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México D.F. Lunes 24 de noviembre de 2003

Necesario, que el Estado valore el material como la memoria nacional, afirma su director

El AGN llegó a su límite de operación, desbordado por textos e investigadores

Afirma Jorge Ruiz Dueñas que 62 por ciento del acervo no cuenta con instrumentos de consulta Medio kilómetro de archivos espera lugar para ser resguardado

GUSTAVO CASTILLO GARCIA

El Archivo General de la Nación (AGN) enfrenta múltiples problemas que van más allá de posibles saqueos documentales. Jorge Ruiz Dueñas, director de la institución, afirma que ésta ha llegado al límite de su productividad; además, en los tres años anteriores ha disminuido la plantilla laboral en cerca de 30 por ciento; de los 552 grupos documentales, 62 por ciento no cuenta con un solo instrumento de consulta, algunos ni siquiera han sido explorados. Pero lo más grave es la falta de recursos para organizar, microfilmar y digitalizar las más de 247 millones de fojas que ahí se resguardan y que son testimonio de la historia política, social y económica de México.

El reciente extravío de documentos relacionados con las investigaciones que lleva a cabo la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), puso en evidencia la falta de control documental, las necesidades administrativas, y los requerimientos a futuro del AGN.

El viejo edificio de Lecumberri, también conocido como el Palacio Negro, y que hoy es la sede del AGN, fue construido entre 1885 y 1900 por órdenes del entonces presidente Porfirio Díaz.

Originalmente sirvió de penitenciaria. En ella no sólo se encarceló a toda clase de delincuentes, sino también a líderes sociales, opositores al régimen e integrantes de grupos armados de los años 60 y 70.

A partir de 1976 la prisión quedó vacía y los reos fueron transferidos a los reclusorios Norte y Oriente. En 1977 se inició la remodelación del inmueble, y desde 1982 las que fueran crujías y celdas sirven de almacén a los documentos históricos de México.

El AGN enfrenta desde hace muchos años insuficiencia de recursos y no se trata de falta de pericia administrativa, aseguró Ruiz Dueñas, quien consideró que "es un problema de apoyo a la institución, y requiere que el Estado mexicano valore lo que aquí se guarda, porque no se trata de un montón de papeles, sino de la memoria del país".

Ruiz Dueñas llegó hace ocho meses al AGN, antes fue secretario general de la Universidad Autónoma Metropolitana, primer secretario del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y durante siete años fue director del Fondo de Cultura Económica, y asegura haberse especializado en instituciones con "ciertas patologías".

"Tenemos, entre otras muchas cosas, los Sentimientos de la Nación, de Morelos; la historia del virreinato; la Constitución de Apatzingán, la de 1917, la de 1957, es decir, la esencia del país.

"Sin embargo, en los últimos cuatro años, la institución ha visto una combinación de efectos perversos: disminución del personal, menores recursos y un creciente número de investigadores que solicitan ser atendidos.

"De 1999 a este año se ha perdido casi una tercera parte del personal, ya que de 287 plazas actualmente existen 212. Pero en realidad se tienen ocupadas 179, entre otras causas porque nueve empleados están comisionados al sindicato, 12 están congeladas. Pero eso no es todo, de acuerdo con un estudio de prospectiva, en los próximos cinco años se reducirá 46 por ciento la plantilla laboral.

"Otro problema es el crecimiento documental. Se tienen bajo resguardo 50 kilómetros lineales de información, y tres de ellos ya no caben en estas instalaciones; pero ahí no para el problema: existe medio kilómetro de archivos que ya está demandando su ingreso y no hay dónde meterlos", afirma Ruiz Dueñas.

En entrevista con La Jornada, el director del AGN explicó que "los rezagos son históricos, y no se trata de un problema de pericia", luego de que en días pasados personal de la Femospp detectó la desaparición de documentos relacionados con investigaciones en torno al caso de Jesús Piedra Ibarra, el asesinato de Genaro Vázquez Rojas y el involucramiento del general Manuel Díaz Escobar en los sucesos del 2 de octubre de 1968. Tras varios días de búsqueda, los documentos extraviados fueron localizados dentro de las instalaciones del archivo.

Sin embargo, durante la diligencia realizada en los últimos días de octubre de este año, se detectó que de manera irregular documentos de los siglos XVII y XVIII estaban depositados en una galería distinta a la que corresponde.

El hecho no tendría nada de raro si no fuera porque ningún investigador puede trasladar documentos de un área a otra.

