Legisladores critican el "servilismo" hacia Bush y el "cinismo" con el que se admite

Condena la oposición el descaro cortesano de Fox; silencio panista

Blanquiazules rehúsan defenderlo "por flojera, por no estar preparados y por no ser escuderos"

JOSE A. ROMAN Y ENRIQUE MENDEZ

Legisladores de PRI, PRD y Convergencia en la Comisión Permanente condenaron que "de manera cínica y con descaro" el presidente Vicente Fox admita que hace tareas en nombre de su homólogo estadunidense, George W. Bush, aunque con ello viole la Constitución, como ocurre con el respaldo del gobierno mexicano al referendo en Venezuela. En respuesta, el PAN hizo una tibia defensa del mandatario porque, dijo el diputado de ese partido Germán Martínez, los blanquiazules tenían "flojera".

El mismo aclaró que no había subido a defender en la tribuna a Fox por la siguiente razón: "Yo no soy su escudero. Que se busque a los suyos".

El diputado perredista Manuel Camacho Solís planteó que el Congreso "debe sacar al gobierno y al país del apuro en el que lo metió el presidente Fox" por su "actitud cortesana" ante Bush, para congraciarse con él por su falta de respuesta ante los atentados del 11 de septiembre de 2001. El ex regente sostuvo que las cámaras ya no pueden limitarse a enviar exhortos a Fox, y consideró que los legisladores deben dar otro enfoque a la política exterior de México.

Los partidos exigieron a Fox que insista ante Estados Unidos en la negociación de un verdadero acuerdo migratorio bilateral, y por mayoría de votos -incluidos los de Acción Nacional- se aprobó un punto de acuerdo promovido por el tricolor para que el Congreso de la Unión emprenda un contacto epistolar con el Capitolio sobre el tema, pues a final de cuentas, como resumió Silvia Hernández, igual que aquí, en el vecino país "el presidente propone y el Congreso dispone".

Lanzadas las críticas sobre el presidente, la senadora Cecilia Romero -quien dijo a Germán Martínez que no se había preparado para defender a Fox- expuso en tribuna: "Pues sí. La Cumbre Extraordinaria de las Américas, como toda obra humana, tuvo algunos elementos que podríamos considerar que no se cumplieron a cabalidad". Y hasta ahí, porque no hubo mayor respuesta a los cuestionamientos contra el mandatario.

Las posiciones de los partidos a la actitud asumida por Fox durante la cumbre de Monterrey fueron de la ironía al reproche de diputados y senadores. En entrevista, el priísta Manuel Bartlett Díaz expuso que no entiende las razones por las cuales el Presidente "salió con la retahíla de 'no soy lacayo, no soy lacayo'. šPues qué bueno! Ahora que lo demuestre". Su compañera de partido Silvia Hernández consideró que si existiera esa actitud "vertical" del jefe del Ejecutivo, su aclaración no sería necesaria, pero, por el contrario, lo coloca "en una situación desagradable".

En tribuna, el diputado del PT Pedro Vázquez González afirmó que los mexicanos están "contra toda forma de entreguismo" y no admiten "servilismos de gobernantes ni que el presidente Fox haga el juego sucio ordenado por Estados Unidos contra países hermanos, que defienden su soberanía y autodeterminación".

El petista afirmó que "el eje del mal no está en Venezuela, en Cuba ni en Argentina o Brasil. šEstá situado en la Casa Blanca, en la mente paranoica de Bush!"

Planteó que la cumbre no constituyó un foro para estrechar de manera equitativa las relaciones comerciales entre Estados Unidos y los países de la región, sino un mecanismo para tomar el control del continente, "mantenernos como vasallos y utilizarnos como carne de cañón frente a las naciones que se opongan a ese dominio imperial".

Vázquez González insistió en que "de manera cínica y con descaro, Fox asume la vergonzosa y denigrante tarea que Bush le asigna como punta de lanza para oponerse a las naciones que no permiten la injerencia del imperialismo yanqui en sus asuntos internos".

Por su parte, Manuel Camacho sostuvo que Fox "se metió en una trampa en el tema migratorio, en el que tenía una amplia posibilidad de manejar una política de altura" y, en cambio, "violó la Constitución cuando intervino en los asuntos internos de Venezuela y ha hecho compromisos con Bush en el NAFTA plus, que no han sido consultados ni desde luego aprobados por el Senado".

Las actitudes y declaraciones del mandatario, prosiguió, se explican porque esta vez ante Bush pretendió "salvar su falta de sensibilidad frente a lo que ocurrió el 11 de septiembre de 2001. Lo hace porque se siente derrotado por las elecciones y la falta de capacidad de sacar adelante sus iniciativas. Porque calcula que su único y principal apoyo será el presidente de Estados Unidos y, por tanto, apuesta a la relección de George W. Bush. O porque son tantas sus contradicciones que él mismo es víctima de sus cambios de posición una y otra vez".

El problema de México, expuso, es que el Presidente decidió "jugar a una política cortesana", ante lo cual el Congreso no puede limitarse a enviarle nuevos mensajes de que viola la Constitución ni a citar funcionarios para que éstos sólo nieguen lo que ocurre "a los ojos de todo el mundo".

Entonces, planteó, el Congreso debe sacar al gobierno y al país "del apuro en el que lo metió el Presidente con su indefinición en política migratoria y su falta de estrategia para actuar frente a Estados Unidos; acercarse a las comunidades de mexicanos en ese país y establecer un contacto directo con los congresistas para negociar con ellos un tratado migratorio en las mejores condiciones posibles".

El senador priísta César Camacho Quiroz cuestionó que sobre el referendo en Venezuela Bush "haya hablado por dos, por Fox y por sí mismo, en un asunto que va más allá del apetito personal, y que tiene que ver con la legalidad constitucional".