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México D.F. Jueves 13 de noviembre de 2003

Laura Esquivel

No al IVA

Primero que nada quiero depositar estas flores a la memoria de los constitucionalistas, de los revolucionarios y de todos aquellos que alguna vez soñaron en un México mejor, en un mundo mejor. Es mi humilde ofrenda a tantos ideales pisoteados, manoseados, corrompidos y violados.

El motivo de estar reunidos el día de hoy es simple y llanamente la discusión de imponer un impuesto al pensamiento, a la verdad, a la libertad, a costa de recaudar un poco de dinero para aliviar el presupuesto anual de la Federación.

Estoy aquí, en este honorable recinto, para mostrar mi voluntad de oponerme hoy y siempre a que la lectura tenga un impuesto. Desde luego también estoy en contra del impuesto al valor agregado (IVA) a alimentos y medicinas, pero como los libros son el alimento del espíritu y la medicina del alma, los menciono en primer término, ya que un cuerpo sin alma está muerto y un país sin cultura no existe. Claro que también me opongo decididamente a la venta de los Estudios Churubusco y a la desaparición del Centro de Capacitación Cinematográfica, lo mismo que el Imcine, Fonart y Educal.

Como vemos, el problema aquí no es sólo defender el libro de una criminal carga fiscal. El verdadero problema es defendernos de la barbarie de unos cuantos que pretenden convertir el gobierno mexicano en gerencia y a los mexicanos en simples "activos fijos", en seres despojados de toda personalidad, en puras herramientas para generar más y más dinero, en meros pretextos para convertir a México en una cosa que se vende, se consume y se desecha.

Es evidente que una persona que solamente considere como válida la percepción económica del mundo creerá que la existencia del ser humano sobre la Tierra se reduce a los porcentajes y utilidades que éste sea capaz de producir. Miden el mundo con la vara que les dicta su frivolidad, su ignorancia, su falta de alma y, con todo respeto, de madre. El gran problema es de calidad humana. Si permitimos un trato indiferenciado para la cultura en general, para la literatura en particular, y para los libros mismos, estaremos pisoteando la mayor riqueza humana, aquella sola que es capaz de evitar las guerras; aquella sola que es capaz de construir la tan traída y llevada democracia, la tan traída y llevada tolerancia; aquella sola que podría darnos un sentido frente a la vida y la muerte: en resumen, estaremos pisoteando el "sentir" del mundo, nuestra capacidad más fina de ser entes conscientes de nosotros mismos, de los otros, de la naturaleza, del cosmos y, en el mejor de los casos, del Dios trascendente.

Dice el Talmud que uno nunca ve el mundo como es sino como uno es. Si uno ve el mundo como uno es, es importante saber cómo es uno. ƑY cómo es uno? Como se ha ido formando. Como lo han educado, programado o condicionado, según sea el caso. Cada palabra que escuchamos, cada imagen que vemos, cada actividad que realizamos en nuestras primeras etapas de desarrollo, van a determinar nuestro futuro al conformar nuestra personalidad y nuestro mundo de creencias. Se nos puede enseñar a amar o a odiar. A respetar a los demás o a pasar sobre sus derechos. A cuidar de la tierra como un ser vivo o a contaminarla. A ser soberanos e independientes o sumisos y agachados. Conforme fue nuestro aprendizaje va a ser nuestra actuación en la vida. Lo preocupante es la clase de seres que el neoliberalismo produce. Esta reforma fiscal es la prueba fehaciente del modo en que piensan las personas que la elaboraron. Me queda claro que si se paran frente a un ahuehuete milenario lo primero que calculan es cuántas tablas de madera podrían salir de sus ramas, cuántas mesas y cuántas sillas se producirían con ellas y cuántos palillos con los desperdicios. Tal vez, con un poco de imaginación, hasta llegan a planear la manera de derribarlo para construir sobre el terreno en que se encuentra un edificio de departamentos de interés social. Hasta ahí. Serían incapaces de pensar en términos ambientalistas y ecológicos respecto al árbol y nunca de los nuncas podrían escribirle un poema, mirarlo con los ojos de la imaginación, traspasar sus ramas y su tronco hasta sentirse parte de él y llegar a la conclusión de que todos somos árbol, tierra, agua, aire, flor y canto.

No, eso no podría pasar y no se crean, me duele. Yo, como maestra que soy, pienso inevitablemente en esos tristes economistas cuando aún eran niños inocentes. Tienen que haber ido a la escuela, tienen que haber escuchado uno que otro cuento, en algún momento los tienen que haber forzado a leer en la clase de literatura, Ƒo no? ƑQué es lo que leyeron, en caso de que así haya sido? ƑDónde estuvo el error? ƑQuién los convenció de que el dinero era un valor? ƑO será que ven muchas películas hollywoodenses, en las que todo mundo roba, mata o muere con tal de obtener sumas millonarias? ƑLes da miedo acercarse a las obras artísticas? ƑLes asusta verse reflejados en ellas y descubrir que son algo más que un engranaje en una maquinaria de consumo? ƑEn qué momento su mundo de creencias se quedó tan limitado y apegado a la materia? ƑHace cuánto que no leen un poema? ƑO será que de plano no leen? Me niego a creerlo.

