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México D.F. Domingo 2 de noviembre de 2003

La obra se estrenó ayer y se presentará hoy y mañana; continuará en el Julio Castillo

Don Juan Tenorio, primera puesta teatral en Bellas Artes en 19 años

Su director Martín Acosta pretende rescatar su sentido existencial, ''lejano a la chacota''

Juan Manuel Bernal y Mariana Gajá interpretan los personajes principales

PATRICIA PEÑALOZA ESPECIAL

Han pasado 19 años desde la vez anterior que se montó una obra de teatro en el Palacio de Bellas Artes. Ahora, abre sus puertas a la Compañía Nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), con la puesta en escena de Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, que tras una iniciativa de Enrique Singer, coordinador nacional de Teatro del INBA, y bajo la dirección de Martín Acosta, busca rescatar el sentido existencial de este clásico, lejano a la alteración chacotera que se ha llegado a hacer del personaje, con una minimalista propuesta escénica de Alejandro Luna, un reparto joven, y convidando al gran público a que vea, con "precios populares", un montaje de calidad.

La obra involucra una alineación de primera línea. Además de los citados, la dramaturgia es de Luis Mario Moncada; el vestuario de Tolita y María Figueroa; la música de Joaquín López, y la producción ejecutiva de Mireille Bartilotti. En los papeles centrales están Juan Manuel Bernal, como Don Juan Tenorio; Mariana Gajá, como Doña Inés; Miguel Rodarte, como Don Luis Mejía, y Luis Rábago, como el Comendador y padre de Doña Inés. La puesta se estrenó anoche y continuará presentándose hoy y mañana en Bellas Artes, para extender su temporada del 10 de noviembre hasta febrero en el teatro Julio Castillo.

Acosta describe las particularidades de su puesta en escena: "El Tenorio se ha desvirtuado, siendo que el texto de Zorrilla tiene muchos valores; para mí no es tan importante su donjuanismo seductor (proveniente del personaje original de Tirso de Molina, del siglo XVII), como sus reflexiones existenciales sobre la muerte. Por otro lado, es la obra más representada en la historia de México; ha tenido más arraigo aquí que en la misma España. Aquí ha encajado perfectamente por la idiosincrasia mexicana, donde invitamos a cenar a los muertos, que es lo que hace literalmente Don Juan Tenorio. Además, hay un hecho histórico: el emperador Maximiliano le encargó a Zorrilla que creara la primera compañía nacional de teatro en México, y fue justo cuando escribió y montó el Tenorio. Por todo esto, es una obra representativa del teatro en México. Lo que aquí buscamos es darle una mirada contemporánea, generacional".

Dice que aunque se respeta el texto original, en su puesta hay un trabajo adicional sobre el lenguaje y la estructura, pero respetando la "teatralidad" y el aliento romántico originales de esta obra del siglo XIX. Hace hincapié en el aspecto filosófico y teológico: "los humanos nos preguntamos sobre la justicia, Dios, la muerte. Don Juan Tenorio tiene mucho miedo de morir, quizá más que los demás, por sus culpas y su amor a lo mundano, y hace mucho por distraer a la muerte. Unos montamos obras, otros se lanzan de presidentes: hacemos cosas para olvidarnos que un día moriremos y que no tenemos certezas sobre el más allá. Si las tuviéramos, no nos preocuparíamos. Pero como no es así, la desazón es mayor y tenemos un diálogo fuerte con Dios, pues necesitamos creer en una entidad superior para darle sentido a la vida. Nos preguntamos si Dios ya se olvidó de nosotros o no le importamos. Nos da pánico irnos sin respuestas. Fausto, Hamlet o Don Juan tienen preguntas sobre la vida y la muerte. El Tenorio busca respuestas en sus muertos; le dice al Comendador: 'si vienes, me aclararás si hay más mundo que el de aquí'".

Sobre el montaje, el joven director indica: "No hay escenografía con arbolitos ni nada bonito; es muy parca, un concepto muy austero, casi clínico, minimalista. Con un vestuario en contraposición, muy teatral. En cuanto a su aliento, es un tanto tradicional pero con acentos contemporáneos; una mezcla de tonos y estilos que llevan a un diálogo fuerte y violento. Ponemos a dialogar a la música con el espacio, y a éste con el vestuario, éste con los actores y así. Por tanto, los actores requieren mucha energía y vitalidad. Por fortuna, el equipo es de actores preparados, de carrera teatral (23 en total)".

''Como los jonkies actuales''

El actor Luis Rábago, quien no sólo hace un papel fuerte, sino que tiene un análisis certero del texto y el montaje, dice: "La obra de Zorrilla no se compara con el nivel dramático ni las grandes estructuras de Tirso, Molière o Mozart, pero su estructura, de oficio, está bien hecha, es rigurosa; sabe lo que va a funcionar. En su contenido, el 'defecto' de este Don Juan es que se enamora, cuando el original nunca lo hace. Eso lo aprovechó Martín para dar ese desgarramiento romántico, pues Don Juan sucumbe ante la nobleza de la damisela. Y como es una puesta del siglo XIX, aquí el juego dramático casi parodia al exceso romántico, atrabancado e irreflexivo, sin caer en lo grotesco. Sobre la propuesta visual, el montaje es discreto, elegante, delicado; hay mucho cuidado en lo plástico, la escenografía, las luces. No es el 'gran show', sino que es exquisito en sus imágenes. Otra particularidad de esta puesta es que Don Juan se enfrenta a los que murieron a sus manos, no en forma de estatuas sino de cadáveres embalsamados. Más sórdido que el original. Para no hacerlo tan denso, hay muchos toques de ironía, humor negro".

Juan Manuel Bernal indica haberse adentrado a las motivaciones de Don Juan en un escenario donde los personajes actúan irreflexivamente para luego lamentarse de lo hecho: "Ha sido un proceso enriquecedor; es un riesgo, pero lo vale el espectáculo. Es un privilegio". Distinta a lo usual, es la visión que sobre Doña Inés ofrecerá Mariana Gajá: "Traté de romper con el mito de la Inés ingenua, dulce y boba, que no piensa. Aquí, es ella quien toma decisiones". Miguel Rodarte: "Mostramos un Don Juan más sensible, y Don Luis es su contraparte. Aunque es como aquél (mundano, compulsivo, iracundo), y trata de imitarlo y ganarle, no lo logra. Quisimos recrear esa personalidad romántica, donde si bien eran seductores, también eran asesinos, fumadores de opio; unos jonkies actuales. Mi personaje es un espejo que ayuda a contrastar el dilema que tiene Don Juan entre su existencia postrera y su adicción a las mujeres, el mundo y el pecado".

Las funciones son en el Palacio de Bellas Artes, los días 2 y 3 de noviembre. Domingo: 17 horas, lunes: 20 horas. Las localidades van de los 40 a los 200 pesos. Descuentos a estudiantes y adultos mayores.

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