Leonardo García Tsao

Nada de mexicanas en Chicago

El festival internacional de cine de Chicago es una de esas rarezas: es el más antiguo de carácter competitivo en Estados Unidos -el próximo año cumplirá su 40 aniversario- y ha sido dirigido desde el principio por la misma persona, Michael Kutza. No regulado por la federación internacional de festivales, esa especie de asociación mafiosa que cobra a sus miembros una enorme cuota por dejarse mangonear, el festival de Chicago puede escoger películas que ya hayan estado en anteriores concursos -Cannes, Berlín, Venecia, etc.- mientras no sea en territorio estadunidense.

Uno ha sido invitado a esta edición, iniciada el jueves de la semana pasada, en calidad de jurado de su sección de documentales, algo muy agradecible por el buen estado de salud en que se encuentra ese género. Claro, no puedo comentar las películas vistas, por razones éticas. Lo que sí debo apuntar es la total ausencia de títulos mexicanos en cualquiera de las secciones.

Por costumbre, el festival de Chicago ha mostrado mucho interés por la producción nacional, dado el alto porcentaje de mexicanos que integra la población de esta ciudad del llamado Midwest. En el año 2000, por ejemplo, Amores perros obtuvo el Hugo de Oro, el premio principal, así como el Hugo de Plata al mejor actor, compartido por sus actores Emilio Echevarria y Gael García Bernal. Además se exhibieron Crónica de un desayuno, de Benjamín Cann, y De ida y vuelta, de Salvador Aguirre. Incluso el año pasado participaron Ciudades oscuras, de Fernando Sariñana, y El crimen del padre Amaro, de Carlos Carrera. (En ese sentido, existe una rivalidad con el Festival Latino de Chicago, realizado en abril, por conseguir los títulos más atractivos.)

Pero en esta ocasión, nada. Cero películas mexicanas, justo cuando los medios internacionales celebran -a destiempo- el renacimiento de nuestro cine, inspirados por el éxito de algunos realizadores ya convocados por Hollywood. Si bien el festival de Chicago tenía intenciones con Nicotina, de Hugo Rodríguez, los productores prefirieron inscribirla en el posterior festival del American Film Institute, en Los Angeles. Como se sabe, ese titulo ha sido el único digno de llamar la atención en el circuito de festivales, en una temporada de comedias tan malogradas como Asesino en serio, Dame tu cuerpo, Corazón de melón y Sin ton ni Sonia.

Kutza es un asiduo asistente a la Muestra de Guadalajara y tanto él como su programadora, Helen Gramates, se dijeron decepcionados por la pobre cosecha de cintas de ficción de este año. (Por cierto, el documental La pasión de María Elena no era elegible por haberse exhibido en Sundance, mientras que La canción del pulque, de Everardo Gonzalez, se consideró demasiado breve para una función comercial.) Ante la pregunta sobre si habrá una mejoría en el futuro, uno no sabe qué contestar. Por lo pronto la producción no ofrece señas de una recuperación cuantitativa; en cuanto a lo cualitativo; habrá que ver si, por ejemplo, el Imcine insistirá en una política tan equivocada de producir aberraciones como La tregua. (ƑAlguien puede contestar por qué se invirtió dinero estatal en una realización de Alfonso Rosas Priego, un nombre que no podría considerarse promisorio bajo ningún concepto?)

En fin, seamos optimistas y esperemos que el cine mexicano de calidad vuelva a ocupar su lugar en éste y otros festivales, así como en sus propias pantallas. Por lo pronto, Chicago vive el furor beisbolero de tener a su equipo en los playoffs, cosa no vista desde hace casi 100 años. Eso, desde luego, no ha sido bueno para el festival. El inusual clima veraniego en pleno otoño ha favorecido la asistencia multitudinaria al legendario Wrigley Field y no a las salas del complejo Landmark o Music Box. El inestable mundo del cine siempre está expuesto a cualquier tipo de amenazas.

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