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México D.F. Domingo 4 de enero de 2004

Molly Ivins

Mercurio en la sangre

No puedo decir si este gobierno hace alarde de cinismo, de desprecio por la ciencia o de su convicción de que cuando se está en el poder hay que ayudar a los donantes de fondos de campaña y fregar a los enemigos. Sin embargo, cómo es que millones de niños pequeños y de fetos no natos llegaron a ser enemigos de George W. Bush y compañía es algo que escapa a mi comprensión política o teológica.

Hablamos del retroceso, anunciado hace unas semanas, en las normas referentes a la contaminación por petróleo. Claro, no fue anunciado como un retroceso, sino como un gran paso adelante. Esto plantea la siempre oportuna pregunta: "ƑQué tan tontos creen que somos?" Y esta vez la respuesta es "sumamente tontos", porque es de veras difícil que ésta pueda engañarnos. Echen una ojeada a los números y díganme.

El mercurio es una neurotoxina que daña el cerebro y el sistema nervioso de fetos y niños pequeños, y probablemente también afecta a los adultos. Es una de las causas probables, aunque no probadas, de recientes incrementos de autismo y enfermedades de Parkinson y Alzheimer. Se sabe que causa deficiencias de aprendizaje y atención, así como retraso mental.

Ocho por ciento de las estadunidenses en edad reproductiva tienen mercurio en la sangre en concentraciones por arriba del "nivel seguro" determinado por la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés). Las emisiones de mercurio de las plantas de energía forman nubes de lluvia ácida que se precipita sobre lagos y ríos, donde contamina a peces y personas que se alimentan de ellos. Las plantas energéticas impulsadas por carbón son la principal fuente de mercurio: lanzan 50 toneladas al aire cada año, alrededor de 40 por ciento del total.

En diciembre de 2000, la EPA emitió un informe en el que se hablaba de reducir la cantidad de mercurio al mínimo técnicamente posible. Se esperaba que con ello disminuiría la emisión en 90 por ciento hacia 2007. Ahora, en cambio, las nuevas propuestas de la EPA degradan las emisiones de mercurio, en particular las de la industria de servicios públicos, retirándolas de la categoría de "contaminantes peligrosos". Sería gracioso si no fuera tan triste.

Bastaría con aplicar las leyes vigentes para reducir las emisiones de mercurio de las plantas de energía a cinco toneladas anuales hacia 2007. Pero la EPA de Bush presentó hace unas semanas un nuevo plan para limitar las emisiones a 34 toneladas anuales en 2010 y a 15 hacia 2018. Esto significa cientos de toneladas más descargadas a la atmósfera en los próximos 15 años, y muchos más niños con daño cerebral. De veras, me gustaría saber si John Graham, gurú de cos-to/beneficio de Bush en la Oficina de Asuntos de Información y Regulación tomó en cuenta el costo de educación especial, atención a la salud y cuidados para esos niños.

La buena noticia es que esto ahorrará a la industria de servicios públicos cientos de millones de dólares... que bien valen todos los niños retrasados mentales, Ƒeh? Además, la industria del carbón aportó más de 250 mil dólares a la pasada campaña de Bush, y nosotros no. John Walke, director de aire limpio del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales, lo llamó una "grotesca concesión".

La verdad es que la EPA no está haciendo nada respecto de la contaminación por mercurio. El decremento a 34 toneladas es efecto de los nuevos requerimientos de filtración del nitrógeno (causante de esmog) y el dióxido de azufre (causante de lluvia ácida), los cuales tampoco son la gran cosa. Mike Leavitt, nuevo jefe de la EPA, defendió la propuesta como un programa de intercambio de emisiones, como el que ha reducido la lluvia ácida. Pero el Fondo de Defensa Ambiental, que ha patrocinado el empleo de sistemas de limitación e intercambio basados en el mercado para reducir algunos contaminantes, está abrumado por la decisión de la EPA de cambiar la clasificación del mercurio.

Una razón por la que el método de limitación e intercambio no funcionará en la contaminación por mercurio es que éste se abate sobre un sitio específico. Se queda flotando en la zona, por lo que se crean peligrosas bolsas del metal, "puntos calientes" como los del sur de Florida.

En una acción burocrática diseñada para combinar bonitamente con la otra, la Administración de Fármacos y Alimentos emitió una nueva advertencia, en términos muy leves, sobre el consumo de pescado contaminado con mercurio. La Unión de Consumidores señala que está formulada con tanta vaguedad en cuanto a las variedades que podrían tener concentraciones de mercurio (los peces que están en la parte alta de la cadena alimentaria) que en términos generales resulta inútil.

Probablemente el caso más infame de contaminación por mercurio ocurrió en la aldea japonesa de Minamata. Eugene W. Smith, gran fotorreportero, captó la imagen conocida como la Madona de Minamata, de una madre que abraza cariñosamente a su hijo, deformado y retrasado mental sin remedio, en un baño de vapor.

Alguna vez escuché a un político texano, a quien le suplicaban "hacer algo por los niños de Texas?", contestar: "ƑQué? ƑA poco los cabroncitos tienen un comité recaudador de fondos de campaña?"

Pues no, no lo tienen. Pero tienen mamás. Y sus mamás saben leer cifras. Sus mamás conocen la diferencia entre cinco y 50 toneladas al año. Saben lo que es una donación de campaña, y distinguen la diferencia entre un cínico costal de excremento y bebés sanos y salvos. Las mamás son capaces de enojarse mucho. Hay que tener cuidado con esas mamás, Karl.

© 2003 Creators Syndicate Inc.

Traducción: Jorge Anaya

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