Somos la única especie que cuenta con el privilegio de la lectura. Nos distinguimos de todo aquello que respira, nada, camina o repta, gracias a nuestra capacidad de crear universos subjetivos, de plasmar nuestra historia en papel. La lectura nos permite viajar, traspasar tiempo y espacio, conectarnos con otras mentes, con otras almas. Leer es un acto creativo a través del cual creamos imágenes que se insertan en nuestra memoria. Este yacimiento de conocimientos, de ideas y de poesía que viven en el inconsciente colectivo es lo que sostiene nuestra dignidad y le da forma al concepto de lo que somos. Desde el sentimiento que se desprendió de aquellos "primitivos seres humanos" y que se imprimió en la pintura rupestre de las cuevas de Altamira hasta el último poema, escrito apenas hace unos momentos por la mano de cualquier ser en el mundo. Desde la épica percepción de Homero hasta la más reciente línea escrita por cualquiera de los compañeros escritores aquí presentes, pasando por los poemas místicos de San Juan de la Cruz, de Santa Teresa de Avila o de la no menos metafísica Sor Juana Inés de la Cruz, una de nuestras glorias nacionales.

El disparate de poner un impuesto al libro sólo pudo habérsele ocurrido a alguien que desprecie profundamente la literatura y el arte. Los libros son la persistencia de la memoria: limitar su consumo para resolver problemas a priori es castrar la memoria a largo plazo.

Un país que no lee es un país en vías de subdesarrollo, pues está visto que el nivel de desarrollo es directamente proporcional al de su educación. En los países altamente desarrollados se lee y mucho; lo más curioso es que en las universidades donde se preparan sus jóvenes se lee a nuestros escritores, se les estudia, se les analiza, se les valora en su justa dimensión. Los mexicanos somos ricos, y lo digo con orgullo, en escritores, en poetas, en dramaturgos, y la riqueza de su obra ha contribuido enormemente al sostenimiento de un espíritu universal.

Poner un impuesto a los libros es arrancar la vida espiritual más poderosa del corazón de los mexicanos. Dejar de leer es morir un poco. Pagar un impuesto por pensar, por crecer, por conocernos, por vernos reflejados en otros es matar la flor y el canto de nuestra esencia. šQue le pongan un impuesto a las armas, a las bombas, a los cuchillos, a las ideas nefastas que impregnan nuestras mentes con la idea de la muerte!

Ahora que si de eso se trata, acaben de una vez con nosotros, póngannos un impuesto por imaginar, por hablar, por decir la verdad, y como de seguro ese dinero tampoco les va a alcanzar, póngannos un impuesto por respirar. Sólo nos quedarán los ojos libres de gravamen, pero como no tendrán literatura y poesía que consumir se quedarán ciegos, sin luz y finalmente morirán, junto con los lectores y escritores que nunca nacerán.

Por último y debido a que al señor Francisco Gil Díaz (secretario de Hacienda) parece que le encantan las amenazas, me permito darle mi pronóstico de lo que pasaría si se aprueba esta absurda iniciativa. Para empezar, creo que se le ha pasado la mano en cuanto a las cuentas alegres que imagina recaudar con el IVA a los libros. Si este impuesto se hace real, no se vendería la actual cantidad de libros que se venden anualmente sino que probablemente disminuiría 50 por ciento. Al caer ese porcentaje de ventas, se perdería una gran cantidad de empleos en editoriales y librerías, por lo que también disminuiría la recaudación fiscal y la del Seguro Social.

Estos sólo serían los males inmediatos, porque a largo plazo el desastre sería mayor. Sin el hábito de la lectura, nos estaríamos comiendo las semillas que deberíamos sembrar en nuestros niños y jóvenes y en el futuro ya no cosecharíamos otros Octavio Paz, ni Rulfo, ni Sor Juana, ni Fuentes, ni Castellanos, ni Del Paso, por nombrar sólo algunos de una larga lista, sino que consumiríamos lo producido por mentes estériles, por semillas transgénicas, de esas que no dan frutos: cosecharíamos terminators. Y ya en un plan catastrófico, parecido al que el señor Gil Díaz acostumbra, le diría que con el impuesto a los libros obviamente habrá mucho menos lectores y mucho más drogadictos, la violencia intrafamiliar crecerá y la indiferencia, el crimen y el odio surgirán como resultado de la falta del alimento adecuado para el alma.

En ustedes, diputados y diputadas, está la decisión de permitir que estos "mercachifles salvajes", estos "infamantes cuentachiles" que creen que la existencia se reduce a porcentajes y a utilidades, se salgan con la suya. En su conciencia quedará si esos asesinos de la imaginación, del arte, del desarrollo humano y de todas las verdades creaciones del espíritu nos imponen su visión del mundo, la cual nos anula a todos -ellos incluidos- para convencernos que la "producción" y la "utilidad", sus grandes conceptos fétidos de economías huecas, son las que determinan nuestra existencia.

Si esta iniciativa de ley se aprueba, sugeriría que la celebración de la promulgación de la Constitución se pasara al 2 de noviembre, al Día de Muertos, pues ya después de haber traicionado la reforma agraria, el derecho al salario digno, a la educación y a la salud, Ƒqué queda de ella?

11 de noviembre de 2003

Cámara de Diputados

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