Juan Saldaña

México, cualquier reinicio

Los signos están dados. Así es. A un lado y en bastardilla para no errarle. Que el año ha terminado ya, no hay duda. Fue el año calendárico. El año de los meses y los días, en fin, el año de todos los días.

Y el mexicano. También el mexicano de siempre encara su presente hacia un Año Nuevo que trae consigo, una vez más, los mismos problemas. México, país Ƒen desarrollo? Los mexicanos continuamos enfrentando los ancestrales problemas de nuestro desarrollo. Hoy. El día de hoy. México continúa sumergido en polémicas fundacionales. ƑDesarrollo con sentido social? Signifique eso lo que se desee.

ƑHemos dado fin a algunos de los problemas? O simplemente continuamos manoseando soluciones. Continuamos pretendiendo conocer las condicio- nes que se ajusten a la problemática real de la nación. Continúa el gobierno de las expectativas, que es lo mismo que el gobierno de los planes y de los proyectos. Continuamos escuchando al presidente de los propósitos y de los informes con números y puntos. Vicente Fox continúa expresando al pueblo de México cómo espera su gobierno resolver, Ƒahora sí?, los últimos obstáculos que impiden al país su libre y acelerado acceso al estadio de las grandes naciones; las que van por delante. ƑAlguien le cree?

Sí, el año concluye. Fue el mismo tercer año de ejercicio real del foxismo; el tercer año del PAN en el poder; el tercer año de Martita y sus programas. Fue 2003. Más gente en el país. En las ciudades y en el campo. Más gente y hambre creciendo en todos lados.

Sí, el año que se fue vio muchas cosas. Ya no sabemos qué tan grandes y dignas hayan sido que puedan distraernos hasta ahora, días después, de la nueva realidad que nos espera, que ya está aquí. El temido y deseado Año Nuevo.

De entrada, podemos interrogarnos por lo sustantivo si de conocer resultados se trata. ƑQué significa un nuevo año para la producción del campo mexicano?, y Ƒpara los campesinos? Deberá ser un año como todos porque nada indica que pueda ser mejor o menos malo que los anteriores incluyendo convocatorias nacionales al diálogo y a la concertación.

Y arrastrando a los campesinos depauperados, y aunque sea en medio de un caos temático, podríamos preguntar por el significado último de nuestra cifra de miseria, porque si nos acercamos a los porcentajes de obsesivo y reciente manejo por autoridades y por medios de comunicación y hablamos de esos 24 o 25 millones de mexicanos con ingresos mensuales de 500 pesos o menos y, por añadidura, evocamos la trágica cita de los más de 50 millones de mexicanos en estado de miseria, estaremos bordeando las capas profundas de esta realidad.

Se trata, desde luego, de un México real. Poco o nada relacionado con el tierno debate camaral que nuestra democracia electoral ha dibujado para iniciar labores. Sí, se trata de un México real, que poco o nada tiene que ver con las trifulcas de nuestros diputados, aunque debieran éstos, en la realidad, constituirse en protagonistas mayores del empeño popular. Representarnos, así, sin más.

Comienzan por no hacerlo. Porque poco o nada tiene que ver la representación social en un Congreso plural y democrático con el lamentable acarreo de problemas grupusculares hacia los ámbitos del desempeño parlamentario. No interesa para nada a la nación el estado de las pugnas, aunque éstas se den por encargo superior. No importa para nada que el encargo sea del Presidente, si para cumplirlo ponemos en riesgo las capacidades de negociación del grupo o del partido.

Y junto al sainete camaral muchas cosas pasan. Como pasan los últimos minutos del año pasan también enfebrecidas las primeras medidas que se adoptan para conjurar la amenaza terrorista desde el aire. La vigilancia y el reporte habrán de vencerlo todo. Es la policía astral. La policía sin rostro que el vecino del norte ha entrenado y ahora ubica más allá de cualquier respeto y de cualquier soberanía.

Y así va el mundo. Va corriendo. 2004 ya se va sintiendo como sobreviven por igual: miseria y carencias con tristes remedos de gobierno: como se da, a un tiempo, la lucha terrible de los pueblos con las atroces formas de dominio. Y todo aparece ya, en este frío arranque de este enero.

Arranque de mes con una sola nota de esperanza. De gusto y esperanza. Porque fue en enero. Hace 10 años sólo. Hace 10 años.

La revolución virtual del zapatismo. La lucha de los indios chiapanecos. La callada y feroz revolución de las conciencias que el zapatismo arrancó. Vale anotarlo. Fue hace 10 años. Fue en enero.