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México D.F. Domingo 2 de noviembre de 2003

El violonchelista ofreció un concierto en el Conservatorio Chaikovsky

Tras 10 años, Carlos Prieto regresa a Moscú

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscu, 1o. de noviembre. Pocos músicos extranjeros, salvo aquellos que con su prodigioso dominio del instrumento alcanzan talla universal, logran hacer cimbrar al público que suele acudir a la prestigiada sala del Conservatorio Chaikovsky de la capital rusa. Carlos Prieto, entregado al goce de tocar con virtuosismo el violonchelo, lo consiguió esta semana, en el primer concierto que dio en Moscú tras 10 años de ausencia.

En un auditorio repleto, y acompañado al piano por Guennadi Dzubenko, el maestro mexicano abrió con una interpretación magistral de la Sonata para chelo, de Dmitri Shostakovich, elección que no es fortuita y representa un nuevo homenaje de su parte a este insigne compositor ruso.

"Shostakovich es un compositor por el cual tengo una admiración que no hace más que crecer con el tiempo, una figura para mí fundamental", comenta Prieto a La Jornada, y agrega que conocer al genio de San Petersburgo en 1959, cuando visitó México como integrante de la delegación que acompañó al entonces vicepremier soviético Anastás Mikoyán, le dio el impulso inicial para aprender ruso y comenzar a interesarse por este país.

Además de Shostakovich, en este probablemente su concierto número 40 en Rusia, Prieto tocó la Sonata para chelo, del húngaro Zoltan Kodaly y, después del intermedio, como acostumbra hacer en sus giras internacionales este incansable promotor de la música nuestra, dedicó la segunda parte a obras de compositores latinoamericanos, con natural preferencia hacia los de México.

En esta ocasión, Tres danzas seculares, de Mario Lavista, y Canción del puerto, de Joaquín Gutiérrez Heras, precedieron Le grand tango, del argentino Astor Piazzolla.

Las dos obras mexicanas eran estreno aquí y tuvieron una extraordinaria respuesta del público, que tributó una prolongada ovación a Prieto en este concierto inaugural del Festival Internacional Orfeo, organizado por la homónima emisora de radio especializada en música clásica.

El recital en Moscú se derivó de la invitación a participar en las Veladas de Música Española, que a lo largo del año se celebran para conmemorar el Tercer Centenario de la fundación de San Petersburgo, en cuyo contexto Prieto interpretó el estreno mundial de Concerto da Chiesa, una obra de José Luis Turina, uno de los más importantes compositores de España.

Este concierto para violonchelo se estrenó en el recién restaurado Teatro del Ermitage, con rotundo éxito que se repitió en la Sala Shostakovich de la Filarmónica de San Petersburgo. En ambos casos, Prieto se desempeñó como solista con la Orquesta del Ermitage, bajo la dirección de Alexis Soriano, hijo del famoso pianista Gonzalo Soriano.

Discípulo de Imre Hartman, Pierre Fornier y Leonard Rose, entre otros grandes maestros que contribuyeron a su formación como violonchelista, Prieto también se presentó en la ciudad de Orenburgo, en el linde mismo entre Europa y Asia, donde ofreció tres recitales e igual número de pláticas sobre el Piatti, como se conoce a su instrumento desde que lo creó Antonio Stradivarius en 1720.

Diez años le llevó a Prieto investigar los orígenes y trayectoria de este instrumento hasta que llegó a sus manos, lo que plasmó en su ameno libro Las aventuras de un violonchelo. Historias y memorias, publicado en 1998 y que ya va para su quinta edición.

"La estancia en Orenburgo fue sensacional, por momentos llegó a parecerme que era lo mejor que he visto yo de Rusia, de la vieja y de la nueva. La calidez de la gente, la amabilidad y el entusiasmo que demostraban, me tenía a mí verdaderamente impresionado", comparte sus impresiones el maestro.

La visita de Carlos Prieto a Orenburgo, según se puede leer en los periódicos de esa ciudad, fue todo un acontecimiento al grado que se le alojó no en un hotel, sino en el edificio más confortable de la ciudad, que -para su sorpresa- resultó ser la clínica oftalmológica del doctor Fiodorov, donde se le asignó la habitación más amplia.

Tras una década de no venir a Rusia, Prieto tenía enorme interés por ver este país en pleno cambio. Desde que vino a estudiar a la Universidad Lomonósov, de esto hace ya 41 años, tuvo en suerte viajar con frecuencia a Rusia en las épocas de Nikita Jruschov, Leonid Brezhnev, Yuri Andropov, Konstantín Chernenko, Mijail Gorbachov y Boris Yeltsin. Las experiencias y certeras observaciones de este testigo excepcional están contenidas en De la URSS a Rusia, aparecido en 1993, un libro de lectura obligada para entender este país desde una perspectiva mexicana.

Le faltaba venir en tiempos de Vladimir Putin y, con lo visto ahora, formula este balance preliminar de 10 años de ausencia:

"Me quedo asombrado de los cambios. Estoy entusiasmado con algunos aspectos, entre los que mencionaría la incipiente libertad en que vive la gente y me llamó la atención que mucha gente, sobre todo los jóvenes, no echan de menos las épocas anteriores", dice.

"Al mismo tiempo, me quedo muy desfavorablemente impresionado de cómo vive la gente de edad, los jubilados, y de cómo se ha creado una increíble disparidad en el ingreso, es impresionante la brecha entre ricos y pobres", describe el otro lado de la medalla.

Y, de cara al futuro, se muestra optimista: "Rusia tiene posibilidades -no a corto plazo, pero quizás sí a medio plazo- de ser una gran potencia y un país donde la gente viva mucho mejor. Creo que tiene recursos extraordinarios y el nivel educativo, por ejemplo, sigue siendo altísimo, lo he confirmado con los jóvenes con los que he hablado".

El reconocido violonchelista mexicano volverá el año próximo como miembro del jurado del Concurso Internacional Rostropovich, que se va a celebrar en Orenburgo, y desde luego tendrá nuevos encuentros con el público ruso, que desde ahora espera sus conciertos y pláticas.

Viajero infatigable, Carlos Prieto regresa a México este domingo y, ya mañana lunes, estará en Tampico, interpretando obras de Bach en el Festival Internacional Letras en el Golfo.

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