A este respecto, Ruiz Dueñas comentó: "el hecho de que dos hojas de las alcabalas de San Juan Tepehuanes estuvieran en la galería número 2, ciertamente es irregular", ya que ahí se guardan documentos del siglo XX, área que tiene mucha afluencia de investigadores porque allí están los archivos de la Dirección Federal de Seguridad y de la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales, que abarcan de 1924 a 1985.

No hay un inventario de documentos

Pero, acota, "no podemos precisar desde cuándo estaban ahí, porque ningún director del Archivo Histórico Central ha recibido un inventario, debido a que no se cuenta con los elementos suficientes.

"Esto no quiere decir que no se conozca lo que guarda el AGN, pero no existen instrumentos de consulta en 62 por ciento de los 552 grupos documentales, aunque no se puede descartar que alguien haya querido acercarlos (los documentos de San Juan Tepehuanes) a un sitio donde le sería más fácil sustraerlos.

"Sin embargo, a lo largo de la historia del archivo ha ocurrido que muchos documentos han sido cambiados de su sitio original debido a obras de remozamiento, u otras causas similares", dijo.

Lo cierto es que Ruiz Dueñas reconoció que en los más de ocho meses que lleva al frente del AGN ha recibido algunos reportes de faltantes, entre ellos dos mapas antiguos y un documento del llamado Archivo Mina.

Aceptó que "en la medida en que no se tenga una buena organización es más fácil la sustracción. Yo he detectado, y por ahí tengo una relación, documentos históricos que a veces me han sido reportados como faltantes, no voy a decir que son muchos, a veces son hojas, y lo que se ha hecho es una revisión de quiénes han consultado esos archivos, pero más que hacer una pesquisa policiaca, es una cuestión de orden, pues puede tratarse de un traspapeleo. Hasta el momento, 30 por ciento de esas investigaciones han dado resultado, los otros, los seguimos buscando.

"Ahora, el problema fundamental, más allá del posible saqueo, lo constituye la carencia de elementos de consulta, porque ello obliga a los investigadores a buscar el material que requieren en un sinnúmero de cajas."

Aseguró que se han aplicado medidas de seguridad para resguardar los documentos, como es la colocación de cámaras de video en las distintas galerías, pero no precisó si se cuenta con un buen monitoreo.

Mencionó que hace dos años un investigador estadunidense pretendió sustraer las fichas y los registros de extranjeros que ingresaron a México en los años 40, pero se evitó el saqueó. Sin embargo en el AGN no se tiene memoria de alguna denuncia por sustracción de documentos ni tampoco registro del involucramiento de algún funcionario en esas acciones.

En 1990 la entonces directora del AGN, Patricia Galeana, afirmó que "el robo y tráfico internacional de archivos y documentos históricos es fomentado por coleccionistas y casas de subastas, sabedores que éstos pueden alcanzar igual o mayores precios que pinturas, piezas arqueológicas, mobiliario, vasijas o esculturas, dependiendo del personaje que los rubrique".

A la ex funcionaria le tocó conocer el litigio sobre la posesión del códice Fray Junípero Serra, que fue robado del AGN por una persona que se hizo pasar por investigador, y posteriormente el documento apareció cuando iba a ser subastado en una casa de remates en Estados Unidos.

En esa ocasión, los representantes del AGN lograron demostrar que pertenecía a una institución mexicana gracias a que el códice está foliado. Sin embargo, en la actualidad, pocos son los documentos del AGN que pueden ser identificados de esa manera.

Lo único que existe en el AGN son inventarios someros, y falta por describirse alrededor de 31 kilómetros de información, es decir, 6 millones 600 mil expedientes, que suman 247 millones de fojas.

Jorge Ruiz Dueñas afirma que si le aumentan el presupuesto actual al AGN en 50 por ciento y en un plazo de tres años se destinan 35 millones de pesos adicionales, se podrá contar con personal suficiente para clasificar todos los documentos, microfilmarlos y digitalizarlos, con lo que se acabaría con las consultas directas y todo se podría hacer vía Internet.

En tanto se aumenta el presupuesto del archivo, Ruiz Dueñas continuará preocupándose de que "no llueva por dentro", es decir, que durante la temporada de lluvias los documentos que resguarda el Palacio Negro de Lecumberri no se mojen debido a la falta de impermeabilización de los techos; que las toneladas de basura que se localizan en la parte posterior del archivo sigan disminuyendo con apoyo de la delegación, y que los gatos continúen como los mejores protectores del lugar contra las ratas.

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