca de Orfeo entra en la dimensión de ''lo impredecible, de lo arbitrario, de lo inesperado". En la medida en que altera la lógica se torna inquietante. Es por ello que Orfeo se granjeará el rechazo de Aristóteles y la indecisión de Platón, quien termina por condenar al poeta.

Para la autora, el momento de liberación acaecería cuando la teoría desacralizadora gana terreno y entonces al arte le es permitido toda posibilidad de transgresión. Las reglas son quebrantadas y con ello se abre un espacio de creación ilimitada. Por tanto, eso constituye una liberación de los rígidos cánones y las conceptualizaciones estáticas que asfixiaban a los artistas del siglo XX, y por ello abrevan en el mito de Orfeo como renovadora fuente de inspiración. ''Porque en la palabra y en su musicalidad radica la clave de la lira de Orfeo".

La inspiración órfica permitió entonces a hombres y mujeres talentosos y creativos asomarse y abrevar en la parte oscura, ''a descender a los infiernos" y así poder nombrar el desamor y las pasiones, así como las fronteras entre cordura y locura, racionalidad e irracionalidad, éxtasis y desesperación.

''Nada podía ya detenerlos y los caminos hacia los mundos velados no se hundían en la oscuridad, sino que de ellos emanaba la luz."

Pero la filosofía órfica, como enuncia Muñiz-Huberman, no sólo encontraba un eco en la tarea de rescatar el sentido de dicha filosofía, la que realiza con gran agudeza, talento y sensibilidad la filósofa española María Zambrano. Y es de destacar la profunda y aguda percepción que aquélla tiene del pensamiento de Zambrano, de la cual comenta:

''Con su peculiar estilo absorbió la enseñanza y la aplicó al estudio de poetas, pintores y músicos del siglo XX. Su propia obra se convirtió también en un anhelo de alcanzar ese ideal. Su lenguaje, su fraseo, su ritmo prosódico, las sorprendentes imágenes y comparaciones, su rima interna y juego semántico, la libre intertextualidad, la colocaron en un borde a medio camino entre la filosofía y la poesía, como es el título de una de sus obras más representativas."

El pensamiento órfico escapa a la sistematización aristótelica y no se limita a reglas. Orfeo, según la autora, accede al mundo exiliado, presente en las teorías órfico-pitagóricas, y con ello escapa al encasillamiento de la lógica, desenvolviéndose ''con más soltura en la versión mítico-poética".

La autora coloca entonces el acento en el hecho de que ''el número, representado por la música y la matemática desplaza a la palabra. O más bien la palabra debe de acoplarse al ritmo del sonido y la medida". Por tanto, la lógica basada en el logos adoptaría el terreno de la imprecisión y la ambigüedad, en tanto que el ''desdeñado pitagorismo" basado en la abstracción y cantidad determinada por el número adquiriría un lugar preponderante. Así, la poesía derivaría en un ''logos metaforizante y polifónico".

Como todo buen texto, el ensayo de Muñiz-Huberman tiene un efecto exegético sobre el lector y ello, por tanto, conduce a la elaboración de preguntas en el propio campo de quehacer intelectual del que lo lee. Con todo ello la primera pregunta que me surge tiene que ver con la aseveración freudiana de conminarnos a abrevar en las fuentes de la poesía, a escuchar con detenimiento la voz de los poetas, quienes podían decir, como ningún otro, acerca de lo más íntimo del ser.

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