.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
CineGuía
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada en tu PALM
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo Electrónico
Búsquedas
S O C I E D A D    Y   J U S T I C I A
..

México D.F. Miércoles 29 de octubre de 2003

Salvador Martínez della Rocca

UNAM: conciencia nacional

Hoy se inscribe con letras de oro, en los muros de honor de este recinto, el nombre de la universidad que dio origen, con José Vasconcelos, a la Secretaría de Educación Pública, expresión del compromiso educativo del Estado mexicano.

Se rinde homenaje a la universidad que arraigó en nuestro país los ideales de la reforma universitaria de Córdoba, Argentina, en la conquista de los estudiantes mexicanos, encabezados por Alejandro Gómez Arias, de la autonomía universitaria en 1929.

Se reconoce la presencia de la universidad en la Constitución del México moderno a través de universitarios notables como Antonio y Alfonso Caso, Manuel Gómez Morín, Vicente Lombardo Toledano, Narciso Bassols, Alfonso Reyes, Jesús Silva Herzog, Rosario Castellanos, Heberto Castillo y Pablo González Casanova, entre muchos otros.

Este acto es un testimonio de agradecimiento a la universidad que organizó los grandes sistemas públicos de salud y la especialización médica de altísima calidad que ha caracterizado a nuestro país, con Gustavo Baz, Salvador Zubirán, Ignacio Chávez, Ramón de la Fuente y Alfonso Millán. A los abogados, como Gabino Fraga, Mario de la Cueva y Luis Garrido, que intentaron hacer de México un país de leyes. A ingenieros, como Enrique Rivero Borrel, Mariano Hernández Barrenechea, Nabor Carrillo Flores y Antonio Dovalí Jaime, que cimentaron el desarrollo de México. A maestros, como Alfonso Herrera, Enrique Beltrán, Helia Bravo, Guillermo Haro, Paris Pishmish, Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Graef, Alberto Barajas, Isaac Costero y Emilio Rosenblueth, que sentaron las bases de la investigación científica en México.

Se hace también un justo homenaje a la universidad crítica de 1968, al movimiento estudiantil y a uno de los mexicanos más notables del siglo XX: el ingeniero Javier Barros Sierra.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es nacional porque se ocupa de los grandes temas y problemas de México, se ubica a lo largo y ancho del país, por su peso moral y su tradición histórica, por su dimensión cultural y su presencia crítica.

Se hace cargo de la formación de miles de profesionistas, científicos y maestros; de la creación, recreación y difusión de cultura; de la producción de nuevos conocimientos; de la investigación especializada y del desarrollo de tecnologías. Está en las aulas, los museos, las orquestas, los campos deportivos, las estaciones de investigación y los canales de radio y televisión. En sus muros guarda memoria de los grandes muralistas mexicanos y también de los grafitis de notables movimientos sociales. "Ay Pepe, cómo me acuerdo de ti en estas revueltas".

Es, en suma, una gran institución, el proyecto cultural más importante de México y uno de los más grandes de América Latina.

La UNAM también ha representado, con gran dimensión ética, una posición universalista y solidaria en el ámbito internacional. Así acogió en sus aulas a lo más notable de la herida España republicana, con personalidades como León Felipe, Pedro Garfias, Antonio Sacristán, Eduardo Nicol, Ramón Xirau, Wenceslao Roces y Adolfo Sánchez Vázquez.

Recibió en sus recintos a la intelectualidad del exilio latinoamericano, expulsada por la irracionalidad militarista. Entre otros, llegaron Adolfo Gilly, Bolívar Echeverría, Ruy Mauro Marini y René Zavaleta.

La historia contemporánea de la universidad es una historia rica de acercamientos y desencuentros con el poder público. La distancia entre la universidad y los gobiernos posrevolucionarios dio lugar a la autonomía de la institución y a la libertad de cátedra, conceptos que hoy están profundamente arraigados en la educación superior pública de nuestro país. Principios universitarios que hoy es necesario reivindicar y fortalecer, frente a la amenaza de los procesos de mercantilización y privatización de la educación superior.

El rencuentro entre universidad y gobierno, a finales de los años 30, se selló con el apoyo de los universitarios a la expropiación petrolera en 1938, con el establecimiento de la Ley Orgánica de 1944-45 y con la creación de Ciudad Universitaria en los años 50.

Profundas brechas se abrieron de nuevo en los años 60. Los universitarios se constituyeron, al lado de maestros y estudiantes politécnicos y de muchas otras instituciones del país, en la conciencia crítica de México, encabezando el anhelo democrático frente al autoritarismo y la violencia estatal.

El Ejecutivo federal y el Congreso de la Unión pretendieron por ello ahogar a la universidad, humillarla y mancillarla. Ocuparon el campus universitario con el ejército, asesinaron y encarcelaron a estudiantes y profesores. Lecumberri se convirtió entonces en una extensión de las aulas y los centros de investigación de la UNAM. Desde esta alta tribuna, las voces oficiales agredieron y vilipendiaron al ingeniero Javier Barrios Sierra, el más digno rector que ha tenido la Universidad Nacional Autónoma de México.

El poder público la ha intervenido muchas ocasiones. Tres veces más han violentado los cuerpos policiales los recintos universitarios: en 1973, en 1977 y, más recientemente, en 2000. En más ocasiones se ha lesionado su autonomía de maneras menos públicas, más soterradas. En otras más se le ha estrangulado por falta de recursos. No lo volveremos a permitir.

A pesar de todo, con distancia crítica y capacidad para discrepar a partir de la fuerza de la razón, la Universidad Nacional Autónoma de México ha servido de la mejor forma a nuestro país.

En 1929 el entonces secretario de Educación, Ezequiel Padilla, criticó en la Cámara de Diputados la autonomía universitaria. No entendió entonces el significado de la autonomía. No la han entendido muchos después de él. La autonomía universitaria es el espacio de libertad que la universidad requiere para generar y transmitir conocimientos en los que se funda la crítica, el desarrollo de las ciencias y de las humanidades con las que sirve a su pueblo.

La universidad nacional, epítome de la educación superior pública y gratuita de México, ha sido y seguirá siendo un espacio privilegiado para los debates y las acciones para la transformación profunda de nuestro país.

Al poner su nombre con letras de oro en este muro, honramos a la universidad y a los estudiantes y profesores de todos los tiempos. Tomamos el nombre de la universidad nacional para intentar resarcir los errores de este Congreso frente a la universidad que constituye, al decir de Barros Sierra, "el espejo del mejor México posible en cada instante". Asumimos con ello un compromiso profundo de apoyo y respeto a la universidad nacional y a toda la educación superior pública del país.

Desde 1968 nuestra universidad ha luchado y seguirá luchando por las libertades democráticas de México.

šPonemos su nombre en letras de oro porque en nuestra universidad se hace ciencia, pero ante todo conciencia nacional!

šViva la Universidad Nacional Autónoma de México!

Intervención del diputado perredista Salvador Martínez della Rocca durante la inscripción con letras de oro, en el muro de honor del Palacio Legislativo de San Lázaro, del nombre de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4329 y 4110
Email