MEXICO SA

Carlos Fernández-Vega

Las "bondades" del TLCAN

El acuerdo sólo beneficia a varios empresarios nacionales y extranjeros
Un año antes de firmar el tratado había menos pobres en México

CON LA SOLIDEZ MORAL y documental que lo caracteriza, el presidente Bush aseguró que es "un hecho" que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) "ha mejorado las vidas y terminado la pobreza en algunas partes".

ESO DIJO, AUNQUE no tuvo tiempo para mostrar el "mapa" por él utilizado, en el que sin duda se localizan las referidas "algunas partes" -idílico paraíso ubicado, créase o no, al sur de su frontera- y tampoco explicó la razón por la cual los indicadores de pobreza en México no han dejado de avanzar en la última década, es decir, el periodo en el que ha operado el referido tratado. Aún así, alentado por su imperial recibimiento en Monterrey, el mandatario estadunidense dijo a los opositores al Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que "deberían ver lo que ha significado el TLCAN".

UN AÑO ANTES -1993- de la entrada en vigor del acuerdo comercial firmado por Estados Unidos, Canadá y México, los estudios del Programa Nacional de Solidaridad (es decir, cifras gubernamentales) revelaban que de 40 a 45 por ciento de la población nacional sobrevivía en condiciones de pobreza y "pobreza extrema" (léase miseria).

PARA 2000, ESA proporción se había elevado a casi 54 por ciento de los mexicanos, un incremento de 9 a 14 puntos porcentuales -TLCAN incluido-, de acuerdo con el estudio que la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) difundió en agosto de 2002. En 2003, esta misma dependencia aseguró que los índices de pobreza en el país se habían "reducido", pero en una proporción (independientemente de que su aseveración no sea creíble) que por ningún motivo mejoraba el perfil reportado en 1993.

DE HECHO, EN el último trienio, el comportamiento de la economía mexicana no aporta un solo elemento que permita sostener, ya no se diga la tesis de la Sedeso, sino la ligeramente expuesta ayer por el inquilino de la Casa Blanca: pérdida de empleo y nulo crecimiento -con todo y TLCAN- , amén de raquíticos presupuestos, que han sido la norma en la administración del "cambio".

CIERTO ES QUE el TLCAN le ha "mejorado la vida" a varios empresarios -nacionales y extranjeros-, pero de ninguna manera la referencia puede ser válida cuando se habla de los sectores socialmente desprotegidos. Afirmar que México ha incrementado el volumen de sus exportaciones y que anualmente éstas alcanzan de 160 a 170 mil millones de dólares es correcto, no así que esa carretada de billetes verdes beneficie al país, y si no que lo aclaren las 7 mil consorcios -0.3 por ciento de un padrón empresarial registrado que supera los 2 millones de empresas- que concentran 50 por ciento de los envíos al exterior.

DE DIENTES PARA afuera, Bush puede decir lo que quiera (como aquello de que con su "propuesta" migratoria la paisanada indocumentada "podrá salir de las sombras" y tener identidad) y escucharlo, también, quien así lo decida, pero en los hechos las cosas funcionan de una forma diametralmente distinta.

EL PRESIDENTE MARLBORO habla y habla de su "disposición" para abatir la pobreza y mejorar el perfil social de los latinoamericanos, pero a la hora de acordar la agenda de la Cumbre Extraordinaria de las Américas, su gobierno rechazó, por ejemplo, la negociación de un "fondo humanitario" regional, propuesto por Venezuela.

A CAMBIO, BUSH impuso y dio prioridad a los temas de seguridad y terrorismo, que "no estaban inicialmente incluidos en la agenda. La mención al terrorismo como amenaza contra la estabilidad democrática y gobernabilidad es una propuesta de último minuto de Estados Unidos y ha sido aceptada por los demás países", de acuerdo con un despacho de Ap. Lo anterior da cuenta de las buenas intenciones del inquilino de la Casa Blanca y de la veracidad de sus afirmaciones.

CON TODO Y TLCAN, nos enteremos, por medio del director de la División de Desarrollo Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Rolando Franco, que México podría (léase podría) alcanzar el objetivo de reducir a 50 por ciento el número de pobres y "muy pobres" (otra vez léase miseria), siempre y cuando su economía reporte una tasa de crecimiento sostenido nunca menor a 7 por ciento anual de 2000 a 2015, es decir, cuando el tratado comercial cumpla 21 años de funcionamiento.

EN LOS ULTIMOS tres años la economía mexicana ha "crecido" alrededor de 0.8 por ciento -poco más de una décima parte de lo requerido, de acuerdo con las estimaciones de la CEPAL y de la propia ONU-, mientras que alrededor de cuatro millones de personas se han incorporado al mercado laboral sin mayores resultados y la tasa de desempleo ("la mejor del continente", como lo celebró el presidente Fox) sigue avanzando. El TLCAN, pues, sin duda "ha mejorado las vidas y terminado la pobreza en algunas partes", aunque éstas, a ciencia cierta, no son geográficamente localizables.

EL FUNCIONARIO DE la CEPAL precisó que la mayoría de los países latinoamericanos están lejos de cumplir con los compromisos de reducir la extrema pobreza, mismos que buscan abatir los índices de pobreza a la mitad de aquí al año 2015. Actualmente, dijo Franco, sólo República Dominicana y Chile lograron reducir a la mitad el número de personas en esa situación, y de acuerdo con las proyecciones, en 2005 lo haría Uruguay; en 2006, México, y en 2007, Brasil. De acuerdo con los estudios, entre las naciones con mayor dificultad para abatir la pobreza y el hambre figuran Bolivia y Honduras, que podrían lograrlo en 2029, Colombia y Guatemala en 2020, y Argentina y Venezuela, en 2019.

LO ANTERIOR SE cumpliría, junto con las fechas, siempre y cuando las respectivas economías crezcan sostenidamente a una tasa anual de 7 por ciento, lo que adelanta que las estimaciones de la CEPAL, que es un organismo especializado de la ONU, sólo refieren buenas intenciones.

ESA ES LA NO muy alentadora perspectiva en el marco de una cumbre que ayer inició formalmente sus trabajos.

Las rebanadas del pastel:

DE LA CUMBRE de Miami a la de Monterrey, los jefes de Estado y de gobierno -salvo honrosas excepciones- tienen un propósito común: servir a los intereses y atender las urgencias del presidente estadunidense en turno, siempre con la esperanza de que les repartan algunas migajas adicionales

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